El Quijote: un juego de perspectivas

Tengo una deuda con este blog y con los lectores que me siguen y  es rendir  homenaje al título del mismo, viveelquijote, enunciado que obedece no sólo a una admiración sin límites por la obra de Cervantes sino al convencimiento de su valor atemporal  y  de su necesidad actual como modelo de vida  y espejo literario. Esta devoción que siento ante El Quijote,  la han sentido millones de personas desde hace 400 años, por lo que introducirse en su estudio  es una tarea arriesgada, ya que hasta el más mínimo detalle ha sido observado, explicado e interpretado por numerosos expertos a lo largo del tiempo. A través de la siguiente exposición, sólo pretendo  animar a los lectores que no se han atrevido a leer el Quijote o lo han hecho obligados en su etapa del bachillerato,  a realizar,  como si de un viaje se tratara,   un acercamiento a esos lugares imprescindibles de obligada visita; el Quijote es un viaje que vamos a realizar juntos,  en el que a través de textos seleccionados,  descubriremos las razones de por qué se ha convertido en una historia universal. Su perdurabilidad a lo largo del tiempo no sólo está en los mimbres con los que ha insuflado un alma a  sus personajes sino en las raíces que lo soportan. Y esas raíces son  las técnicas narrativas,   desconocidas para el gran público  y casi siempre  imperceptibles, como la estructura oculta de un bello edificio.

Empezaré explicando  una de las técnicas más  interesantes utilizadas por Cervantes en El Quijote,  el perspectivismo, que podemos definir como  el uso de diferentes  puntos de vista ante una misma realidad;  no voy a internarme en  las innumerables aventuras en las que amo y escudero defienden puntos de vista distintos,  hoy hablaremos del perspectivismo formal, de esta  técnica que permite al autor enfocar su obra caleidoscópicamente y desafiar a público y críticos, complicando la historia  con varios narradores, diversos  autores, distintos manuscritos  y hasta sabios encantadores, que desde distintas ópticas van a ir creando la novela al tiempo que la van narrando.

Con este   juego  de narradores, Cervantes consigue  alejarse de sus personajes y dotarles de vida propia, independencia y credibilidad. ¿Y en qué consiste? Pues en un trabajo de elaboración. Como bien sabéis toda novela necesita de un narrador; en el caso del Quijote hay un narrador en primera persona que podría  ser el autor,  en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…, que conoce la historia de D. Quijote,  que interviene a la par como narrador y personaje, –narrador homodiegético-, y que describe las aventuras según  van sucediendo;  pero conforme  avanza la narración, va sembrando una cierta ambigüedad  sobre determinadas cuestiones;  ya en el capítulo I de la primera parte, declara  que existen  diversos autores de la historia, que no acaban de ponerse de  acuerdo sobre el nombre del caballero:al cabo se vino a llamar «don Quijote»; de donde, como queda dicho, tomaron ocasión los autores desta tan verdadera historia que sin duda se debía de llamar «Quijada» , y no «Quesada», como otros quisieron decirY sigue confundiendo  al lector cuando un poco más adelante,  se inhibe de la responsabilidad de lo que cuenta, utilizando una oración impersonal para relatar, cómo D. Quijote, escoge el nombre de su dama, la que sería Dulcinea del Toboso, dejando entrever  que la historia era conocida popularmente y que todos sabían de la existencia de la labradora;   lo hace de esta manera …Y fue, a lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado. Cap I Primera parte.

En el capítulo II de la primera parte, el narrador  persiste  en la pluripaternidad  de autores que se han ocupado de la historia, anónimos por supuesto, afirmando que él mismo ha investigado y encontrado en los Anales de La Mancha, datos que corroboran el itinerario que siguió nuestro caballero   Autores hay que dicen que la primera aventura que le avino fue la del Puerto Lápice; otros dicen que la de los molinos de viento; pero lo que yo he podido averiguar en este caso, y lo que he hallado escrito en los anales de la Mancha es que él anduvo todo aquel día… ¿Qué pretende el narrador? De momento ha hecho un buen trabajo de marketing, convenciendo al lector de que está contando una historia  real, con  enjundia, corroborado este extremo, por los numerosos autores que se han hecho eco de ella, por ser parte del  acervo popular y por estar  documentada  en los anales de la Mancha; en suma, ha dado importancia y verosimilitud a la obra y por supuesto, ha logrado un decisivo distanciamiento del escritor.

