Un fin de semana en Malta: La Valleta, Le tre città, Mdina, Rabat y Gozo

El 3 de marzo de 2023, viernes, salimos  de Madrid a las  13,45 h. con Ryanair, destino Malta, y a las 16,10 h. aterrizábamos en su Aeropuerto  Internacional, a unos 10 Km de  La Valleta, capital de Malta, situada en la parte centro-oriental de la isla. La Valleta es el centro económico y administrativo del país y por encima de todo la ciudad más impresionante de la isla.  Se trata de un importante núcleo cultural y turístico que cuenta su  historia a través de los  más de 300 monumentos, que le han valido el reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad.  La historia de la capital maltesa está indefectiblemente unida a la antiquísima orden de Los Caballeros de San Juan, cuyos orígenes se remontan a 1048, cuando mercaderes de Amalfi fundaron en Jerusalén un hospital para peregrinos; se les otorgó licencia para construirlo junto a la Iglesia del Santo Sepulcro y el lugar fue consagrado a San Juan Bautista, razón por la cual su nombre completo fue Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén; además de Caballeros de San Juan, sus miembros pasaron a ser llamados Caballeros de Rodas, después de la conquista de la isla del mismo nombre, y, tras la cesión del archipiélago maltés, Caballeros de Malta.

La  ubicación estratégica de Malta, entre Europa, el norte de África y Oriente Medio ha provocado que numerosos pueblos hayan codiciado este archipiélago que ha jugado un papel clave en la historia de muchos países;   por ello  Malta ha sufrido la ocupación de diferentes pueblos que han ido moldeando y enriqueciendo su arquitectura, su idioma y su cultura.

Es por esto que decidimos viajar a Malta y aprovechar un fin de semana, -sí, un cortísimo fin de semana-,  para empaparnos de las bellezas maltesas. Es una obviedad que nos han quedado muchísimos paisajes por conocer,  actividades por  hacer y visitas imprescindibles, -que hay que reservar con meses de antelación-, como el Hipogeo de Hal Saflieni, el único templo subterráneo prehistórico conocido, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1980; y es una evidencia comprobada que se necesitan mínimo 8 días para conocer la isla pero también es cierto que aprovechamos el tiempo al máximo, disfrutando cada segundo y empapándonos de las bellezas maltesas, como  comprobaréis en la siguiente crónica.

Una vez en el aeropuerto, decidimos coger allí mismo un taxi para llegar al hotel pero al hacerlo, nos topamos con la particularidad de que los taxis no se cogen libremente sino que se asignan en un mostrador,   ante el que hay que hacer cola y pagar  17 euros, precio cerrado. El conductor era muy simpático y enseguida trabamos conversación con él, tanto en italiano como en inglés, preguntándole por todo lo que nos llamaba la atención; el  inglés, junto con el  maltés, son lenguas oficiales de Malta desde 1936.

El maltés, perteneciente a las lenguas semíticas,  tiene unas características muy singulares que le dan una especial personalidad;  procede del árabe coloquial siciliano, pero fue su  aislamiento del mundo árabe por motivos políticos y religiosos, lo que propició  que se desarrollara como lengua diferenciada y que recibiera  una fuerte influencia latina, especialmente en su léxico; a lo largo de su historia fue incorporando además,  una  buena cantidad de préstamos de otras lenguas, como del griego,  del catalán, del español y del inglés. Algunos lingüistas concluyen que  el maltés es inclasificable; es la única lengua semítica que se escribe oficialmente con caracteres latinos.

Una vez en La Valleta, el taxista nos dejó a tres calles de nuestro hotel,  ubicado en la céntrica Republic street, ya que la mayor parte del centro histórico está reservado a los peatones. Dejamos las maletas y nos lanzamos a visitar esta maravillosa ciudad llena de historia y de edificios históricos, construidos en su mayoría en el siglo XVI, durante la era de los Caballeros Hospitalarios.

