«El que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho». Con esta sentencia pronunciada en el capitulo XXV de la II parte por Don Quijote, el caballero expresa su norma de vida, un patrón vital que aúna la lectura y los viajes como una manera de vivir, de asombrarnos y enriquecernos, de descubrir otros mundos y de vivirlos.
Lo que vemos, escuchamos y leemos, converge a menudo en la fusión y confusión de lo real con lo imaginario. Mostrar la ficción quijotesca como una realidad, ha sido el objetivo de este fin de semana, en el que instalé a hijos y nietos en el universo cervantino, para vivir “El Quijote” en familia de la manera más natural, guiándoles por los lugares que recorrieron caballero y escudero y leyendo sus aventuras en el lugar que sucedieron; dado que el objetivo principal del viaje era implicar a las niñas en la lectura, adapté los textos seleccionados a las edades de las nietas ,-entre 12 y 7 años-, y actualicé las palabras más arcaicas, para que ellas disfrutaran y entendieran lo que leían (ver anexo) y por aquello de que, …lo bueno si breve, dos veces bueno; posteriormente los dramaticé, repartiendo personajes entre toda la familia, -dejando al pequeño de 4 añitos de espectador-, para que nuestras jóvenes lectoras se sintieran arropadas en la aventura conjunta de leer; de este modo preparamos una “mini ruta”, en la que fusionamos diversas experiencias: las lecturas del Quijote, la visita a los escenarios quijotescos, las degustaciones gastro-literarias y una convivencia familiar divertida y enriquecedora; para ello, alquilamos una casa rural en Urda, una pequeña localidad, cercana a Consuegra, cuyo término municipal se sitúa a caballo entre las comarcas naturales de los Montes de Toledo y La Mancha, concretamente en las faldas de la Sierra de la Calderina.

La casa escogida, en el centro del pueblo, era idónea para las cuatro familias, pues estaba organizada en apartamentos independientes que confluían en un gran patio central, ocupado por una piscina que alivió los calores manchegos; contaba además con una terraza en la que había una gran barbacoa, elemento indispensable para brasear carnes y pescados que llevamos desde el puerto de Madrid.


La primera noche, los chicos hicieron la barbacoa de carne y disfrutaron de cada una de las ceremonias, encender el fuego, preparar las viandas y evitar las chispas que saltaban e iluminaban la noche. Después de degustar los manjares, compartimos hijos y nietos juegos de mesa hasta que éstos fueron desapareciendo según les vencía el sueño, aunque hubo algunos que se quedaron hasta altas horas, gozando del fuego y la conversación.

A la mañana siguiente, y tras reunirnos alrededor del gran desayuno en el que no faltaron el chocolate y los churros, nos encaminamos hacia nuestro primer destino, Consuegra, no sin antes escuchar como música de fondo, en la voz de Juan Manuel Serrat, el bellísimo poema de León Felipe “Vencidos», que el poeta dedicó a la figura de Don Quijote. (leer en el anexo y escuchar aquí). https://www.youtube.com/watch?v=75wK4oebCWM
Llegados al pueblo, subimos a los altos de Consuegra en los que señorean los blancos molinos de viento, como gigantes defendiendo el paisaje; es uno de los conjuntos mejor conservados de toda España, formado por doce molinos de los trece que antaño coronaron la llamada Crestería Manchega, en lo alto del Cerro Calderico que domina la localidad. Y aquí, iniciamos nuestra verdadera aventura literaria: leer “El Quijote” en familia.

La primera lectura la hizo mi nieta mayor, quien repitió la famosísima frase que comienza la novela… En un lugar de la Mancha2, de cuyo nombre no quiero acordarme3, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor4…, inicio del cap. I de la primera parte, en la que Cervantes nos presenta a su caballero. Me encantó, compartir con mis nietos, mis héroes literarios y que los descubrieran a través de las palabras cervantinas. Continuaron con la lectura, las otras dos nietas, con una seriedad y un empeño admirables para sus 8 y 7 años; y finalizamos los abuelos la presentación del caballero, a la sombra de un árbol, en la puerta del Castillo de Consuegra y con el decorado de los molinos recortados en el paisaje manchego.