Si este ha sido el juego de equívocos del narrador,  D. Quijote no se queda a la zaga, haciendo publicidad de sus hazañas,  hablando del sabio que las escribirá, –el narrador nos había convencido de  que ya estaban escritas-,  y profetizando el éxito de sus aventuras, futurible que se hará real  más allá de lo que nunca hubiera pensado el autor;  además de anticipar lo que sucederá,  dirige  la mano del sabio que escribirá sus hechos,  dictándole el contenido:  …Yendo, pues, caminando nuestro flamante aventurero, iba hablando consigo mesmo y diciendo:¿ —Quién duda sino que en los venideros tiempos, cuando salga a luz la verdadera historia de mis famosos hechos, que el sabio que los escribiere no ponga, cuando llegue a contar esta mi primera salida tan de mañana, desta manera?: «Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos.

Y añadió diciendo:

—Dichosa edad y siglo dichoso aquel adonde saldrán a luz las famosas hazañas mías, dignas de entallarse en bronces, esculpirse en mármoles y pintarse en tablas, para memoria en lo futuro. ¡Oh tú, sabio encantador, quienquiera que seas, a quien ha de tocar el ser coronista desta peregrina historia!

 Pero he aquí que el juego continúa con un movimiento magistral  y es que el narrador confiesa al llegar al capítulo VIII, I donde se cuenta la aventura de D. Quijote con el vizcaíno, que el autor de la historia deja la aventura inacabada, –congelando   al Quijote con la espada en alto y al vizcaíno cubriéndose con una almohada-, y que no hay más escritos  que la concluyan; y además menciona a un  segundo autor, que se niega a admitir, tanto la  pérdida del manuscrito como  su  olvido, por lo que  decide  buscarlo para dar fin a esta aventura,  interrumpida como si de una viñeta de cómic se tratara;  y así lo cuenta:  

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Venía, pues, como se ha dicho, don Quijote contra el cauto vizcaíno con la espada en alto, con determinación de abrirle por medio, y el vizcaíno le aguardaba ansimesmo levantada la espada y aforrado con su almohada, y todos los circunstantes estaban temerosos y colgados de lo que había de suceder de aquellos tamaños golpes con que se amenazaban; y la señora del coche y las demás criadas suyas estaban haciendo mil votos y ofrecimientos a todas las imágenes y casas de devoción de España, porque Dios librase a su escudero y a ellas de aquel tan grande peligro en que se hallaban. 

Pero está el daño de todo esto, que en este punto y término deja el autor de esta historia esta batalla, disculpándose que no halló más escrito destas hazañas de Don Quijote, de las que deja referidas. Bien es verdad que el segundo autor de esta obra no quiso creer que tan curiosa historia estuviese entregada a las leyes del olvido, ni que hubiesen sido tan poco curiosos los ingenios de la Mancha que no tuviesen en sus archivos o en sus escritorios algunos papeles que de este famoso caballero tratasen; y así, con esta imaginación, no se desesperó de hallar el fin de esta apacible historia, el cual, siéndole el cielo favorable, le halló del modo que se contará en el siguiente capítulo.