Sin perder tiempo, comenzamos a descubrir la ciudad, y lo hicimos desde la Fuente de los Tritones,  uno de los símbolos modernistas más importantes de La Valleta, situada en la Plaza de la Puerta de la Ciudad;  fue esculpida por el artista local, Vincent Apap en 1959 y es el  primer monumento que recibe a los visitantes ya que ocupa el centro de la plaza en la que se ubica la terminal de autobuses de la isla.

Desde allí, se pueden contemplar las impresionantes fortificaciones que defendían la ciudad, con sus inmensos bastiones  cuyos arcos soportan el puente que  da acceso a la ciudad. La puerta de la ciudad está absolutamente reformada pues fue destruida por devastadores bombardeos en la segunda guerra mundial.

Bajando desde la Puerta de la Ciudad por la calle principal,  Republic street,  se impone por su volumen   La Casa del Parlamento,  moderno edificio construido   entre 2011 y 2015, según el diseño de Renzo Piano, como parte del proyecto City Gate. Al lado se encuentran las ruinas  del Teatro Real, antigua  Ópera Real, también destruido casi en su totalidad que ha sido transformado como parte del mismo proyecto en un teatro al aire libre, cuyas ruinas hablan de su pasado esplendor. Toda la calle está llena de vida, gracias a los negocios y  terrazas  que acogen a los numerosos visitantes que, como nosotros, se acercan a La Valleta.

 Bajando  esta arteria principal, al final de una pronunciada pendiente, descubrimos el Fuerte de San Telmo, símbolo de La Valleta por haber resistido los terribles  ataques otomanos y  los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial; se yergue entre los puertos naturales de Grand Harbour y Marsamxett y fue contruido en 1533 por los Caballeros de San Juanaprovechando el  torreón defensivo que  “Los aragoneses” construyeron cuando reinaron  en Malta; los caballeros lo  dotaron de arquitectura militar y forma de estrella para protegerse de las potencias vecinas.

Y ya  a nivel del mar, disfrutamos de las vistas de la bahía y del decorado que conforman  las fortificaciones de Le tre cittá, cuya iluminación se reflejaba en el agua dibujando un paisaje bellísimo al anochecer. 

Caída la noche, nos encaminamos hacia los jardines Barrakka situados en la parte alta de la ciudad y como habíamos bajado mucho nos tocó subir por  empinadas escaleras que nos llevaron a los niveles superiores; estos famosos jardines están   localizados sobre los bastiones de San Pedro y San Pablo y fueron construidos en  1560. Son dos: Barrakka down y Barakka upper; el primero, es  un jardín recoleto con un  pequeño templo de estilo dórico en el centro, erigido en  1811 para homenajear  a Alexander Ball, el almirante británico que obligó a los franceses a rendirse tras la ocupación francesa de Malta en 1802.

Pero lo más espectacular es la gran  terraza con arcos desde la que se divisa el Memorial a las víctimas de la II Guerra mundial, y unas preciosas vistas del gran Puerto, le Tre città y la ciudad baja.

Seguimos subiendo por callejas estrechas y llegamos al jardín superior, Barakka upper,  otro precioso jardín público, cuyos distintivos arcos, dispuestos en una doble fila a lo largo de toda la parte panorámica, permiten contemplar desde sus terrazas y balcones el mismo paisaje que contemplamos desde el nivel inferior pero con la belleza añadida de la altura, casi a vista de pájaro.

 El maravilloso paisaje muestra las   magníficas fortificaciones de Le tre città, reflejadas en el agua, componiendo  una estampa inolvidable, como si de una postal nocturna se tratase. Caminando por el jardín encontramos  esculturas y placas que  recuerdan momentos y personajes importantes de la historia de Malta, como la estatua de Winston Churchill,  así como una réplica de la estatua Les Gavroches (Los chicos de calle) del escultor maltés Antonio Sciortino.

Y en este jardín, se encuentra  el conocido ascensor,  que conecta,  por un euro,  el jardín con el Muelle de  Lascaris,  de donde salen los barcos hacia el resto de islas;  el ascensor fue construido en 1905, se cerró en 1973,  se desmanteló en 1983 y se inauguró definitivamente  en 2012.

