Cada hombre es una raza, Mia Couto

-Sólo queremos un mundo nuevo: que tenga todo de nuevo y nada de mundo.

Cada hombre es una raza, es una colección de once cuentos del   autor mozambiqueño,  António Emílio Leite Couto, más conocido por  Mia Couto,  pseudónimo engañoso para los que nos acercamos por primera vez a sus libros  pensando  que es una mujer la creadora de los mismos. Pero no,   es uno de los autores actuales  más reconocidos, que  goza de un enorme prestigio en los países de lengua portuguesa, no en vano,  en 1999  recibió el Premio Virgílio Ferreira, por el conjunto de su obra y en 2013 ganó el Premio Camões, el equivalente al Premio Cervantes en lengua portuguesa; su obra navega por aguas poéticas, por una sucesión de versos narrados que llenan de belleza las descripciones, y de realismo mágico las narraciones.

Es muy complejo reseñar un conjunto de cuentos, dada la variedad de temas y tratamientos, y es por ello que tendemos a buscar un hilo conductor que revele la personalidad del autor y en su caso, una posible unidad; en los cuentos que nos ocupan, es la elaboración poética,  el elemento que define el estilo literario de Mia Couto; en todas las historias  late la poesía, poblada de metáforas e imágenes de una gran belleza y sensualidad, referidas especialmente a la naturaleza,  al paisaje y a las gentes de Mozambique, a sus tradiciones,  sus creencias ancestrales y   su realidad mágica, que en palabras del autor, no es mágica sino real, vivida así desde el principio de los tiempos. En sus cuentos, los aldeanos conviven con  la hechicería,  en la creencia de que les ayudará   a remediar carencias  de su vida cotidiana,Quien aplicaría la vacuna sería una vieja hechicera que él conocía, con artes capaces de inflamar de pasión un hormiguero de termitas…; también, con las  supersticiones y la magia, que ahogan  el día a día de hombres y mujeres,  provocando miedo y coartando su  libertad;  una libertad que paradójicamente, parecen encontrar sólo allí, un lugar retirado,  donde se puede preservar la soledad:

Entonces, se había impuesto la misión: encontrar un lugar distante, una isla terrestre y proteger la soledad de ese sitio, bregando contra la llegada del tiempo. La leyenda de la novia y el forastero

Podemos afirmar por ello,  que Mozambique es Tema  fundamental en los cuentos de Mia Couto,  ya que  aborda, tanto  el colonialismo portugués,  como su historia reciente, la guerra civil mozambiqueña,  quizá para que no caiga en el olvido. Cuando publicó este libro aún se libraba en Mozambique una guerra comenzada en  1977 y finalizada en   1992, que enfrentó al gobierno comunista unipartidista del Frente de Liberación de Mozambique (FRELIMO), contra las fuerzas insurgentes anticomunistas agrupadas en la Resistencia Nacional Mozambiqueña (RENAMO).

Por otra parte la presencia del paisaje mozambiqueño,  sus tierras, sus montes, sus bosques, nos hablan de un hombre-naturaleza, de una fusión no exenta de violencia en la que el hombre se  imponer a sus semejantes por la jerarquía de la fuerza; y es la mujer la primera que sufre esa posición dominante, como Rosa caramela, humillada y  marginada,  Rosalinda, la ninguna, engañada y vejada por su  marido, Salima,  menospreciada y maltratada,  Zabelani, raptada y encerrada por su tío, la bella Jauharia, entregada a un hombre para salvar a su tribu o la princesa Nadia, recluida y enferma de nostalgia.

Pero no es el único tema; universales como la vida, en fraternidad con la muerte…, Al final: los muertos, los vivientes y los seres que aún esperan nacer forman un tejido único. La frontera entre sus territorios se torna frágil, movediza.., la propia muerte como parte de la vida…, Aquella noche, las horas me recorrían, insomnes manecillas. Yo sólo quería olvidarme. Así acostado, no sufría otra carencia que no fuera, tal vez, la muerte. No aquélla, arrebatadora y definitiva. La otra: la muerte-estación, invierno subvertido por guerrilleras floraciones… y el sueño que transita por ambos,  vía principal  de liberación de la psique,En los sueños todos nos encontramos en un mismo recinto, allí donde el tiempo se reduce a omniausencia. Nuestros sueños no son más que visitas a esas otras vidas, pasadas o futuras, diálogo con nasciturus y fallecidos, en la irrazonable lengua que nos es común…, revelan  la frágil frontera que los separa.

