«Un bosque en el aire», Beatriz Osés

Siempre que me acerco a un libro de Beatriz Osés, lo hago con el convencimiento de que me va a gustar; y no porque seamos amigas desde hace mucho tiempo sino porque he seguido su trayectoria desde sus inicios y he sido testigo de su crecimiento personal y profesional; a pesar de que parto con unas expectativas  altas, siempre son superadas por su gran calidad literaria y su compromiso humano.

La lectura de “Un bosque en el aire”, Premio SM El Barco de Vapor 2021, me ha hecho reencontrarme con la esencia creativa de Beatriz. Con un prosa cargada de guiños a los problemas candentes de la sociedad, la autora engarza una serie de historias que actualizan el tópico literario  Beatus ille –“dichoso aquel que«-  recurso muy usado en la  literatura española del Renacimiento para exaltar la vida sencilla del campo frente a la de la ciudad e invitar al hombre a integrarse en la naturaleza;  con estos cimientos, denuncia sutilmente la situación de los pueblos  abandonados, por la  falta de iniciativas, de recursos y de voluntad política.

Todo el pueblo participará en la reforestación. ¿A cuántas personas te refieres?

A todas las personas – aseguró el abuelo, y se quedó tan pancho.(…)

¡Pero si somos cuatro gatos!

La autora, vincula al tema anterior,  otros relacionados con él, como  el cambio climático y la necesidad de energías renovables, y sobre todo incide en la necesidad  de vigilar, reforestar y proteger   nuestros bosques.

He decidido saldar las deudas de las empresas de mi  único hijo (…) y entregarle la mitad de mi herencia en vida, (…)con la condición de que reforeste el bosque…

¿De cuántos árboles hablamos exactamente?

-De diez mil más o menos

-¿¿¿Qué???

¿Y quién es el narrador de esta maravillosa historia?. Pues un chaval de 12 años llamado Borjatenía yo 12 años recién cumplidos y mucha tontería…, que se ve obligado junto con su padre, Martín,   a dejar la ciudad  para acudir a la llamada de su abuelo, Leocadio Gómez de Lara,  que vive  en un pueblo pequeño y abandonado; en él van a descubrir  otras maneras de vivir, de pensar y de sentir, y lo van a aprender gracias a sus gentes, unos personajes con mucha experiencia de vida, que han encontrado en el campo su sitio y quieren permanecer en él. De este modo, tanto su padre como él, urbanitas algo superficiales, van tomando conciencia de problemas, ajenos a ellos hasta ese momento.

Los personajes no pueden ser más extravagantes y seductores; Don Manuel de Espinosa,  amigo de la infancia de Don Leocadio, médico,  mecánico y  notario,  que se encargará de leer al hijo y al nieto, las disposiciones del  testamento del abuelo para poder disfrutar su herencia  en vida;  Don Emilio, un viejito de 83 años,  que dormita durante el día porque se ha echado una novia canadiense por internet y , -por la diferencia horaria-,  chatea con ella por la noche;  Don Mariano, un anciano que siempre lleva unos prismáticos porque ha perdido vista como probador de videojuegos; Doña Serafina,  octogenaria que lee libros de filosofía,  y va soltando frases de los grandes filósofos …- Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los “cómos”! Eso decía Nietzsche;   Don Eustaquio, un señor  que hace punto y que nos recuerda a Sancho Panza,  porque como éste, se expresa por medio de  refranes;  las hermanas Gutiérrez,dos señoras más cuadradas que papá,  gemelas,  rubias y campeonas de levantamiento  de peso;  Katsumi,  una japonesa a la que el destino desvió el rumbo,   fisioterapeuta, maestra de taichí, poeta y botánica,  que asesora a los vecinos sobre  el tipo de árboles que deben plantar,  comunicándose  con ellos a través del traductor del móvil; no citaré más personajes  para que el lector descubra  otras sugerentes personalidades, tan sólo destacaré a una niña  llamada Mari Puri, cuya singularidad   reside en  que,  además de hincharse a patatas fritas,  lee todas las mañanas una hora, “el diccionario de uso del español de María Moliner”.

La estructura escogida por la autora para llevar adelante su cautivador  contenido,  juega con la repetición de elementos;  en primer lugar, en cada uno de los episodios escuchamos los recuerdos  de niñez de cada personaje; seguidamente observamos la presencia en dicho relato de un  árbol en el que se reconocen…Don Mariano “la encina”, Don Emilio  “el roble”; Doña Serafina “el olivo”, las hermanas Edurne y Amalia “el almendro” ,  Don Eustaquio “la higuera”, y  por último, un remate poético, un haiku relativo a la naturaleza y a los árboles evocados; logra así fundir lo personal, con la naturaleza y la poesía, como lo hicieran los poetas  renacentistas.