Debajo de los jardines, construidos  como hemos dicho sobre las murallas, hay varias estructuras militares; la más conocida es la Saluting Battery o batería de salvas, una fila de cañones cuyo origen se remonta a la época de los Caballeros de Malta,  que realizaban tres disparos de cañón: uno para marcar la hora, y otros dos para señalar la apertura y cierre de las puertas de la ciudad de La Valleta. Estuvieron en funcionamiento hasta 1954, para ser desmontados posteriormente y  reinstalados de nuevo en tiempos más recientes.

 Al salir de los jardines se abre la gran Plaza de Castilla, en la que destacan edificios como el  Albergue de Castilla y su magnífica fachada, que era el lugar donde se alojaban los Caballeros de Castilla encargados de vigilar la ciudad amurallada. Hoy en día es la residencia del Primer Ministro de Malta. El edificio original,  fue construido en estilo manierista,  tenía una sola planta, y su fachada tenía pilastras de paneles que lo dividían en once naves; a principios del s. XVIII fue desmantelado y completamente reconstruido en estilo barroco español, entre 1741 y 1744.

En  esta espaciosa Plaza de Castilla, decorada con modernas esculturas, encontramos otros monumentos importantes en la historia de Malta, como  La Bolsa de Malta,  el Banco Central de Malta,  la Oficina de Correos y la potente Fortificación de  Saint James Cavalier,  del siglo XVI, construida por la Orden de San Juan de Jerusalén, ubicado justo en el Bastión de San James, que forma parte de la muralla de la ciudad. El edificio fue restaurado a finales del siglo pasado, dentro de lo que se conoce como “Malta’s Millenium Project” y ahora se ha convertido en un centro cultural conocido como Spazju Kreattiv (Espacio Creativo), en el que se pueden visitar  numerosas exposiciones y manifestaciones artísticas.

Desde aquí nos dirigimos de nuevo al centro, pasando por delante de la Iglesia de Santa Catalina de Italia,  construida en 1576 por los Caballeros italianos de la Orden de Malta, que hoy en día, sigue siendo la iglesia parroquial de la comunidad italiana de Malta.

Quisimos cenar en alguno de los restaurantes  que llenan la calle St. Merchants Street y los alrededores de la  Concatedral pero al no haber reservado, no encontramos mesa en ninguno de ellos y nos tuvimos que conformar con un italiano bastante mediocre. Tras la cena paseamos por calles llenas de gente joven,  que sentada en las terrazas cercanas al Teatro Real,  soportaban muy abrigados, el frío de la noche,  en un ambiente animadísimo. Así llegamos al hotel, tras una jornada muy completa, para descansar y coger fuerzas para el día siguiente.

El sábado,  lo dedicamos a visitar La Valleta, y sus fantásticos  monumentos,  comenzando por el más impresionante, La Concatedral de San Juan, el monumento más emblemático de la ciudad; fue construida por la Orden de Malta entre 1572 y 1578, con el fin de   consagrarla como la nueva iglesia de la Orden. La fachada de la catedral es de aspecto sobrio y austero que constrasta con su interior ricamente decorado en la época cumbre del barroco, cubierto de oro y pintado con frescos que consiguen una impresionante ornamentación. Mattia Preti, artista procedente de Calabria y Caballero de la Orden, que vivió en la isla las últimas décadas de su vida, fue quien diseñó los complicados muros de piedra tallada y pintó el techo abovedado y los altares con escenas de la vida de San Juan. Las tallas fueron realizadas in situ, ya que la piedra caliza maltesa, con la que la catedral está construida, lo permite.

La Catedral contiene ocho ricas capillas, cada una de ellas dedicada a un santo patrón por cada una de las lenguas (o secciones) de la Orden. Destacaré de entre todas la Capilla de la Lengua de Aragón dedicada a San Jorge y la Capilla de la Lengua de Castilla, León y Portugal,  dedicada a Santiago el Mayor. Todas las capillas están adornadas con esculturas y pinturas de Mattia Preti, que aumentan, si es que eso es posible, la riqueza y belleza del conjunto.

