Ayer , Agota Kristof

Fue el psiquiatra quien me dijo eso, y estuve de acuerdo con él porque, cuando uno está muerto, no puede escribir.

Nadie sube al autobús en el primer pueblo.

Ya no escribo

La novela de Agota Kristof, escritora nacida en Hungría en 1935 y emigrante  en Suiza, es una pequeña joya, que contiene temas universales repetidos a lo largo de la historia de la humanidad y que por desgracia, siguen vigentes en la actualidad; el primer tema habla de la inmigración, de los  SENTIMIENTOS DE LOS EXILIADOS que huyen de su tierra y al salir, abandonan parte de su vida en ella, dejan su familia, sus costumbres, su lengua y con ella su pensamiento, sus primeros sueños y sus ilusiones; ya vaciados de ellos mismos se encuentran inertes e inermes en otro país, en otra realidad en la que los recuerdos vienen a visitarles  y las pesadillas les atenazan en la noche

Tenía seis años, yo lo amaba. —Te amo —le digo. Y el niño me mira de hito en hito, severamente. —Niño, yo vengo de lejos. Dime, ¿por qué contemplas la luna? —No es la luna —responde el niño irritado—, no es la luna, es el futuro lo que contemplo. —De allí vengo —le digo en voz baja— y no hay más que campos muertos y cenagosos. —Mientes, mientes —grita el niño—. Hay dinero, luz, amor. Y hay jardines llenos de flores. —De allí vengo —le repetía en voz baja— y no hay más que campos muertos y cenagosos. El niño me reconoció y se puso a llorar.

 La soledad y el desarraigo hace  difícil soportar el paso de los días sin caer en la abulia.  Esto es lo que les sucede a los personajes de la novela; a  Iván que encontró un pequeño apartamento de dos habitaciones donde vivían amontonados él, su mujer y sus tres hijos, a Vera de 16 años que  servía bebidas  en un bar desde las dos de la tarde hasta medianoche y que acabará suicidándose,  a su hermana  Kati que trabajaba en un hospital, a su marido  Paul que trabajaba en un garaje y estaba loco por las motos y por su cuñada Vera y a Jean que deprimido por no encontrar trabajo, se ofrece a Sandor, el protagonista, como “arreglatodo” a cambio de comida, únicamente  para sentirse útil: También podría repintar tu apartamento, si lo deseas. No es mi oficio, pero ya lo he hecho varias veces. —No hace falta volverlo a pintar, así está muy bien. —Está asqueroso. Mira esa cocina tiznada, mira tu cagadero, tu baño. No es presentable. Miro alrededor de mí: —Tienes razón, no es presentable. Pero no tengo dinero. —Yo haré eso por nada. Sólo por la comida. Sólo por trabajar. Para no sentirme inútil. Sólo tendrás que pagar la pintura y darme un poco de comida a mí, como hasta ahora…

y a Lina, la niña  que el protagonista conoció en su niñez y que buscó en todas las mujeres hasta encontrarla muy lejos, en otras tierras; Lina/Carolina no se siente expatriada como sus compatriotas, ella tiene un marido físico, becado por su país, al que volverán cuando él termine sus estudios:

 …Hoy una mujer ha subido al autobús y esa mujer se llama Lina. No la Lina de mis sueños, no la Lina que yo esperaba, sino la verdadera Lina, ese demonio de Lina que ya envenenó mi infancia. Aquella que se daba cuenta de que yo llevaba la ropa y los zapatos de su hermano mayor y que se lo decía a todo el mundo. Aquella que también me daba parte de su pan…

Y a Sandor, Tobías de niño, el  protagonista,  quien de forma autobiográfica nos habla de su infancia en su tierra:nací en una aldea sin nombre, en un país sin importancia. mi madre Esther , mendigaba en la aldea y se acostaba con los hombres campesinos que le daban harina, maíz, leche. También hurtaba frutas y hortalizas en los campos y jardines, incluso a veces un pollo o un pato en algún corral. Para nosotros cualquier cosa era buena. Mi madre era la ladrona, la mendiga, la puta de la aldea …Y a pesar de ello: Incluso puedo decir que tuve una infancia feliz porque no sabía que existían otras infancias…

Nos habla de su apresurada huída provocada por el gran secreto:  …Sólo tenía un deseo: partir, irme, morir, me daba lo mismo. Quería alejarme, no regresar nunca más, desaparecer, perderme en el bosque, en las nubes, no volver a recordar, olvidar, olvidar…, de su apatía… Ahora pienso que no hay nada que esperar, por eso permanezco en mi cuarto, sentado en una silla, sin hacer nada. Pienso que allá fuera hay una vida; pero , en esa vida, no pasa nada. Nada que tenga que ver conmigo…  y de su situación en tierra hostil Caminaba. Me encontraba con otros peatones. Todos caminaban en la misma dirección. Eran ligeros, cualquiera hubiera creído que carecían de peso. Sus pies sin raíces jamás se herían. Era el camino de los que han dejado su casa, de los que han dejado su país. Ese camino no conducía a ninguna parte. Era un camino recto y largo que no tenía fin. Atravesaba montañas y ciudades, jardines y torres, sin dejar huellas tras de sí. Cuando uno se volvía, había desaparecido. Sólo recto y hacia adelante, había camino. A ambos lados se extendían inmensos campos cenagosos.