Esta fortaleza fue comenzada a mediados del siglo X, época de esplendor del califato de Córdoba y terminada en el siglo XIII por los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén. Los años transcurridos entre una y otra fecha quedan patentes en los diferentes modelos constructivos que muestra el castillo; merece la pena visitarlo si se va con niños y sobre todo apuntarse a las visitas teatralizadas, que van representando los hechos históricos de un modo vivo y ameno. Nosotros completamos la actividad asistiendo a la exhibición de aves rapaces que se realiza en la liza, -el espacio que se encuentra nada más cruzar el puente levadizo-, que permitió a los niños interactuar con las aves y conocer la historia de la Edad Media desde el punto de vista de la cetrería. Está muy bien llevada por un equipo de ornitólogos profesionales y educadores medioambientales que no sólo tratan de entretener, sino de enseñar y concienciar a niños y mayores sobre la función de las aves.
Acabada la visita, con los molinos de viento como decorado, y en el mismo lugar en el que Cervantes imaginó uno de los episodios más famosos de “El Quijote”, leímos la aventura de “Los Molinos de Viento”, ubicada en el cap VIII de la primera parte. titulada “ Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación”. Los encargados de dramatizarla fueron mi hijo mayor y su mujer, quienes supieron dar a la lectura el énfasis adecuado y en la que Pablo pudo mostrar sus artes interpretativas fruto de los estudios de doblaje que cursara en su tierna juventud.


Desde allí nos encaminamos hacia Puerto Lápice, lugar en el que se sitúa la venta que Don Quijote creía castillo y en la que nuestro hidalgo fue armado caballero. En el patio de la venta, hoy restaurante típico manchego, probamos algunas de las viandas descritas en el cap I de la I parte, imitando lo que comiera el caballero… “Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lantejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda”. Nosotros nos decantamos por los duelos y quebrantos, más carnero que vaca y unas gachas de matanza, regado, como hacía Sancho Panza, con un buen vino manchego.


Y allí junto a su escultura, donde Don Quijote pasó la noche velando sus armas, leímos el pasaje que trata de cómo nuestro hidalgo fue armado caballero, narrado en los “Capítulos II y III de la Primera Parte”-. Esta tercera lectura corrió a cargo de mi hija mayor y su marido, quienes nos transportaron con su lectura al instante en que el ventero... alzó la mano y diole sobre el cuello un buen golpe, y tras él, con su mesma espada, un gentil espaldarazo. Hecho esto, mandó a una de aquellas damas que le ciñese la espada,…, haciéndonos disfrutar de tan importante momento.
Después de una agradable sobremesa nos dirigimos a Campo de Criptana, para contemplar el precioso paisaje formado por los Molinos de Viento, situados en los parajes de «Sierra de los Molinos» y «Cerro de la Paz«. De los 34 molinos censados en 1752, en la actualidad se conservan diez, siendo tres de ellos originales del siglo XVI (Infanto, Burleta y Sardinero) y los siete restantes (Lagarto, Culebro, Pilón, Cariari, Inca Garcilaso, Quimera y Poyatos) construidos a partir de 1900. Cuatro de ellos son visitables, pero hay que reservar con antelación por lo que nosotros, que no lo hicimos, sólo pudimos visitar el “Molino El culebro”, convertido en museo dedicado a la actriz Sara Montiel nacida en la localidad.



Acabada la vista, bajo la sombra del molino hicimos nuestra cuarta lectura perteneciente al cap VII de la I parte, titulado “ De la segunda salida de nuestro buen caballero don Quijote de la Mancha”, en la que Cervantes nos presenta al compañero inseparable de don Quijote, Sancho Panza, un fiel escudero que le acompañará desde esta segunda salida hasta el final de sus aventuras. Esta vez escuchamos a mi hija pequeña y a su pareja, rodeados de la chiquillería, que alternaron sus voces para hacer un auténtico retrato del gran Sancho Panza.
Los nietos, tras la lectura pudieron corretear por la explanada y jugar al escondite entre los molinos, bajo un sol que convertía en espejismo el paisaje manchego. Y allí, con los niños, cantamos la canción de « Don Quijote y Sancho», que el «Dúo Botones» hiciera famosa allá por 1979.