Entre las obras de arte más sobresalientes se encuentra  el lienzo  de Caravaggio, La decapitación de San Juan Bautista (1608),  una de sus obras maestras, en la que podemos apreciar  el característico claroscuro de la obra del autor. Está  ubicada en el Oratorio de la Catedral, lugar para el que fue  pintado; también de su autoría, se encuentra San Jerónimo escribiendo, una obra de menor tamaño pero cargada de simbolismo.

Si paredes y techo dejan al visitante estupefacto, la colección de lápidas de mármol del suelo,  bajo las que descansan  a lo largo de la nave los Caballeros de la Orden,  no dejan a nadie impasible. Bajo el mármol yacen enterrados 400 caballeros, entre los que destaca en primerísimo lugar el propio fundador de la capital maltesa -de quien viene su nombre- y vencedor de los turcos en el gran Sitio de Malta, Jean Parisot de la Vallette. Las lápidas multicolores,  muestran un  mármol  ricamente tallado con motivos variados, bien sean   acontecimientos relevantes del caballero o sus escudos de armas;  su ubicación en la iglesia dependía de la importancia del caballero siendo colocados los de mayor rango cerca de la fachada de la iglesia.

Después de contemplar tanta belleza desde el suelo subimos por una estrecha escalera a lo alto de la iglesia para, desde una galería,  poder ver de cerca los frescos  de la bóveda, realizados por Mattia Preti,  sin duda el elemento más impresionante de la Concatedral. La figuras  son de un gran realismo, así como las realizadas en  las paredes laterales del altar mayor, con escenas de la vida de San Juan Bautista.

Después de esta imprescindible visita, nos encaminamos a los jardines de Barrakka upper para bajar al muelle en ascensor y tomar un barco, que, atravesando el puerto, nos llevaría a “Le tre città”, Senglea, Vittoriosa y Cospicua.

Estas tres ciudades fortificadas,   llamadas también  La Cottonera, se han convertido  en una de las visitas más atractivas de Malta. Fueron construidas y amuralladas durante el siglo XVII por los Caballeros de Malta, como línea defensiva  ante la amenaza turca, bajo las órdenes del entonces maestre Cotoner, que acabó dando nombre al conjunto.

Ya en la terminal nos embarcamos en un transbordador que no tardó más de  diez minutos en atravesar el Puerto,  desde el que  pudimos contemplar  unas vistas espectaculares  de las dos orillas; al frente, el Fuerte de Sant`Angelo, el bastión que domina el puerto, y a la espalda,  La Valleta, un decorado de agua y piedra con auténtico sabor mediterráneo.

Allí vimos a turistas que optaban por cruzar en embarcaciones tradicionales maltesas, llamadas «dghajsa» en maltés y «luzzi» en italiano, pintadas de vivos colores,  que, para los que no se mareen,  es una experiencia tentadora.

Las robustas fortificaciones de Le tre città conforman un soberbio baluarte, casi inexpugnable,  que  convierten este paisaje en uno de los lugares mágicos de la isla.

 La grandiosidad  de los bastiones y los altos muros, nos dejaron sorprendidos así como la llegada a la impresionante “Vittoriosa” o «Birgu«,  que recibe al viajero con un  espectáculo de casas  apiñadas, de  estrechísimas calles y empinadísimas escaleras que van ocupando  la colina.

Cuando los Caballeros de Malta llegaron a Vittoriosa a finales del siglo XVI,  convirtieron esta ciudad en su capital, ya que su posición dominante en el Gran Puerto, les permitía desarrollar su poderío naval. Tras el sitio al que los turcos sometieron a la isla y del que resultaron vencedores los Caballeros de Malta, la ciudad fue rebautizada con su nombre actual.

