Natalia Levi, Ginzburg por su matrimonio, es una escritora italiana, nacida en el seno de una familia de intelectuales judíos antifascistas, que utiliza como material literario el devenir de su familia en el marco de la Gran guerra, -Mussolini, el fascismo-, y Segunda guerra mundial. Su perspectiva es la de una observadora, que relata lo que ve, a veces sin comprenderlo, -es la pequeña de cinco hermanos-, serena y calladamente, sin estridencias, contando al lector en tono confidencial detalles de su vida familiar según le van viniendo a la mente. La novela nació con un claro y decidido objetivo, narrar la historia de su familia sin invenciones ni fabulaciones, con total objetividad, como si fuese una cámara estanca situada en un ángulo de la casa familiar; su objetivo capta a todos los miembros de la familia, antifascistas declarados que sufrieron prisión por su posicionamiento político, así como el marido de la autora, Leone Ginzburg, que fue encarcelado en la prisión romana de Regina Coeli, donde murió a consecuencia de las torturas infligidas por los nazis por sus ideas antifascistas y sus raíces judías; uno de los hechos que más me ha sorprendido es que el gobierno de Mussolini, no sólo encarcelara a los opositores al régimen sino que dependiendo del grado de peligrosidad estimado, se deshiciese de ellos, en los llamados “confinamientos”, pueblos del centro y sur de Italia, a los que eran desterrados, – en el caso de la autora y su marido a los Abruzos-, pero bien acogidos por sus habitantes en la mayoría de los casos.
Desde su niñez en Turín hasta su juventud, la autora va narrando en primera persona, con total ausencia de protagonismo, lo que sucede en la casa familiar, reproduciendo con honestidad el comportamiento de sus miembros, sin reprobaciones y sin juicios de valor. Giuseppe Levi, el padre, es un eminente investigador y profesor de anatomía, -entre cuyos alumnos se encuentra la Premio Nobel de Medicina Rita Levi-Montalcini-, judío, hijo de banqueros, que amaba la ciencia y la naturaleza y que despreciaba a sus hijos por no seguirle en esta pasión, mostrándose intransigente en la educación, iracundo y autoritario, …En casa vivíamos siempre con la pesadilla de los arrebatos de mi padre, que explotaba de repente y casi siempre por los motivos más nimios pág 32; aunque el aparente desprecio que mostraba a sus vástagos, enmascaraba la profunda preocupación que sentía por ellos. Lidia Tanzi – milanesa católica- , su mujer, hija de Carlo Tanzi, abogado socialista, es retratada como una madre alegre, positiva, preocupada y atenta a las necesidades de todos sus hijos, soñadora y un tanto ajena a la realidad, que sirvió de contrapunto al carácter endiablado del padre. Mi padre admiraba y apreciaba el socalismo, Inglaterra, las novelas de Zola, la fundación Rockefeller, la montaña y los guías del Valle de Aosta. Mi madre amaba el socialismo, la poesía de Paul Verlaine y la música, sobre todo Lohengrin, que nos solía cantar después de cenar. Pág 19. Y sus hermanos, Alberto, médico, Gino, el preferido por su padre por su inteligencia y su amor a la montaña, Mario, de intrigante vida en su exilio francés y Paola, la hija que <sí daba cordel> a su madre, casada con Adriano Olivetti; Adriano es un personaje muy presente en la vida de los Levi, de gran relevancia tanto en el ámbito empresarial como en el político, no sólo por ser hijo de Camillo Olivetti, fundador de la Ing. C. Olivetti & C.S.p.A., «primera fábrica de máquinas de escribir» italiana, y Director General de la marca desde 1933, sino por su compromiso político con los perseguidos por Le leggi razziali fasciste, aplicadas en Italia contra las personas de religión hebrea, entre el 1938 y el primer quinquenio de 1940 por el régimen fascista.
Todos ellos y algún que otro personaje que habrá que buscar entre las líneas de este conmovedor libro, son descritos por Natalia Ginburg con la mayor objetividad desde su rincón, manifestando hacia ellos una mayor o menor empatía pero acercándose siempre con compasión y comprensión pero nunca juzgándolos.
