Cárdeno color de la carne, tintura violácea de la violencia, aceptación del cardenal como adorno, sumisión atávica a los hombres que son bestias, indefensión de la mujer ante la violencia y violación masculina, costumbre ancestral que colorea a las mujeres de no importa qué lugares en los que el terror escribe en los cuerpos de las mujeres, por tradición, por miedo, por ignorancia, porque así lo han vivido sus abuelas, sus madres, sus hermanas y sus hijas.
La novela que hoy reseñamos, es una historia real, es el testimonio de Filiz, séptima hija de una familia turca, que sufrió maltrato continuado por parte de su padre y su marido hasta que el color violáceo de su piel, llamó la atención de una enfermera que la atendió en una consulta médica; pudo salvarse gracias a la denuncia del médico que logró devolverla a la vida. La hija de este médico, Winkler Katharina (Viena, 1979), que conoció la historia con 13 años, la maduró hasta convertirla en novela, su ópera prima, y dar testimonio de la violencia de género tan vigente en nuestros días.
La novela, está contada en primera persona por la propia Filiz, quien narra su vida desde su infancia y adolescencia, hasta su matrimonio con Yunus y la separación de éste.
En la sociedad descrita por la autora destacan dos palabras clave en el ámbito de lo femenino: el miedo y la aceptación… “Cuando sea mayor, seré una mujer cárdena. Confío en un matiz claro como el cielo invernal».. Las niñas desde pequeñas aceptan la jerarquía familiar sin rechistar y temen al padre, al que respetan, obedecen y sirven estando alerta, siempre alerta ante cualquier cambio de humor y las consiguientes represalias. Quizá es lo que más duele o lo que menos se entiende hoy en día, esa aceptación humillante, el imperativo lavado de los pies del padre, los ojos bajos en su presencia, el silencio en la mesa, el miedo a los golpes, al dolor, a no cumplir con las estrictas normas establecidas. También en el ámbito de lo masculino emergen dos palabras, la sinrazón y la violencia. La brutalidad gratuita, porque sí, para marcar territorio, para demostrar quién es el que manda, para provocar la anulación de la mujer y la pérdida de identidad que las lleva a no saber quiénes son ni para qué están.
Cuando con 17 años conoce a Yunus, se enamora de su decisión, de su seguridad, también de su belleza…«Su pelo es abundante, más oscuro que el negro, sus ojos tienen el verde del río», y decide abandonar su casa, y el lector comparte su deseo y mentalmente la ayuda en su huída, creyendo con ella que ese amor la liberará de un padre autoritario, intransigente y violento; pero no es capaz de percibir y el lector tampoco, el peligro que encierran las palabras “Me perteneces”, la crueldad, la humillación y la degradación a la que va a ser sometida y a la que se somete. Con él emprende un viaje a los infiernos, desde la casa de su suegra, la araña, a los distintos cuchitriles, -Elazig, Estambul-, inmundos y desolados, que ella a duras penas convierte en hogar; tras abandonar Turquía, se instalan en Austria, donde el entorno cambia pero su calvario continúa, con un marido alcohólico que utiliza la violación y los golpes como forma de control. Y todo en medio del silencio, un silencio compartido, el de las propias mujeres ante la brutalidad de los hombre, especialmente, el incomprensible silencio de madres y esposas, heridas doblemente en su carne. El silencio se convierte en encierro psicológico tanto para ella como para su hijo mayor, separado a la fuerza de su madre. También se convierte en castigo, llegando a ser tan insufrible para Filiz que anhelará los golpes de su marido como forma de comunicación, de contacto, “como única forma de querer”. Yunus no le dirige la palabra, lo hace a través de su madre, la araña servil, el punto negro, quien la intoxica diciéndole que todo en Austria es pecado; y una vez allí, Yunus además de maltratarla físicamente, lo hará psicológicamente, llegando a estar 137 días en silencio, ignorándola, por lo que ella se hablará a sí misma, encerrada y abandonada en lugares inhabitables, sin comida, magullada por las palizas que retornan con el marido perdido durante meses y sola con sus hijos, a los que dedica sus escasas fuerzas. Aprende a mentir y compra su tranquilidad y la de sus hijos con golpes, convirtiéndolos en moneda de cambio; hasta que la enfermedad, la soledad, y el abandono la llevan a la anomía y a desear la muerte.
Es cierto que hay muchos libros sobre este tema, historias terribles que se repiten desgraciadamente en todas las partes del mundo y que conocemos diariamente por los medios de comunicación; entonces, ¿qué ha aportado Katharina Winkler, para que la crítica haya recibido tan positivamente esta nueva y vieja historia?. La respuesta está en las técnicas empleadas y de todas ellas, la elección de un tipo de lenguaje de tal belleza, que da sosiego y respiro ante las atrocidades relatadas. La autora no sólo maneja brillantemente la prosa poética sino que la combina con el verso libre, arbitrando a su antojo, creando con total libertad una forma adecuada en la que volcar tan duro contenido. Es el resultado de una constante búsqueda poética que le permite verter su trágica expresión. Y para ello se sirve de las repeticiones, entre ellas de la aliteración, no sólo de sonidos sino de palabras clave convertidas en metáforas …”la araña y el punto negro de su suegra, los vaqueros de la libertad…y de paralelismos o repetición de estructuras sintácticas….., “me va bien, me va bien, me va bien”…, Yunus me matará, Yunus me matará, repite…. “El cárdeno adorno es propiedad privada…” ; son repeticiones a modo de cánticos que provocan un ritmo tormentoso de salmodia, y una angustiosa musicalidad percibida por el lector; tan importante como la forma poética, es la disposición tipográfica de los versos, resultando decisiva y altamente significativa en un doble sentido, ya que por una parte potencia el dolor de la protagonista y por otra reduce la tensión dramática, dando un respiro a la historia y al lector para seguir leyendo/sufriendo.
No sólo consigue el efecto deseado con la elaboración poética sino que la sustenta en una sintaxis condensada, desnuda, de frases cortas, concisas y sin verbo para avivar sentimientos y lograr una mayor intimidad. …Los golpes son sordos. La madera suena sorda. Dentro de mí. Yunus pega cada vez más fuerte. A veces parece lenguaje telegráfico, tan cargado de significado que no necesita desarrollo alguno. No hay lugar en Filiz para una explosión de las emociones; la violencia que soporta en silencio se convierte en silencio y en muerte.
Otros elementos narrativos como la situación espacio temporal, son interesantes pero secundarios en la novela. Filiz, es turca y por ello la autora, siendo fiel a la historia real, sitúa la acción en ese país, que es su espacio; también por ello, aporta algunas pinceladas sobre otro tipo de violencia, el conflicto entre el régimen turco y el PKK, partido de los kurdos, que todos sufren , especialmente niños y mujeres. En cuanto al tiempo, sirve a un pasado inmediato; la autora nos da una fecha el 1 de agosto de 1998, cuando Filiz fue trasladada al hospital tras una paliza casi mortal que, por suerte, fue la última que recibió en su vida. El foco de la autora, Katharina Winkler, se centra en el tema, en el maltrato femenino, en una situación sangrante que se ha dado en todo tiempo y lugar y que aún no se ha podido erradicar de la sociedad.
Recomiendo la lectura de este libro, para mantener la memoria viva y el espíritu alerta y sobre todo para que sirva de estímulo y ejemplo de esperanza a tantas y tantas mujeres que han llegado a la anulación por el maltrato. Porque siempre hay algo o alguien que ayuda a encontrar una salida …”En la montaña de basura detrás de la casa brotan flores color de rosa”.