Paseamos por las calles de Vittoriosa,  silenciosas  y muy cuidadas y llegamos a la iglesia de Parish Church of Saint Lawrence, mencionada en el inventario de iglesias y capillas de 1436. La iglesia se convirtió en el templo principal de los Caballeros Hospitalarios y ocupó este cargo durante 40 años, hasta 1671, cuando los caballeros de la Orden se mudaron a la nueva ciudad recién construida,  La Valleta. El templo alberga  obras de arte como  la pintura que representa “El martirio de San Lorenzo” de  Mattia Preti (1613-1699) autor italiano claramente influido   por Caravaggio,  que dejó grandes obras de arte en la isla.

Seguimos conociendo esta preciosa ciudad, disfrutando de sus coloridas y estrechas calles y de sus construcciones decadentes, en las que se percibe la grandeza pasada.

Aprovechamos para comer antes de visitar las otras dos ciudades, en un restaurante del puerto, justo al lado del Museo marítimo, llamado «Don Berto«, desde cuya terraza pudimos disfrutar de su buena cocina y de unas vistas espectaculares.

 La segunda ciudad que visitamos fue Senglea; domina el puerto de La Valleta y  su mayor atractivo es, precisamente, la panorámica que se obtiene de la capital maltesa y su puerto, desde el Jardín del Puesto de Vigilancia( Gnien il-Gardjola).

Es toda una delicia ver desde allí el trasiego de barcos que arriban al Gran Puerto de Malta, surcando las aguas azules del Mediterráneo.

Por último, en Cospicua, pudimos visitar una de las iglesias más importantes de toda la isla, la Colegiata de la Inmaculada Concepción, en cuyo  interior  se conservan   importantes obras de arte, entre las que destacaremos  la pintura La Virgen y el niño, obra de Polidoro da Lanciano, pintor italiano del siglo XVI.

Fue un día precioso en el que disfrutamos de la belleza de las tres ciudades y de sus riquezas artísticas y naturales; tres ciudades con un encanto y una atracción especial.

Volvimos a La Valleta donde habíamos reservado en el restaurante  «Di carafa«, un negocio familiar muy bien valorado en internet que no nos decepcionó en absoluto; fue algo caro pero mereció la pena; estaba todo riquísimo.  

El domingo madrugamos para conocer la isla de Gozo. Llegamos hasta Upper Barakka para tomar de nuevo el  ascensor que baja al muelle y embarcar en el catamarán que nos llevaría hasta la isla en 45 minutos; estaba amaneciendo y el sol se reflejaba en las aguas del puerto oscureciendo las murallas de las tres ciudades y resaltando al contraluz   “i luzzi”, o «dghajsa«, que surcaban las aguas, potenciando la belleza del puerto.

Una vez superada la travesía y con un ligero mareo, desembarcamos en el Puerto de Cirkewwa. Desde el puerto cogimos un autobús que nos dejó en  Victoria, la capital situada en el centro de la isla en la que se levanta el monumento más emblemático de la isla, la Cittadella,  ciudad fortificada desde cuyas murallas se puede contemplar el paisaje que la rodea, el campo, los pueblos, el mar y hasta Malta. !Una visita imprescindible!

Dentro de la Cittadella se alza la magnífica  Catedral barroca, dedicada a la Asunción de la Virgen María, construida entre 1697 y 1711 sobre las ruinas de la iglesia anterior, destruida por el terremoto de Val di Noto en  1693. Es un precioso edificio barroco con planta de cruz latina construido íntegramente con piedra caliza local. En el interior, una pintura de 1739 da la impresión de la presencia de una cúpula, mientras que en realidad el techo del edificio es plano.

En la  Cittadella, el tiempo se detiene visitando sus museos, paseando  por sus preciosas y estrechas calles, por sus murallas y adarves que muestran unas impresionantes vistas panorámicas de la isla; una vez fuera pudimos comprobar el ambiente que ofrecen al visitante las tiendas y restaurantes así como el colorido de  ventanas y balcones; llegamos hasta   la Basílica de San Jorge, ubicada en la plaza del mismo nombre, en la que se  respiraba el sabor de lo mediterráneo.