En cuanto a la FORMA, además de la autobiográfica primera persona, utiliza la tercera persona, ...Mi padre fue a Roma para conseguir noticias en la comisaría. Pero no creo que lograse hablar apenas con nadie….pág 81, alternancia que propicia distintas miradas para narrar otros aspectos de su vida, como las reuniones en su casa del círculo de intelectuales entre los que se encontraban escritores de la categoría de Vittorio Foa, Adriano Olivetti, Carlo Levi, Giulio Einaudi y el gran poeta y narrador Cesare Pavese; a estos dos últimos se uniría Leone Ginzburg para formar la ahora exitosa editorial Einaudi en la Avda. Re Umberto, lugar de trabajo y amistad en el que se reunían y publicaban los mejores escritores del momento. Cuando Natalia se casa con Leone ya había fundado la editorial en el 38. En la autobiografía, describe el ambiente de la casa y de la editorial, los mundos de su adolescencia y juventud, así como las lecturas y los autores que la alimentaron en ambos periodos como «De vulgari eloquentia» de Dante, Herodoto, Homero, Zola, Baudelaire, Paul Verlaine, «À la recherche du temp perdu» de Marcel Proust, Croce, Leopardi, Carducci, Pascoli , Simenon, Felice Balbo, Elio Vittorini, Italo Calvino, Carlo Levi y su maravilloso libro, «Cristo si è fermato a Ebol» y otro gran amigo, Primo Levi, -que como Cesare Pavese acabaría suicidándose-, y su durísimo libro, «Se questo è un uomo», en el que relata su experiencia en Auschwitz.
Si el TEMA, de la vida de su familia y la suya propia pudieran parecer triviales, la elección del hilo conductor, aporta a la novela originalidad, sencillez y cercanía haciendo que su lectura resulte tan placentera; el Léxico familiar, cercano, rutinario, común a todas las familias y diferente en cada una de ellas, es la seña de identidad de todos sus miembros; las palabras de la autora resumen y condensan el alcance y la fuerza de aquellas frases hechas: Cuando nos vemos, podemos estar indiferentes o distraídos los unos de los otros, pero basta que uno de nosotros diga una palabra, una frase, una de aquellas antiguas frases que hemos oído y repetido infinidad de veces en nuestra infancia, nos basta con decir: «No hemos venido a Bérgamo a hacer campamento» o «¿A qué apesta el ácido sulfhídrico?», para volver a recuperar de pronto nuestra antigua relación y nuestra infancia y juventud, unidas indisolublemente a aquellas frases, a aquellas palabras. Una de aquellas frases o palabras nos haría reconocernos los unos a los otros en la oscuridad de una gruta o entre millones de personas… pág 23, son nexos de unión indisolubles y eternos, dichos repetidos y compartidos por la familia como… Natalia da poco cordel, Esta es la casa de tócame Roque…. ¡Eso son Vaniloquios¡ ¡No hagáis palurdeces!, ¡Nuevo astro que surge!, la frase de Mario, «El baco del calo del malo» o la repetida por su madre ¡Es como el affaire Deyfus! 75
Estas frases construidas en el seno familiar, repetidas continuamente, conforman el eje que vertebra el relato, revistiéndose de un único sentido y construyendo un mundo propio reconocible por todos los miembros;
«Para vosotros todo es la casa de Tócame Roque. Ésta es la casa de Tócame Roque», decía siempre mi abuela (queriendo decir que para nosotros no había nada sagrado), frase que se hizo célebre en la familia y que solíamos repetir cada vez que nos entraba la risa en los entierros o en los funerales. pág 25
«Un tonto». «Me ha parecido un grandísimo tonto», decía mi padre de alguien a quien acababa de conocer. Además de los tontos, estaban los «palurdos». Para mi padre los «palurdos» eran las personas que se comportaban torpe y tímidamente, las que se vestían de forma inapropiada, las que no sabían montañismo y las que no sabían idiomas.pag 46
Cuando se anunciaban aquellas veladas, mi padre preguntaba a mi madre durante la cena: «¿Has preparado algún refrigerio para ofrecerles?».( …)A veces mi madre no había preparado refrigerio y entonces mi padre se enfadaba: «¿Cómo es que no hay refrigerio? ¡No se puede recibir a la gente sin darle un refrigerio! ¡No se pueden hacer palurdeces!».pag 72
El propio lenguaje familiar se va ampliando a tenor de los acontecimientos bélicos, apareciendo paulatinamente frases nuevas, motivadas pon el momento político: ...Es comprometedor! ¡No se puede tener este libro en casa! ¡Es comprometedor!pág 78 o restringiendo su aparición en todos los ámbitos por efecto de la guerra : …Durante los años del fascismo, los novelistas y los poetas se habían quedado faltos de palabras…pág 120
El personal ESTILO de la autora, no deviene de la variedad de formas del lenguaje, como diálogos, cartas, canciones, poemas o confesiones sino que adquiere su personalidad gracias a las frases hechas cargadas de honestidad que descubren la visión del mundo de cada uno de los miembros de la familia. No hay bombo ni engolamiento, sus personajes son profundamente humanos, a veces contradictorios y así son descritos por la autora de una manera clara y sencilla.
Por ello es recomendable la lectura de este libro, porque cuenta sin estridencias el periodo de entre guerras, momentos terribles de confusión y persecución provocados por los fascistas, pedazos de la historia de Italia vivida a través de una familia que por sí misma, ha hecho historia.