 Además del EXILIO hay otro tema, el más universal, el tema del AMOR. La novela es  una historia trágica de amor, un sueño de amor con el que Sandor  intenta superar la monotonía del trabajo en la fábrica y de su vida; el  amor de  Sandor hacia  Lina, es un amor idealizado, obsesivo, posesivo:

Entro en el taller, pongo en marcha mi máquina, funciona como jamás había funcionado, canta acompasadamente: Lina está aquí, Lina ha llegado. ¡Así que era a ella a quien yo esperaba! Yo no lo sabía. Creía esperar a una mujer desconocida, bella, irreal. Y es la verdadera Lina la que ha llegado después de 15 años de separación. Nos reencontramos lejos de nuestra aldea natal, en otro pueblo, en otro país…  Es enfermizo hasta llegar a ser brutal y  además, no tiene salida, salvo  liberar  a la amada  de la opresión del  marido y así retenerla a su lado. Ella es su único sueño, nacido en la infancia entre los pupitres de la escuela; es la razón que le anima a levantarse cada día y  salir de su indolencia. Pero su sueño, no es el de ella; Lina lo romperá, mostrándole abiertamente sus prejuicios sobre su origen y  las diferencias sociales que les separan:

Sí, yo también te amo, Sandor. Pero está mi marido. Y ella. —¿Sin ellos, me amarías plenamente? ¿Te casarías conmigo? —No, Tobías. No puedo convertirme en la esposa de un obrero ni seguir trabajando yo misma en una fábrica. Yo pregunto: —¿Y cuándo me haya convertido en un gran escritor famoso y vaya a buscarte, te casarás conmigo? Ella dice: —No, Tobías. En primer lugar, no creo en tus sueños de escritor famoso. Por otra parte, jamás podría casarme con el hijo de Esther. A tu madre la dejaron unos gitanos en la aldea. Unos ladrones, unos mendigos. Yo tengo unos padres honrados, cultivados, de buena familia. —Sí, ya sé. Y yo, una madre puta, un padre desconocido y no soy más que un obrero. Aun cuando me convirtiera en escritor, seguiría siendo una nulidad, sin cultura, sin educación, un hijo de puta. —Sí, es así. Yo te amo pero no es más que un sueño. Esto le hará despertar y confesar… En cuanto a mi vida, puede resumirse en dos frases: Lina vino y luego se volvió a ir. En mi imaginación todavía le digo: —Ya en la época de nuestra niñez eras fea y mala. Yo creí que te amaba. Me equivoqué. ¡Oh, no, Lina, no te amo! Ni a ti, ni a nadie, ni a nada, ni a la vida. y le hará volver a un estado vegetal, de muerto viviente.

El tercer gran tema es la LITERATURA, presente  como Acto Creativo,  como modo de  Vida y como Bagaje.

Como acto creativo, el protagonista nos habla de la dificultad , a la hora de escribir, de dar la forma adecuada a una idea precisa  …  Por lo general me conformo con escribir mentalmente. Es más fácil. En la cabeza todo se desarrolla sin dificultades. Pero tan pronto uno empieza a escribir, las ideas se transforman, se deforman y todo deviene falso. Por culpa de las palabras.

Como vida, como impulso vital,  como supervivencia del protagonista, como amarre a una existencia sin sentido, como metáfora de la esperanza:No tendré una gran cultura, pero he leído mucho y escrito mucho. Para ser escritor, sólo hace falta escribir. Por supuesto, suele ocurrir que no se tenga nada que decir. Y a veces, incluso cuando se tiene algo que decir, uno no sabe cómo decirlo. —Y, al final, ¿qué es lo que queda de lo que has escrito? —Al final, nada o casi nada. Una hoja o dos con un texto y mi nombre escrito abajo. Y eso raras veces, porque quemo casi todo lo que escribo. Todavía no escribo suficientemente bien. Más adelante escribiré un libro, no lo quemaré y lo firmaré Tobías Horvath…

[…] ¿En qué idioma escribes? —En el de aquí. Tú no podrías leer lo que escribo. Ella dice: —¡Ya es difícil escribir en la propia lengua de uno, así que figúrate en otra lengua! Yo digo: —Lo intento, eso es todo. Que funcione o no, me da lo mismo.