El Racismo también está presente en algunos cuentos de una manera dolorosa,   como en  El baobad que soñaba pájaros:

¿O el culpable sería ese negro, ese canalla, que se apropiaba de la existencia, ignorante de sus deberes de raza? El comerciante debería saber que sus pasos descalzos no cabían en aquellas calles. Los blancos se inquietaban con esa desobediencia, acusando al tiempo.

—El canalla del negro está dentro del árbol. Los pasos de la venganza rodeaban al baobab, pisando las flores. —Es el tipo con su flauta. ¡Toca, cabrón, que vas danzar!

O en Los mástiles del Más Allá:

 Tal vez era un loco peligroso. Sobre todo, era un mulato. Y declaraba: un mestizo no es ni sí ni no. Es un tal vez. Blanco si le conviene. Negro si le interesa. Y además, ¿cómo olvidar la vergüenza que ellos traen de su madre? Chiquiña intercedía: no serían todos así. Habría, ciertamente, tanto buenos como malos.

(…)Allí su recuerdo se arrodillaba, la matraca del policía negro: Pase sin levantar polvo, mierda. No ensucie la bandera. Y él, arrastrando los pies, cargando a sus hijos, sin levantar el paso. El patrón, en la acera, simulaba atender otros asuntos. ¿Puede una persona ser tan desalmada?

Otro tema muy interesante sobre el que los diversos  personajes tienen desigual respuesta, es la preocupación por lo nuevo, su visión del  futuro y el modo de afrontarlo; el autor nos muestra dos actitudes en sus personajes ante lo porvenir, la que evidencia una cierta desconfianza ante los cambios y el temor de  afrontarlos:

Había recorrido las tierras, había conocido su inmensidad. En ese mundo había visto cómo el tiempo, con sus prisas, echa a perder la familia del hombre. La leyenda de la novia y el forastero.

—Esta es la línea de la frontera, Nyambi. Ahora elige: ¿regresas a la aldea o vas hacia el mundo? Nyambi meneó la cabeza, como si se sacudiese el alma.  (…) Entonces, él emprendió el regreso junto a los suyos. Allá al fondo, las pequeñas casas ya encendían sus lucecitas. Sin otro sueño disponible, la aldea se hacía fábula, al margen de los siglos, más allá del último camino. Op. Cit.

Y la actitud valiente de dos adolescentes que debido a su juventud,  confirman la superación del  miedo:

João se puso a hablar, anunciando el futuro: —Lo que dices es peligroso, hijo. Pero João no se atemorizaba, repetía las enseñanzas del mulato. Esa tierra sólo convenía a sus verdaderos hijos, cansada de sangrar riqueza para los extranjeros. Los mástiles del Más Allá

Aunque las incertidumbres se perfilen en la lejanía:

Entonces, sobre el horizonte muy rojo, los dos hermanos vieron, en el mástil de la administración, que se izaba una bandera. Flor de la plantación de fuego, el lienzo huía de su propia imagen. Pensando que era por el humo, los muchachos se enjugaron los ojos. Pero la bandera se afirmaba, como prodigio de estrella, mostrando que el destino de un sol es no ser mirado nunca.  Los mástiles del Más Allá

Si la riqueza temática, condensada en cada relato, muestra una gran sensibilidad,  en el aspecto formal no se queda a la zaga. El gran valor que unifica  la obra y asombra al lector con una estética intimista, es la elaboración poética, gracias a la cual  escuchamos los silencios y contemplamos al viejo en la ventana fumarse el paisaje; pocas veces he leído un libro en prosa tan cargado de poesía como éste; parece que hubiera escrito los versos y los hubiera enlazados posteriormente a través de un  hilo narrativo. Y cuando la narrativa se atempera, deja paso a descripciones cargadas de sensualidad:

Nunca se había visto agua tan copiosa: el paisaje llevaba diecisiete días goteando. El agua lastimaba a la tierra, que apenas sabía nadar. Sobre el tejado de zinc, se estrellaban gruesas gotas, embarazadas de cielo. En la cuesta del monte, sólo persistían los árboles, sin interrumpirse nunca. Los mástiles del Más Allá

Como podemos comprobar, la Sintaxis de la oración simple está al servicio de la narración y la descripción;   la brevedad de las oraciones, que son versos,   le permiten concentrar el contenido y paradójicamente  crear  mundos complejos.