La autora recrea personajes originales,  tiernos y muy humanos, en un entorno reconocible,  con problemas cercanos y  verosímiles pero  sin  olvidar uno de los  elementos esenciales de su creación, el elemento mágico, una bruja que con sus artes, tiñe de fascinación los relatos  de los personajes. Lo maravilloso hace acto de presencia en  el precioso cuento de Doña Serafina,  que vio crecer  un olivo dentro de su casa, gracias al hueso de aceituna expulsado por su madre, con ayuda de la bruja buena; o la historia de Don Leocadio Gómez de Lara y el algarrobo milenario, que lo acogió y  salvó la vida  gracias también a la intervención de  una  bruja de belleza muy especial;  o el extraordinario nacimiento de bonsáis en las orejas de Don Eustaquio. La ficción se incorpora y  mezcla con la realidad,  como la vida misma.  

Otra constante en la elaboración literaria  de Beatriz Osés, es el  sentido del humor, original y cercano,  que salpica y envuelve los relatos de los personajesAllí nos esperaban dos hombres con un camión lleno de árboles. (…) En total catorce almas perdidas, perdidas de crema solar con factor de protección 50.

(…) le habían contratado como probador profesional de videojuegos a sus setenta años, y luego se envició.

…Y su novieta es mayor. Yo no acabo de ver que vaya a funcionar porque ella fuma mucho….el está muy pillado. (A propósito de D. Emilio)

Impregna especialmente  las  descripciones, donde el humor se recrea para conseguir  ambientes y situaciones de gran  comicidad, como cuando describe la  vestimenta que llevan los  personajes el día de la  plantación de árbolesLas hermanas Gutiérrez llevaban sus trajes de competición y unas cintas fluorescentes en la frente. Los cuatro viejecillos y Pascualín lucían chándales de oferta de algún hipermercado. Don Manuel, Luisito y mi abuelo iban con pantalones y camisetas de camuflaje, como si fueran a la guerra…      

Otra seña de identidad es su preocupación por el código lingüístico, por la etimología y el significado de las palabras… -¿Y qué significa alba listillo? –contraatacó ella, segura de sí misma. –Me quedé muerto. –La palabra “alba” proviene del latín  y quiere decir “blanca”…,  y por la mezcla de códigos, tanto  lingüísticos maripuri and me… como de redes sociales -Kiri, modo “consejo”.-Kiri por favor, necesito tu ayuda. Kiri ¿me oyes? -Sí,  Borja, no estoy sorda – respondió mi asistente virtual con firmeza…en consonancia con la actualidad.

Y cómo no, el amor a los libros, del que deja constancia  en las conversaciones entre Borja y Mari Puri,  donde  la niña expresa su admiración por Hemingway  y  por una de sus obras más conocidas “El viejo y el mar”.   Y ese amor a las  historias, se manifiesta en  los cuentos que dentro del relato principal van narrando los personajes; Don Eustaquio, nos relata cómo perdió a su amada, al llevarla intoxicada a un  hospital y enamorarse  ésta del médico de urgencias,  o la historia de amor de las campeonas de halterofilia,  Amalia y Edurne, con dos gemelos, Héctor y Aquiles, recuperada 40 años más tarde; es la técnica del cuento dentro del cuento,  de la literatura dentro de la literatura.

La autora que posee un dominio excepcional de la gramática,  escoge las palabras  y frases con minuciosidad y mimo y sobre todo con precisión; explica la sociedad actual a través de la imaginación  y la fantasía,   planteando  soluciones realistas y factibles a través de este delicioso relato que además de cautivar a niños y mayores,  sirve de referente para solucionar los graves problemas de nuestra sociedad. Y como muestra, adjunto la información que me llega por whatsapp sobre una actividad, que parece calcada de Un bosque en el aire”, la plantación de árboles en las lindes de dos pueblos segovianos, impulsada por “Segovia por el clima” y otras asociaciones,  que ven la necesidad de reforestar para evitar la  erosión,  formar suelos fértiles, reducir la temperatura del suelo,  producir oxígeno, purificar el aire, mantener limpios los ríos y tantas otras bondades que devuelven la vida a la tierra y a los que vivimos en ella.                                

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