 Y ese aliento vital desaparecerá  ante  la decepción y el fracaso amoroso, llevándole a una existencia mortecina y al abandono de la escritura, único soporte vital:… Fue el psiquiatra quien me dijo eso, y estuve de acuerdo con él porque, cuando uno está muerto, no puede escribir.

Nadie sube al autobús en el primer pueblo. Ya no escribo

La literatura inunda la obra como bagaje,  como tradición, como sustrato de toda buena escritura, aflorando en múltiples ocasiones  como  en  la  descripción que hace el narrador-protagonista de su infancia y de la profesión de su madre, citadas más arriba,  donde bullen las páginas del Lazarillo de Tormes. Y cuando se pregunta dónde reencontrar los territorios borrosos de la infancia, sale en su ayuda Quevedo y su filosofía del tiempo:

¿Mañana, ayer? ¿Qué quieren decir esas palabras? No existe sino el presente. Unas veces nieva. Otras llueve. Luego hay sol, viento. Todo eso es ahora. Eso no ha sido, no será. Eso es. Siempre. Porque las cosas viven en mí y no en el tiempo. Y todo en mí, todo es presente.

Pero quizá la presencia más significativa sea la Surrealista; la autora intentar reflejar el funcionamiento del subconsciente de Sandor, despojándole  de cualquier tipo de control racional. En varios episodios como en El pájaro muerto: … En mi imaginación, un camino pedregoso conduce al pájaro muerto. —Entiérrame —me pide y, en los ángulos de sus miembros rotos, los reproches se mueven cual gusanos. Me haría falta tierra. Tierra negra y pesada. Una pala. Yo sólo tengo ojos. Unos ojos empañados y tristes que se mojan en un agua glauca. Los he trocado en el mercado de cosas viejas por unas cuantas monedas extranjeras, sin valor. No me ofrecían ninguna otra cosa. Los cuido, los froto, los seco en un pañuelo sobre mis rodillas. Prudentemente, para no perderlos… y   en Los viajeros del barco, metáfora de la guerra, se trasciende lo real a partir de lo onírico,  lo imaginario y lo irracional. El caos vital producido por los hechos trágicos de la infancia del protagonista, se manifiestan  crudamente en sus sueños y  en sus pesadillas no exentas de alucinaciones.

Y es esta elaboración artística de la forma la que da a la novela ese intimismo, esa redondez,  esa verdad que de ella emana y sobre todo esa belleza;  el lenguaje poético impregna toda la narración, dotándola de imágenes hermosísimas cargadas de expresividad,  que no por ello ocultan la dureza de los sentimientos: Me parece que el cielo se prepara para la lluvia. Quizá ya llovió mientras lloraba. Es probable. Por encima de las palmas de mis manos, el aire ha tomado un color definitivo y, en comparación con las nubes negras, el azul es transparente…y para ello se sirve de innumerables figuras poéticas como  prosopopeyas pongo en marcha mi máquina, funciona como jamás había funcionado, canta ,acompasadamente,… antítesis, …la luna los iluminaba a través de la ventana. Había luna llena. Una luna inmensa. Clavé el cuchillo en la espalda del hombre…enumeraciones…la lluvia me pegaba los cabellos  en la frente, en el cuello, en los ojos… metáforas como la de El pájaro muerto y Los Viajeros del barco  y todo un mundo figurativo. El lenguaje poético inunda el texto y la poesía se muestra en numerosas situaciones en forma de Versículo o Verso libre …Ayer fui a la orilla del lago. Ahora el agua está muy negra, muy lóbrega. Todas las noches, se embarcan entre las olas algunos días olvidados. Van hacia el horizonte como si navegaran en alta mar. Pero el mar está lejos de aquí. Todo está tan lejos..[…]

…Afuera los árboles danzan, el viento sopla, las nubes corren, el sol brilla, hace buen tiempo como en una mañana primaveral.

La mezcla de géneros es otro de los aciertos de la autora; muchos de los momentos narrados son verdaderas escenas teatrales que permiten al lector  una mayor cercanía con los personajes,  propiciada por el protagonista que es el que orquesta el relato: Adiós, Tobías. Se levanta. Sale. Cierra la puerta. No le dije que era su hermano. No le dije que había tratado de matar a nuestro padre. La sintaxis de la oración simple, breve y concisa,  ayuda a la  expresión teatral de situaciones y sentimientos  resolviéndola de manera clara, dura,  directa y poética.

La autora, con su dominio del oficio y su gran cultura,  logra  una novela redonda; comienza y acaba igual, cerrando el círculo con la misma violencia, irracionalidad e indolencia. El lector asiste a la cotidianeidad del desánimo y a la indiferencia del protagonista ante su nueva vida.

Recomiendo vívamente su lectura.

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