Y en el siguiente capítulo, el capítulo IX, I,   la casualidad lleva al segundo autor, convertido ahora en narrador, a   Alcaná de Toledo, donde en un mercadillo, le llama la atención  un chico con un cartapacio repleto de  hojas escritas en árabe que le avivan la curiosidad; decide comprárselas y buscar un morisco aljamiado para que  las traduzca;   al ver reír al chaval y preguntarle la causa, éste contesta que los papeles  hablaban muy graciosamente de una tal Dulcinea del Toboso. ¡Qué jugada maestra! Cervantes,  parodiando el  recurso de los manuscritos hallados que tanto abundaba en las novelas de caballerías, hace que a través del morisco conozcamos el título y el autor de los papeles: Historia de don Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo, hallazgo que le va a permitir concluir la historia que dejó en suspense;  pero Cervantes, incorpora otro punto de vista, el del traductor,  que suscitará la  desconfianza del narrador, de Don Quijote y  de Sancho, sobre la veracidad de los hechos traducidos   y su acomodación al texto original.  Ya no sabemos dónde queda Cervantes, ni dónde los autores mencionados por el narrador en los capítulos precedentes; ha logrado a través de las múltiples miradas, un perspectivismo ambiguo que dota a los personajes de  vida propia y que relativiza sus acciones.  Pero disfrutemos de la lectura para comprobar la genialidad del artificio:

Digo, pues, que por estos y otros muchos respetos es digno nuestro gallardo Quijote de continuas y memorables alabanzas, y aun a mí no se me deben negar, por el trabajo y diligencia que puse en buscar el fin desta agradable historia; aunque bien sé que si el cielo, el caso y la fortuna no me ayudan, el mundo quedara falto y sin el pasatiempo y gusto que bien casi dos horas podrá tener el que con atención la leyere. Pasó, pues, el hallarla en esta manera: Estando yo un día en el Alcaná de Toledo, llegó un muchacho a vender unos cartapacios y papeles viejos a un sedero; y como yo soy aficionado a leer aunque sean los papeles rotos de las calles, llevado desta mi natural inclinación tomé un cartapacio de los que el muchacho vendía y vile con carácteres que conocí ser arábigos. Y puesto que aunque los conocía no los sabía leer, anduve mirando si parecía por allí algún morisco aljamiado que los leyese, y no fue muy dificultoso hallar intérprete semejante, pues aunque le buscara de otra mejor y más antigua lengua le hallara. En fin, la suerte me deparó uno, que, diciéndole mi deseo y poniéndole el libro en las manos, le abrió por medio, y, leyendo un poco en él, se comenzó a reír.

Preguntéle yo que de qué se reía, y respondióme que de una cosa que tenía aquel libro escrita en el margen por anotación. Díjele que me la dijese, y él, sin dejar la risa, dijo:

—Está, como he dicho, aquí en el margen escrito esto: «Esta Dulcinea del Toboso, tantas veces en esta historia referida, dicen que tuvo la mejor mano para salar puercos que otra mujer de toda la Mancha».

Cuando yo oí decir «Dulcinea del Toboso», quedé atónito y suspenso, porque luego se me representó que aquellos cartapacios contenían la historia de don Quijote. Con esta imaginación, le di priesa que leyese el principio, y haciéndolo ansí, volviendo de improviso el arábigo en castellano, dijo que decía: Historia de don Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo. Mucha discreción fue menester para disimular el contento que recebí cuando llegó a mis oídos el título del libro, y, salteándosele al sedero, compré al muchacho todos los papeles y cartapacios por medio real; que si él tuviera discreción y supiera lo que yo los deseaba, bien se pudiera prometer y llevar más de seis reales de la compra. Apartéme luego con el morisco por el claustro de la iglesia mayor, y roguéle me volviese aquellos cartapacios, todos los que trataban de don Quijote, en lengua castellana, sin quitarles ni añadirles nada, ofreciéndole, y prometió de traducirlos bien y fielmente  y con mucha brevedad. Pero yo, por facilitar más el negocio y por no dejar de la mano tan buen hallazgo, le truje a mi casa, donde en poco más de mes y medio la tradujo toda, del mesmo modo que aquí se refiere.

Cervantes, ha planteado un juego de perspectivas, con el que ha proclamado  su libertad creadora; ahora todo está más claro y  ya tenemos traducida la  Historia de don Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo,  verdadero autor de la verdadera historia; pero el juego para Cervantes no ha terminado,  pues las aventuras que viven Sancho y Don Quijote se verán alteradas  por “encantadores” que transformarán  la realidad y confundirán la ya perturbada mente de nuestro protagonista.