Esta Basílica fue construida entre 1672 y 1678, pero fue severamente dañada por el terremoto ya citado, en 1693,  y no pudo ser consagrada hasta 1755. La fachada fue revestida en 1818.​ Es conocida como la «Iglesia dorada» o bien,  “Basílica de mármol” por su magnífico interior; sus paredes y columnas interiores están completamente cubiertas de mármol y en el techo se pueden contemplar maravillosas pinturas; la decoración es muy rica así como las estatuas, de las que destaca la imagen de San Jorge.  

Como queríamos ir a visitar el Monumento megalítico y teníamos poco tiempo, decidimos hacer uso de Bolt, tipo de transporte que a través de su aplicación on-line te facilita  coche con conductor. Gracias a su rapidez y también a su precio,  pudimos movernos por la isla y aprovechar el tiempo al máximo. El Bolt, nos  acercó al “Monumento megalítico de Ġgantija o Ggantija”,  más antiguo, según dicen,  que Stonehenge  o las Pirámides de Egipto.

Ġgantija o Ggantija,  es el nombre de un conjunto de templos megalíticos situados en Xaghra, en la isla de Gozo, al norte de Malta. Fueron erigidos durante el Neolítico (entre 3600 y 2500 a. C.). Se trata de dos de las más antiguas construcciones religiosas complejas que hayan sobrevivido en la región sin haber sido saqueadas, demolidas o enterradas. Se ha considerado que estos templos estuvieron dedicados al culto de la diosa madre, debido a que en ellos se han encontrado estatuas y figuras que parecen representarla;  en 1980, los templos megalíticos de Ġgantija fueron declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, extendiéndose esta declaración en 1992 a otros templos en la isla de Malta. ​  

Como era la hora de comer, decidimos hacerlo en el centro de Xaghra, consejo local al que pertenece el templo megalítico; internet nos recomendó el restaurante «Al sale«, del que ponderaba su marisco; no hubo suerte, no era de buena calidad y además tardaron muchísimo en servirnos. Una vez terminada la comida, salimos a la plaza donde se alza la iglesia parroquial de la Natividad de la Santísima Virgen María,  que los lugareños llaman “Il-Vitorja”, o « Iglesia de la victoria«, en referencia  a la fecha del 8 de septiembre de 1565, cuando en la fiesta oficial del nacimiento de María, los Caballeros de la Orden de St. Juan, repelieron el ataque de los turcos junto a  los habitantes de Malta .

La iglesia parroquial de Xaghra tiene un acabado exquisito en mármol, pero su principal atractivo, tanto para los fieles como para los turistas, es la imponente estatua de la joven Virgen María, conocida como “il-Bambina”,  escultura traída en 1878 desde Marsella; como muchas otras iglesias en Malta, se construyó en el sitio de una estructura existente a finales del siglo XVII.

La isla de Gozo merece ser recorrida por entero y permanecer en ella más de un día para disfrutar de los diversos tipos de turismo y ocio que ofrece;  nosotros, al dedicar un sólo día a la isla,  no pudimos ir a ver La laguna azul ni hacer actividades relacionadas con la naturaleza y el mar, pero con todo, aprovechamos al máximo el tiempo que allí estuvimos; sobre las cinco de la tarde volvimos en taxi al puerto, cogimos el ferry y una vez en tierra, nos dirigimos de nuevo en Bolt, hacia Mdina a la que llegamos en media hora; nos dejó el taxi en la misma puerta de la ciudad, donde había un grupo de turistas escuchando las explicaciones de un guía español, al que pedimos unirnos al grupo y así fue como recorrimos esta bellísima ciudad, donde las casas de piedra, las aldabas de las puertas señoriales, los museos y los rincones cinematográficos, asomaban a cada esquina, no en vano se rodó en uno de ellos, totalmente reconocible, Juego de tronos.

La Puerta de Mdina (en maltés: Il-Bieb tal-Imdina), también conocida como Puerta Principal o Puerta de Vilhena, es el principal acceso a la ciudad fortificada de Mdina. Fue construida en estilo Barroco en 1724, durante la magistratura del Gran Maestre António Manoel de Vilhena. Mdina fue la antigua capital de Malta antes de ser abandonada por los Caballeros de la Orden, que querían estar cerca de sus barcos en caso de un ataque; La Valleta era el mejor lugar para la nueva capital.