Avemente se anidó en mi pecho. Mujer en mí

-De repente, ellas no eran más que soplo de labios olvidados. Rosalinda la ninguna

-El viejo regresó a la habitación, encendió la pipa y, por la ventana, fumó el paisaje entero. Op.cit.

El gusto por la brevedad y concisión en  las oraciones, le lleva en muchos momentos a utilizar  sentencias cargadas de poesía, que de modo sucinto, encierran un significado profundo:

Las mujeres son muy extensas, uno las viaja, uno siempre se pierde en ellas. El apocalipis privado del tío Guegué

-La belleza de esa niña, sobrino, eres tú quien la pone. Op. Cit.

-No hay buenos en este mundo. Hay sólo malvados con pereza. Op.cit.

-La mujer de nuestra vida es siempre futura. Op.cit.

-Era un hombre sin retrato ni versiones. Parecía tener el corazón en un bostezo. La leyenda de la novia y el forastero

-El mulato es ni sí ni no. Los mástiles del Más Allá

-Sólo queremos un mundo nuevo: que tenga todo de nuevo y nada de mundo. Op.cit.

Pero donde el autor muestra su capacidad innovadora es en el tratamiento del  Léxico, donde  se revela como un inventor de palabras, neologismos creados a partir de dos lexemas o raíces, con los que forma  palabras compuestas, aumentando y  enriqueciendo su significado: lunecía, malamanecí, infantasias, animaldades, argumentiras, benevalentia, entrevivirse distractividades, vivibundo, ladrepiaba, soledumbre; otras veces provoca que la palabra cambie de categoría gramatical:   avemente, aguamente.

Y sobre todo  no olvida el léxico de sus antepasados, manteniendo vivos términos  como: Chissila: mal de ojo, Mezungo: hombre blanco, señor. Mulala: raíz de una planta,  Mussodja: soldado, guerrillero, Ndoé: pez anfibio que en los periodos de secas vive enterrado en el lodo, Concho: canoa, embarcación, Baba: señor padre, Marrabenta: danza del sur de Mozambique… y muchas  otras palabras,  salvaguardadas por la transmisión oral,  refugio de tantas tradiciones. Una intención consciente, que se repite en los numerosos Refranes mozambiqueños que salpican los relatos:

-Sendero de hormigas nunca termina cerca. La princesa rusa

-No corras detrás de la gallina con la sal en la mano. Op.cit.

-El hombre es un hacha, la mujer el azadón.

En cuanto a las posibles influencias literarias y en armonía con su preocupación estilística, mencionaremos la presencia del  Realismo mágico, que, -a pesar de haber leído entrevistas del autor en las que niega este extremo-, nos recuerda a maestros como Juan Rulfo o García Márquez; como ellos,  utiliza elementos fantásticos,  irreales e insólitos,  como parte de la realidad, para profundizar en ella a través de lo mágico. Cuando el cazador y la presa se clavaron la mirada, Chimaliro vio que las manos le menguaban. Como si fueran de tortuga, piernas y brazos entraban en el vestuario. Sintió una calentura que le iba subiendo. Por dentro, los huesos se quemaban y se derretían. Chimaliro disminuía. Intentó huir y no pudo. El suelo le parecía enorme, el bosque interminable. Deambuló sin destino hasta que la mujer lo recogió en aquel estado de miniatura. Ella entonces le limpió los mocos y se lo llevó a casa. La leyenda de la novia y el forastero

Surgió la orden: tenéis prohibida la calle, no volveréis a salir. Se corrieron las cortinas, las casas cerraron sus párpados. Parecía que ya imperaba el orden. Fue cuando surgieron las sorpresas. Las puertas y las ventanas se abrían solas, los muebles aparecían volcados, los cajones fuera de lugar. El baobad que soñaba pájaros

Otra influencia literaria latente  en los cuentos es el Surrealismo; ya hemos mencionado más arriba los sueños y su poder liberador; a través de lo onírico,  la narración  trasciende lo real y lo racional,  para reflejar el funcionamiento sin control del subconsciente; el siguiente texto muestra magistralmente esta tendencia:

 El pobre animal no duró en este mundo. Primero, se le deshicieron los cuernos. No se le cayeron, dobles y firmes. No. Se consumieron, líquidos, derramados. Después, el color del cabrito se enfrió y los pelos se echaron a volar, plumas de ceniza al viento. Sin pelo, menos denso que una nube, el rumiante reculó hacia dentro del cuerpo. Y acabó vaciado, polvo, cerniduras de animal. Todos coincidían: el perro volaba. Así se explicaban esos píos. El animal se volvía lechuza en la copa de los árboles, la baba goteaba quemando hojas y ramajes. La leyenda de la novia y el forastero

—¿Qué vimos? Vimos que la lengua se le salía fuera de la boca, que se paseaba sola, separada del cuerpo. Los oyentes no dudaban. Ya imaginaban esa lengua vagabundeando, húmeda, escupidora. ¿Hablaba? ¿Lamía? ¿Besaba? Op.cit.