Este juego de perspectivas de la Primera parte del Quijote, de 1605, opera dentro de la ficción novelesca, pero en la Segunda parte, publicada en 1615, cuando han pasado 10 años de la publicación de la primera, su enorme prestigio  ha traspasado fronteras, y se han multiplicado las ediciones,  – seis ediciones en el  mismo año de su publicación-, Cervantes echa un órdago y en un juego metaliterario, se sirve  del éxito   obtenido para  incorporarlo a su novela  como  material novelesco;  una verdadera polifonía que le permite seguir jugando con  otros puntos de vista, aquellos que  la realidad le ofrece.

 Los cinco  primeros capítulos de la segunda parte, son geniales, llenos de la ternura y desasosiego de quienes no acaba de creerse, -Quijote y Sancho-,  que son  personajes famosos; la originalidad y  maestría  de Cervantes queda patente, cuando escuchamos a un Sancho  desconcertado y abrumado,  poner en conocimiento de Don Quijote,  que sus hazañas ya están en libros …la historia de vuestra merced, con nombre del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha…,  hecho absolutamente real, que nos impedirá distinguir los vidriosos límites entre ficción y realidad. Este artificio le permitirá a D. Quijote, revisar cuestiones de la Primera parte, enmendar errores del autor moro Cide Hamete Benengeli  y subsanar inexactitudes del propio  narrador,  explicando acontecimientos del pasado, como la desaparición del rucio de Sancho y justificándolos con todo tipo de argumentos; en el capítulo II, II leemos:

…anoche llegó el hijo de Bartolomé Carrasco, que viene de estudiar de Salamanca, hecho bachiller, y yéndole yo a dar la bienvenida me dijo que andaba ya en libros la historia de vuestra merced, con nombre del Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha; y dice que me mientan a mí en ella con mi mesmo nombre de Sancho Panza, y a la señora Dulcinea del Toboso, con otras cosas que pasamos nosotros a solas, que me hice cruces de espantado cómo las pudo saber el historiador que las escribió.

—Yo te aseguro, Sancho —dijo don Quijote—, que debe de ser algún sabio encantador el autor de nuestra historia, que a los tales no se les encubre nada de lo que quieren escribir.

—¡Y cómo —dijo Sancho— si era sabio y encantador, pues, según dice el bachiller Sansón Carrasco, que así se llama el que dicho tengo, que el autor de la historia se llama Cide Hamete Berenjena!

—Ese nombre es de moro —respondió don Quijote.

—Así será —respondió Sancho—, porque por la mayor parte he oído decir que los moros son amigos de berenjenas.

—Tú debes, Sancho —dijo don Quijote—, errarte en el sobrenombre de ese Cide, que en arábigo quiere decir ‘señor’.

—Bien podría ser —replicó Sancho—; mas si vuestra merced gusta que yo le haga venir aquí, iré por él en volandas.

—Harásme mucho placer, amigo —dijo don Quijote—, que me tiene suspenso lo que me has dicho y no comeré bocado que bien me sepa hasta ser informado de todo.

—Pues yo voy por él —respondió Sancho.

Y, dejando a su señor, se fue a buscar al bachiller, con el cual volvió de allí a poco espacio, y entre los tres pasaron un graciosísimo coloquio.

 El hijo de Bartolomé Carrasco, el  bachiller Sansón Carrasco será un personaje vital en esta segunda parte, pues además de informar a nuestros protagonistas de lo que ocurre en la realidad, se introducirá en el el mundo de ficción de  D. Quijote, compartiendo su locura para intentar sacarle de ella. Gracias a las conversaciones que mantienen con él, Don Quijote y Sancho,  tendrán  noticias de la gran acogida de  sus aventuras, del número de ediciones que se han hecho en España y en el extranjero y de los ejemplares que se han vendido. Como antes he mencionado, Cervantes, aprovecha la realidad para convertirla en material novelesco y  hacer propaganda de su obra.