Tras un día lleno de emociones y descubrimientos para los nietos, volvimos a Urda, a la casa rural para degustar la segunda barbacoa que los chicos hicieron para su deleite y el de toda la familia. Si la primera fue de sabrosísima carne, esta vez la parrillada fue de pescado y pudimos disfrutar de un rodaballo espectacular, de gambas, navajas y una gran variedad de viandasque en las manos de los chef, se convirtieron en verdaderos manjares. Después de la cena, mayores y pequeños nos reunimos de nuevo, alrededor de los juegos de mesa con los que todos nos divertimos, especialmente las nietas que participaron activamente.
La tercera jornada llegó inexorable, así como la vuelta a Madrid. En un principio pensamos aprovechar el domingo, y de regreso, hacer una parada en Ocaña, pero cambiamos de opinión sobre la marcha por no privarnos de un último y relajado desayuno familiar y de conocer el pueblo que apenas habíamos visitado; ayudaron a la decisión las altas temperaturas y la abundante comida sobrante que nos decidió a quedarnos en Urda y conocer su patrimonio artístico y cultural; de las tres iglesias del pueblo, –La ermita de la Concepción, La iglesia de San Juan Bautista y La ermita del Cristo de Urda (Vera Cruz), visitamos esta última por ser la primitiva de esta localidad, construida probablemente antes del siglo XVI.

Este santuario muestra un exterior muy austero y un interior de gran riqueza barroca; está construido con piedras de las canteras de la localidad y el campanario, que se veía iluminado desde el interior de la Casa rural, es de ladrillos macizos. Es un edificio de una sola nave y el Retablo Mayor data del Siglo XVII; en el centro del mencionado Retablo se haya el camarín, donde se encuentra la Sagrada Imagen del Santísimo Cristo de la Vera-Cruz, obra del imaginero Luis de Villoldo, creada en sus talleres de Toledo y entregada a la Real Archicofradía el 30 de junio de 1596; el camarín está decorado con lienzos de Guerrero Malagón, pintor local, además de escultor, dibujante, tallista, imaginero y escritor, que cuenta con un museo en el pueblo dedicado a su obra; no pudimos visitarlo porque estaba cerrado.


Despues de visitar la iglesia, bajamos hasta un parque donde los niños se divirtieron en los columpios y nosotros nos tomamos un refresco en un bar cercano que tenía una terraza de lo más acogedora; después de hacernos fotos e inmortalizar nuestra estancia en Urda, nos dirigimos hacia la Plaza del Ayuntamiento, muy coqueta con su fuente central, y de allí a La casa rural, para comer de nuevo en familia y preparar nuestra marcha.
Ha sido un viaje corto pero intenso, cargado de emociones, una experiencia familiar inolvidable; lo más reconfortante ha sido ver a mis nietos correr, jugar y vivir los lugares por los que cabalgó Don Quijote y sentir que el caballero se había convertido en uno más del grupo familiar; los niños han leído sus palabras y la figura de Don Quijote ya está instalado en sus mentes para que en su madurez puedan rescatarlo y convertirlo, no sólo en compañero de viaje sino en el mejor compañero de vida. Gracias a todos por mostrar lo mejor de cada uno. Siempre lo he sabido pero esta convivencia me ha reafirmado que no hay nada mejor que viajar en familia.
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ANEXOS: Textos cervantinos y Poema de León Felipe (Para animar a las familias con niños)
PRIMERA LECTURA. NIETAS Y ABUELOS Capítulo I, Primera parte. “Que trata de la condición y ejercicio del famoso y valiente hidalgo don Quijote de la Mancha “
NIETA 1ª: En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no hace mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza dispuesta, escudo antiguo de cuero , rocín flaco y galgo corredor. Consumían las tres partes de su hacienda, una olla de cocido, con algo más vaca que carnero, sobras las más noches, duelos y quebrantos los sábados (huevos con tocino), lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, El resto de sus posesiones, las formaban,trajes de buen paño de abrigo, medias de terciopelo para las fiestas, con sus calcetines de lo mismo, y los días de entresemana vestía con un paño fino de color ceniciento de lo más fino.
NIETA 2ª..: Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza que así ensillaba el rocín como le acompañaba al mercado. La edad de nuestro hidalgo estaba alrededor de los cincuenta años. Era de constitución recia, seco de carnes, amarillo de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Según dicen tenía el sobrenombre de «Quijada», o «Quesada», que en esto hay alguna diferencia en los autores que de este caso escriben.