 La huella de los clásicos, especialmente de  Las metamorfosis de Ovidio, también está presente y deja su poso en el cuento El baobad que soñaba pájaros,  donde asistimos a la maravillosa  transformación   de un  niño en árbol, motivada  por  la persecución y el odio de los blancos; una metamorfosis cargada de emotividad y sensualidad, análoga  a la que sufriera la ninfa  Dafne, al ser perseguida por Apolo:

-Apenas terminada la súplica, una pesada torpeza se apodera de sus miembros, sus delicados senos se ciñen con una tierna corteza, sus cabellos se alargan y se transforman en follaje y sus brazos en ramas; los pies, antes tan rápidos, se adhieren al suelo con raíces hondas y su rostro es rematado por la copa. Metamorfosis, Ovidio

O de Garcilaso de la Vega, que poetizó esta historia en su Soneto XIII, dedicado a Dafne y Apolo, del que seleccionamos  sólo los  cuartetos :

A Dafne ya los brazos le crecían,
y en luengos ramos vueltos se mostraban;
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que’l oro escurecían.

De áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aún bullendo estaban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.

Mía Couto hace una reelaboración personal del mito, llena de intimismo y magia:

índice1.2

Las antorchas se aproximaron al tronco, el fuego sedujo a las viejas cortezas. Dentro, el niño había empezado un sueño: sus cabellos figuraban como hojas pequeñitas, las piernas y los brazos se volvían madera. Los dedos, leñosos, buscaban lombrices en la tierra. El niño transitaba de reino: arborecido, en un estado de consentida imposibilidad. Y desde el sonámbulo baobab subían las manos del pajarero. Tocaban las flores, las corolas se encapsulaban: nacían asombrosos pájaros y se soltaban, como pétalos, sobre la cresta de las llamas. ¿Las llamas? ¿De dónde llegaban estas, excediendo la lejanía del sueño? Fue cuando Tiago sintió la herida de las llamaradas, la seducción de la ceniza. Entonces el niño, aprendiz de la savia, emigró entero hacia sus recientes raíces. El baobad que soñaba pájaros

Y toda esta elaboración poética sin perder el HUMOR,

Era una vacuna tradicional, hecha con polvos del fuego, cenizas de hueso de león.

—¿León? ¿Dónde se encuentran leones en estos tiempos?

—Son leones antiguos, coloniales. Calidad garantizada.

Quien aplicaría la vacuna sería una vieja hechicera que él conocía, con artes capaces de inflamar de pasión un hormiguero de termitas.

Iban a consultarla incluso cooperantes. La hechicera, decía el vecino, era varias veces internacional.

Pero Benjamim se tendría que trasladar, con alma y equipaje, a la residencia de la vieja.

—Un curso de capacitación, como dicen por ahí. Tendría que pasar por la prueba final con la propia hechicera. El ex futuro padre y su previuda

 Sólo me resta decir que la lectura de este libro y su regusto a la hora de analizarlo, me ha regalado muchos momentos placenteros. Y la razón principal,  reside en su creatividad  poética,  en la poesía que  puebla su prosa,  plagada de símiles, hipérboles, metáforas, metonimias y especialmente sinestesias,  que nos permiten percibir de manera espontánea y con todos nuestros sentidos,  sonidos, colores, olores, sensaciones entreveradas de sentimientos que nos transportan  más allá de lo real,   para hacernos vivir lo real-imaginario.

Un libro absolutamente recomendable.

Agradezco a Ana Burgaleta, las preciosas fotos de baobads, enviadas desde Tutume, Botswana

 

4 comentarios sobre “Cada hombre es una raza, Mia Couto

  1. Voy a ver si puedo dejarte un comentario a pesar de este lío que me tengo con blogger, word press.
    No te diré nada que no te dijera ya en la tertulia online. Sólo decir que es una buena reseña, con muchas citas que vendrán fenomenal a cualquiera que quiera introducirse o saber algo de la narrativa de Mia Couto.
    Un beso

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