—Déme vuestra grandeza las manos, señor don Quijote de la Mancha, que por el hábito de San Pedro que visto, aunque no tengo otras órdenes que las cuatro primeras, que es vuestra merced uno de los más famosos caballeros andantes que ha habido, ni aun habrá, en toda la redondez de la tierra. Bien haya Cide Hamete Benengeli, que la historia de vuestras grandezas dejó escritas, y rebién haya el curioso que tuvo cuidado de hacerlas traducir de arábigo en nuestro vulgar castellano, para universal entretenimiento de las gentes.

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Hízole levantar don Quijote y dijo: —Desa manera, ¿verdad es que hay historia mía y que fue moro y sabio el que la compuso?

—Es tan verdad, señor —dijo Sansón—, que tengo para mí que el día de hoy están impresos más de doce mil libros de la tal historia: si no, dígalo Portugal, Barcelona y Valencia, donde se han impreso, y aun hay fama que se está imprimiendo en Amberes; y a mí se me trasluce que no ha de haber nación ni lengua donde no se traduzga.

—Una de las cosas —dijo a esta sazón don Quijote— que más debe de dar contento a un hombre virtuoso y eminente es verse, viviendo, andar con buen nombre por las lenguas de las gentes, impreso y en estampa.

Y nuevamente el juego metaliterario,  el discurso autoreferencial, realizado en este  caso por  Sansón Carrasco, quien  como testigo de la época, comunica a amo y criado los juicios literarios y el acogimiento  de la obra por parte del público,  difuminando así la barrera entre ficción y realidad y hablando de literatura dentro de la ficción literaria.

—Eso no —respondió Sansón—, porque es tan clara, que no hay cosa que dificultar en ella: los niños la manosean, los mozos la leen, los hombres la entienden y los viejos la celebran; y, finalmente, es tan trillada y tan leída y tan sabida de todo género de gentes, que apenas han visto algún rocín flaco, cuando dicen: «Allí va Rocinante». Y los que más se han dado a su letura son los pajes: no hay antecámara de señor donde no se halle un Don Quijote, unos le toman si otros le dejan, estos le embisten y aquellos le piden. Finalmente, la tal historia es del más gustoso y menos perjudicial entretenimiento que hasta agora se haya visto, porque en toda ella no se descubre ni por semejas una palabra deshonesta ni un pensamiento menos que católico. Cap IV, II

 Cervantes, muy agudamente y para seguir con el juego, hace que Don Quijote muestre interés por  lo relativo al devenir de sus aventuras, pero sobre todo  por  la estructura de la obra, preguntando si en  la primera parte se anunciaba una segunda; no se puede rizar más el rizo; cuando ya estamos instalados en la segunda, que es la que estamos leyendo compartiendo el desasosiego de los dos protagonistas,  Sansón Carrasco  entra en el juego, diciendo que sí promete una segunda, pero siembra dudas al respecto, recurriendo  de nuevo al artificio de los papeles no encontrados, con lo que no  la cuestión no queda resuelta. Quijote se ha convertido al mismo tiempo, en espectador externo de sus hazañas  y protagonista  interno de las mismas.  Nuevos puntos de vista, y una mayor riqueza interpretativa.

—Y por ventura —dijo don Quijote—  ¿promete el autor segunda parte?

—Sí promete —respondió Sansón—, pero dice que no ha hallado ni sabe quién la tiene, y, así, estamos en duda si saldrá o no, y así por esto como porque algunos dicen: «Nunca segundas partes fueron buenas», y otros: «De las cosas de don Quijote bastan las escritas», se duda que no ha de haber segunda parte; aunque algunos que son más joviales que saturninos dicen: «Vengan más quijotadas, embista don Quijote y hable Sancho Panza, y sea lo que fuere, que con eso nos contentamos». Cap IV , II

Y ya en  el comienzo del capítulo V, II,   por si eran pocos los puntos de vista, Cervantes dará protagonismo al traductor,  quien como un personaje más, expresará su  opinión  crítica sobre lo que traduce, sobre la veracidad de la historia narrada por Cide Hamete Benengeli,   mostrando  su extrañeza  ante la manera refinada de expresarse de Sancho;  y de paso,  defendiendo su profesionalidad. …..Llegando a escribir el traductor desta historia este quinto capítulo, dice que le tiene por apócrifo, porque en él habla Sancho Panza con otro estilo del que se podía prometer de su corto ingenio y dice cosas tan sutiles, que no tiene por posible que él las supiese, pero que no quiso dejar de traducirlo, por cumplir con lo que a su oficio debía;