NIETA 3ª ..: Es importante saber que este hidalgo, en los ratos que no hacía nada, —que eran los más del año—, leía libros de caballerías, con tanta afición y gusto, que olvidó el ejercicio de la caza y descuidó su casa; y llegó a tanto su curiosidad, que vendió muchas de sus tierras para comprar libros de caballerías.
ABUELO ..: En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más estraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció necesario, hacerse caballero andante y irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras que él había leído en los libros de caballerías, para lograr eterno nombre y fama.
Y lo primero que hizo fue limpiar unas armas que habían sido de sus bisabuelos, que, estaban llenas de moho y olvidadas en un rincón. Limpiólas lo mejor que pudo; pero vio que tenían una gran falta, y era que no tenían celada de encaje, sino morrión simple; mas a esto suplió su industria, porque de cartones hizo un modo de media celada que, encajada con el morrión, hacíanIX una apariencia de celada entera. Fue luego a ver su rocín que aunque flaco y huesudo, le pareció que ni el Bucéfalo de Alejandro ni Babieca el del Cid con él se igualaban. Cuatro días se le pasaron en imaginar qué nombre le pondría55; y así, después de pensar muchos nombres, al fin le vino a llamar «Rocinante», nombre, a su parecer, alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo5
ABUELA..: Puesto nombre a su caballo, quiso ponérsele a sí mismo, y en este pensamiento duró otros ocho días, y al cabo se vino a llamar «don Quijote»; quiso añadir, como había leído en los libros de otros caballeros famosos, el nombre de su reino y patria, por hacerla famosa, y se llamó «don Quijote de la Mancha», con que a su parecer declaraba su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre de ella.
No le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse, porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto. Finalmente halló a quien dar nombre de su dama! Y fue, a lo que se cree, que en un pueblo cerca del suyo había una moza labradora muy guapa, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque ella jamás lo supo. Se llamaba Aldonza Lorenzo, y le pareció bien darle título de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo y que pareciese de princesa y gran señora, vino a llamarla «Dulcinea del Toboso» porque era natural del Toboso: nombre, a su parecer, músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto.
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SEGUNDA LECTURA. CAPÍTULO VIII DE LA PRIMERA PARTE
“Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación”.
Narrador : En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
D,Q: —La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes, con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer, que esta es buena guerra3, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra4.
S.P: —¿Qué gigantes? —dijo Sancho Panza.
D.Q: —Aquellos que allí ves —respondió su amo—, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
S.P: —Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes5, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
D.Q:—Bien parece —respondió don Quijote— que no estás cursado en esto de las aventuras6: ellos son gigantes; y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla7.
Narrador: Y, diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante8, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que sin duda alguna eran molinos de viento, y no gigantes, aquellos que iba a acometerI. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes9, que ni oíaII las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran, antes iba diciendo en voces altas:
D.Q —Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.
Narrador: Levantóse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:
D.Q:—Pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.
Narrador: Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante y embistió con el primero molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el golpe que dio con él Rocinante.
Sancho. P:—¡Válame Dios! —dijo Sancho—. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?
Narrador: Y, ayudándole a levantar, tornó a subir sobre Rocinante, que medio despaldado estaba. (…) Y, hablando, siguieron el camino del Puerto Lápice, porque allí decía don Quijote que no era posible dejar de hallarse muchas y diversas aventuras, por ser lugar muy pasajero.
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TERCERA LECTURA: . Capítulo III de la Primera parte. “Donde se cuenta la graciosa manera que tuvo don Quijote en armarse caballero”
Narrador: Luego que vio la venta se le representó que era un castillo con sus cuatro torres y chapiteles de luciente plata, sin faltarle su puente levadiza y honda cava. Fuese llegando a la venta que a él le parecía castillo, y a poco trecho della detuvo las riendas a Rocinante, esperando que algún enano se pusiese entre las almenas a dar señal con alguna trompeta de que llegaba caballero al castillo.Pusiéronle la mesa a la puerta de la venta, por el fresco, y trújole el huésped una porción del mal remojado y peor cocido bacallao y un pan tan negro y mugriento como sus armas; pero era materia de grande risa verle comer, porque, como tenía puesta la celada y alzada la visera, no podía poner nada en la boca con sus manos si otro no se lo daba y ponía, y, ansí, una de aquellas señoras servía deste menester. Mas al darle de beber, no fue posible, ni lo fuera si el ventero no horadara una caña, y, puesto el un cabo en la boca, por el otro le iba echando el vino; y todo esto lo recibía en paciencia, a trueco de no romper las cintas de la celada.