En esta preciosa  ciudad fortificada descubrimos  agradables  calles estrechas como  la  Calle Falson y  Calle Villegaignon,  por las que se puede pasear tranquilamente y gozar de   paz y  silencio,  gracias a que los vehículos no están permitidos (hay un aparcamiento gratuito en la entrada) y aprender  todo sobre la historia de Mdina.

Uno de los monumentos más importantes  es  la Catedral católica de San Pablo (en maltés: Il-Katidral Metropolitan ta’ San Pawl) y su museo. ​ En su origen,  la catedral  fue levantada en estilo románico y gótico,  entre los siglos  XII y XIII, y tras sufrir graves daños  durante el mencionado terremoto, fue reconstruida en  estilo barroco entre 1696 y 1705 según el diseño de Lorenzo Gafà, arquitecto maltés. Algunas zonas resultaron intactas, como las pinturas de  Mattia Preti que representan la Conversión de San Pablo y  otra del siglo XV que representa a la Virgen y el Niño;  también se salvaron  algunos frescos en el ábside que ilustra en naufragio de Pablo.

Tras la visita seguimos deambulando por las calles de Mdina y llegamos a  La Iglesia de la Anunciación de Nuestra Señora, también conocida como “Iglesia Carmelita”, un templo religioso barroco erigido entre 1660 y 1675 en el lugar  de una capilla preexistente. El templo tiene cuatro capillas y siete altares ricamente decorados, cuyos escenarios escultóricos y pictóricos son obras de celebridades como Mattia Preti, Michele Bellanti y Giuseppe Calì.

Además de iglesias la arquitectura civil  de Mdina, cuenta con joyas como el Palazzo Falson,  uno de los edificios más antiguos de Mdina, cuyo origen se suele fechar en torno al siglo XIII, con añadidos del XIV y XVI;  hoy es un museo de historia que conserva buena parte del pasado maltés dando cuenta de  cómo era la vida  de la clase noble en la época medieval. En su interior podemos contemplar una impresionante colección de pinturas, objetos de cerámica, litografías y otro tipo de antigüedades de gran valor e interés.

Caída la tarde y con el sol dorando fachadas y rincones llegamos hasta lo alto de las murallas desde donde pudimos contemplar los campos verdes que rodean la ciudad y una preciosa puesta de sol.

Abandonamos Mdina para dirigirnos a Rabat, ciudad a la que se llega cruzando tan sólo  la  gran plaza pública que separa estas dos ciudades.

Rabat es un consejo local en las afueras de Mdina. Se trata de una pequeña urbe construida sobre una villa romana, al igual que Mdina, en la cual se pueden encontrar preciosas calles, palacios,  monumentales iglesias como la de Santa Agueda y la Iglesia del Apostol Pablo donde se pueden visitar sus famosas catacumbas;  según la leyenda, Pablo, se refugió  en Rabat cuando su barco se hundió cerca de las costas maltesas.

 Ya casi anochecido,  paseamos por sus preciosas calles hasta llegar a Triq id-Dejqa la calle más acogedora  y  llena color, por el verde de sus tiestos y el azul de sus puertas y ventanas;  muy cerca está  la Iglesia de San Francisco de Asís (Ta’ Giezu ), un bonito templo de estilo barroco que originalmente fue construido por la Orden de San Francisco;  de hecho, fue su primera construcción en la isla. Sólo pudimos ver los monumentos por fuera,  dada la hora, por lo que habrá que volver para conocer esta bella ciudad en profundidad.

Como era noche cerrada y el día había sido intenso, decidimos volver a La Valleta, para lo que recurrimos de nuevo a Bolt, que llegó inmediatamente y nos condujo hasta el restaurante que habíamos reservamos para cenar, uno muy bien valorado llamado MUZA, ubicado dentro del Museo de artes, donde celebramos mi cumpeaños con una cena exquisita, una muy buena manera de cerrar nuestro fin de semana en esta bellísima isla.

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