 Cervantes, el narrador, los varios autores, los documentos archivados en los anales de la Mancha, el conocimiento popular de la historia, el autor moro, el traductor, los encantadores, los sabios que escribirán la historia, confluyen  en desdibujar los límites de lo real y de lo  ficticio,  de asumir  lo que tiene de real lo ficticio y la  realidad de ficción; ahora que vivimos en el mundo una situación caótica creada por el  virus Covid19, que luchamos contra un gigante que nos deja maltrechos  como a Don Quijote, y que como Sancho, no logramos ver  ni ubicar, se torna más actual y necesario volver la mirada al  Quijote,  vivir el Quijote, que sigue viviendo entre nosotros; en esta  «semana cervantina 2020», en la que se enmarca el 23 de Abril, Día del libro,  celebremos   leyendo, confinados en esta locura, la de aquel soñador creado por Cervantes,  un modelo de honestidad y solidaridad para consigo mismo y con los más necesitados, tan necesario en estos difíciles momentos  que nos ha tocado vivir.

8 comentarios sobre “El Quijote: un juego de perspectivas

  1. Enhorabuena por esos analisis tan acertados, siguiendo un «itinerario»que ayuda no solo a quien no ha leido la obra cervantina sino a quien la leimos hace tanto tanto tiempo.

    Pues bien, como siempre hay que volver a Cervantes, empezaré de nuevo a leerlo el 23, en honor de este grande de las letras que nos ha acompanado desde siempre, por eso te escribo, pues a traves de tu Viveelquijote he revivido tambien algunas clases de Gubbio con mis alumnos, como cuando»imagina al sabio que en los siglos contarà sus hazanas..»y muchos capitulos mas.

    Enhorabuena tambien por ese final: estamos viviendo una aventura surreal,tragica, que nadie podia imaginar, tan diametralmente diferente al Don Quijote pero con..muchos puntos en comun.Muy acertado.

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  2. En un día como hoy no solo me gustaría darte la enhorabuena por esta entrada que has escrito del Quijote tan acertada como el nombre del propio blog, y tan apropiada que hace trasladarte a los tiempos de cuando éramos estudiantes.
    Pero la enhorabuena de verdad en este día viene por ser lo que eres, por ser madre, sobre todo…….por ser MI MADRE.
    Estoy tan orgulloso de tener una madre como tu, tan cercana, tan sociable, tan activa, tan jovial, y con tantas ganas de vivir y hacer vivir a los demás todo lo que tienes en esa cabeza, que solo quiero decirte que no cambies, que sigas tan viva como eres, y que sigas compartiendo a través de las letras esa sensación de sumergirte en los libros tan real como siempre lo has hecho.
    Te quiero como lector, como seguidor, como amigo, y sobre todo, como HIJO.
    FELIZ DÍA DE LA MADRE.

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  3. ¡Qué maravilla descifrar parte de la historia del Quijote a través de este juego de narradores! Es un lujo poder ir descubriendo con este blog los secretos que Cervantes tenia guardados en su novela. ¡Yo quiero saber más y más!! Qué bien escrito, dan ganas de leerlo de nuevo 🙂 (Buen Marketing, como Cervantes con su propia obra) Gracias por dedicar tiempo a tus lectores, familiares y amigos.

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  4. Hola Cecilia, soy Antonio, nos reencontramos el otro día en la churrería. Qué gusto de lugar el tuyo. Me alegro de volver a conectar a través de ti con nuestra literatura y nuestra lengua. Un gusto, sí señora.

    Un gusto verte de nuevo, nos seguimos la pista por estos lares!! Te dejo por aquí mi refugio y si me das un mail te envío el poemario que te comenté.

    https://angelesycondenas.wordpress.com/category/angeles-y-condenas/

    Un abrazo

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