Narrador: Y, así, acabada la cena, llamó al ventero y, encerrándose con él en la caballeriza, se hincó de rodillas ante él, diciéndole:
D.Q: —No me levantaré jamás de donde estoy, valeroso caballero, fasta que la vuestra cortesía me otorgue un don que pedirle quiero, el cual redundará en alabanza vuestra y en pro del género humano
Narrador: El ventero, que vio a su huésped a sus pies y oyó semejantesI razones, estaba confuso mirándole, sin saber qué hacerse ni decirle, y porfiaba con él que se levantase, y jamás quiso4, hasta que le hubo de decir que él le otorgaba el don que le pedía.
D.Q: —No esperaba yo menos de la gran magnificencia vuestra, señor mío —respondió don Quijote—, y así os digo que el don que os pido y de vuestra liberalidad me ha sido otorgado es que mañana me habéis de armar caballero, y esta noche en la capilla de este vuestro castillo velaré las armas, y mañana, se cumplirá lo que tanto deseo, para poder ir por todas las cuatro partes del mundo buscando las aventuras, en pro de los menesterosos, como está a cargo de la caballería y de los caballeros andantes, como yo soy.
Narrador: El ventero, que, como está dicho, era un poco socarrón y ya tenía algunos barruntos de la falta de juicio de su huésped, por tener que reír aquella noche, determinó de seguirle el humor. Trujo luego un libro y con una vela que le traía un muchacho, y con las dos ya dichas doncellas, se vino adonde don Quijote estaba, al cual mandó hincar de rodillas; y, en mitad de la leyenda alzó la mano y diole sobre el cuello un buen golpe, y tras él, con su mesma espada, un gentil espaldarazo. Hecho esto, mandó a una de aquellas damas que le ciñese la espada, la cual lo hizo con mucha desenvoltura y discreción, porque no fue menester poca para no reventar de risa a cada punto de las ceremonias; al ceñirle la espada dijo la buena señora:
Dama: —Dios haga a vuestra merced muy venturoso caballero y le dé ventura en lides.
Narrador: Hechas, pues, las hasta allí nunca vistas ceremonias, no vio la hora don Quijote de verse a caballo y salir buscando las aventuras, y, ensillando luego a Rocinante, subió en él y, abrazó a su huésped, agradeciéndole la merced de haberle armado caballero. El ventero, por verle ya fuera de la venta, respondió a las suyas y, sin pedirle la costa de la posada, le dejó ir en buena hora.
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CUARTA LECTURA. Capítulo VII, “De la segunda salida de nuestro buen caballero don Quijote de la Mancha”
Narrador..:Tras salir de la venta se encontró con unos mercaderes toledanos que iban a comprar seda a Murcia y creyendo que era una nueva aventura, les obligó a manifestar que Dulcinea del Toboso era la mujer más bella; ellos que no estaban para juegos, se negaron por lo que Don Quijote, arremetió contra ellos, resultando apaleado; fue recogido por un vecino de su pueblo que lo llevó a su casa donde le esperaban el ama, su sobrina y el cura, que al verlo en ese estado determinaron quemar todos los libros de la biblioteca, para que no alimentaran su loco deseo de ser caballero andante.
Narrador: Es, pues, el caso que él estuvo quinceXI días en casa muy sosegado, sin dar muestras de querer segundar sus primeros devaneos27; en los cuales pasó graciosísimos cuentos con el cura y el barbero28, sobre la necesidad que tenía el mundo de tener caballeros andantes y de que se resucitase la caballería andantesca.
En este tiempo buscó don Quijote a un labrador vecino suyo, hombre de bien —si es que este título se puede dar al que es pobre30—, pero de muy poca sal en la mollera31. Tanto le dijo, tanto le persuadió y prometió, que el pobre villano determinó de salirse con él y servirle de escudero32. Decíale que se dispusiese a ir con él de buena gana, porque le podía suceder alguna aventura en que ganase, alguna ínsula, y le dejase a él por gobernador della. Con estas promesas y otras tales, Sancho Panza37, que así se llamaba el labrador, dejó su mujer y hijos38 y asentó por escudero de su vecino39.
Dio luego don Quijote orden en buscar dineros, y, vendiendo una cosaXII y empeñando otra y malbaratándolas todas, llegó una razonable cantidad40. Acomodóse asimesmo de una rodela41 que pidió prestada a un su amigo y, pertrechando su rota celada lo mejor que pudo42, avisó a su escudero Sancho del día y la hora que pensaba ponerse en camino, para que él se acomodase de lo que viese que más le era menester. Sobre todo, le encargó que llevase alforjas. Él dijo que sí llevaría y que pensaba llevar un asno que tenía muy bueno, porque él no estaba hecho a andar mucho a pie43. En lo del asno reparó un poco don Quijote; mas, con todo esto, determinó que le llevase, pensando acomodarle44 de más honrada caballería habiendo ocasión para ello, quitándole el caballo al primer descortés caballero que topase; todo lo cual cumplido, sin despedirse Panza de sus hijos y mujer, ni don Quijote de su ama y sobrina, una noche se salieron del lugar sin que persona los viese; en la cual caminaron tanto, que al amanecer se tuvieron por seguros de que no los hallarían aunque los buscasen.
Iba Sancho Panza sobre su jumento como un patriarca47, con sus alforjas y su bota, y con mucho deseo de verse ya gobernador de la ínsula que su amo le había prometido. Acertó don Quijote a tomar la misma derrota48 y camino que el que él había tomado en su primer viaje, que fue por el campo de Montiel, Dijo en esto Sancho Panza a su amo:
Sancho Panza—Mire vuestra merced, señor caballero andante, que no se le olvide lo que de la ínsula me tiene prometido50, que yo la sabré gobernar, por grande que sea.
Don Quijote —Has de saber, amigo Sancho Panza, que fue costumbre muy usada de los caballeros andantes antiguos hacer gobernadores a sus escuderos de las ínsulas o reinos que ganaban51, y yo tengo determinado de que por mí no falte tan agradecida usanza, antes pienso aventajarme en ella52; pero si tú vives y yo vivo bien podría ser que antes de seis días ganase yo tal reino, que tuviese otros a él adherentes que viniesen de molde para coronarte por rey de uno dellos.
Sancho Panza —De esa manera, si yo fuese rey por algún milagro de los que vuestra merced dice, por lo menos mi mujer, vendría a ser reina, y mis hijos infantes.
Don Quijote : —Pues ¿quién lo duda?
Sancho —Yo lo dudo. —Sepa, señor, que no vale dos maravedís para reina; condesa le caerá mejor, y aun Dios y ayuda.
Don Quijote—Encomiéndalo tú a Dios, Sancho —respondió don Quijote—, que Él dará lo que más le convenga;
Sancho—No haré, señor mío, y más teniendo tan principal amo en vuestra merced, que me sabrá dar todo aquello que me esté bien y yo pueda llevar.
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VENCIDOS AUTOR: León Felipe CANTA: Juan Manuel Serrat
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Y ahora ociosa y abollada va en el rucio la armadura,
y va ocioso el caballero, sin peto y sin espaldar,
va cargado de amargura,
que allá encontró sepultura
su amoroso batallar.
Va cargado de amargura,
que allá «quedó su ventura»
en la playa de Barcino, frente al mar.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar.
Va cargado de amargura,
va, vencido, el caballero de retorno a su lugar.
¡Cuántas veces, Don Quijote, por esa misma llanura,
en horas de desaliento así te miro pasar!
¡Y cuántas veces te grito: Hazme un sitio en tu montura
y llévame a tu lugar;
hazme un sitio en tu montura,
caballero derrotado, hazme un sitio en tu montura
que yo también voy cargado
de amargura
y no puedo batallar!
Ponme a la grupa contigo,
caballero del honor,
ponme a la grupa contigo,
y llévame a ser contigo
pastor.
Por la manchega llanura
se vuelve a ver la figura
de Don Quijote pasar…
Una herencia para toda la vida, estas experiencias familiares, que dejan huella no sólo en forma de relato… gracias por plasmarlo mamá! TVB
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Lo mejor del viaje ha sido vivirlo con vosotros. TVB
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Ceci,
Cómo he disfrutado con la lectura de esta experiencia tan estupenda. ¡Eres única!
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Ceci,
¡Eres única! Me encanta cómo disfrutas con tu familia y tus lecturas…
Chus.
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Sólo me falta el mar…….
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