Escapada de golf a Burgos: degustación de arte y cata de vinos

Campo de golf Riocerezo. Septiembre de 2020

La segunda escapada de golf nos lleva hasta tierras de Burgos, ciudad que conocimos hace muchos años pero que no habíamos vuelto a visitar; una escapada con amigos, corta pero muy intensa,  nos llevó al  campo de golf Riocerezo, a 10 Km de la capital, circunstancia que nos animó a pernoctar en Burgos y aprovechar la tarde, visitando alguno de sus monumentos aún sabiendo que nos íbamos a quedar con la miel en los labios.

Riocerezo es un campo con un  recorrido de 18 hoyos y par 72, que se extiende por un  terreno con relieve llano y cómodo de jugar, con calles anchas y amplios greenes, y con un hoyo 17 muy interesante, por los obstáculos de agua que presenta y por estar el green situado en una isla lo que requiere una gran precisión en el  golpe, si no se quiere perder la bola en el agua;  a través de una  pasarela se accede al hoyo  18 donde también encontramos un lago que no presenta tantas dificultades.

Lo que más nos llamó la atención fue el agua verde de los lagos, que semejaba las aguas caribeñas, tan claras y  limpias que transparentaban perfectamente las plantas acuáticas. Acabado el juego, comimos en la terraza de la cafetería, el plato del día, huevos fritos con patatas y jamón, para reponernos de las cuatro horas caminando al sol. Desde allí se veía el lago del hoyo 18 a través de un jardín lleno de rosas donde destacaba una bicicleta de hierro cuajada de flores. Al terminar de comer nos dirigimos a Burgos, a un hotel muy recomendable, el NH Collection, Palacio de Burgos, un antiguo monasterio protegido por la UNESCO, en pleno corazón de Burgos, junto al río Arlanzón y a pocos minutos a pie de la catedral. Es  una magnífica construcción gótica erigida en los siglos XVI y XVII, con un precioso  claustro que data del siglo XVI, donde desayunamos, servidos por dos camareras,  pues por el Covid no se permitía el buffet libre. Muy completo y variado el desayuno. El edificio y la elegante decoración hacen del hotel un lugar muy agradable.

Para aprovechar la tarde nos dirigimos a visitar La Santa Iglesia Catedral de Santa María templo catedralicio dedicado a la Virgen María, que encontramos cerrado a pesar de que estábamos en horario; cosas incomprensibles de la “nueva normalidad” que es bastante anormal. Por esta razón sólo pudimos contemplar la  belleza exterior de su fachada principal, íntimamente relacionada con el gótico clásico francés de las grandes catedrales (París o Reims). Consta de tres cuerpos rematados por dos torres laterales de planta cuadrada. Sus agujas caladas son de influencia germánica y se añadieron en el siglo XV siendo realizadas por Juan de Colonia.

En el exterior también vimos  las portadas del Sarmental y la Coronería, góticas del siglo XIII, y la portada de la Pellejería, con influencias renacentistas-platerescas del siglo XVI. Su construcción comenzó en 1221, siguiendo patrones góticos franceses. En los siglos XV y XVI se modificaron las agujas de la fachada principal, la capilla del Condestable y el cimborrio del crucero, elementos del gótico flamígero que dotan al templo de su perfil inconfundible y en el XVIII las portadas góticas de la fachada principal. Ante la imposibilidad de ver el interior subimos por la escalinata que rodea la Catedral para visitar  San Nicolás de Bari, parroquia que posee uno de los retablos más impresionantes y monumentales del arte del Renacimiento castellano, diseñado y realizado en  1408, sobre otro templo románico por Simón de Colonia y su hijo Francisco.

Un poco más arriba y través de unas estrechas escaleras llegamos a  la iglesia de San Esteban, – cerrada al culto-, que alberga   el Museo del Retablo; reúne una colección de retablos del siglo XV al XVIII,  procedentes de diversas localidades de la provincia de Burgos. También ofrece un muestrario de orfebrería religiosa. Allí, mientras esperábamos que comenzara un video introductorio, entablamos conversación con un señor mayor que paseaba por el claustro, que resultó ser un escultor muy conocido en Burgos, Andrés Martínez Abelenda, con el que, además de aprender, pasamos un rato de lo más agradable; el escultor pasa gran parte de su tiempo entre estas históricas paredes, ya que una parte importante de su obra, entre 50 y 60 esculturas, realizadas en piedra, madera y alabastro, se exhibe en una sala de este museo; nos habló orgulloso de su padre, es hijo del retablista Valeriano Martínez (1891-1975), titular de un acreditado taller, en el que se formaron numerosos artistas burgaleses, entre ellos él mismo; también nos habló de su propia obra, extendida por todo el mundo, sobre todo, en países hispanoamericanos de la que destacó el Retablo Mayor de la iglesia de Padres Agustinos de Maracaibo, en Venezuela, de grandes dimensiones, en alabastro dorado con policromías. La mayor parte de su creación corresponde a lo que se denomina arte religioso, aunque también tiene obra de arte profano. El carácter y estilo de la obra del escultor Martínez Abelenda se pueden denominar como clásicos, pues se inspira en la concepción y técnicas que han definido y determinado el arte religioso durante siglos. Es  autor del sepulcro del arzobispo Don Manuel de Castro de la Catedral de Burgos, y su obra se encuentra dispersa por todo el territorio peninsular y el continente americano. Ha decidido donar a la ciudad de Burgos gran parte de su obra, después de años de trabajo dirigiendo su taller desde que lo instalara en 1958.

 Continuamos paseando por el centro histórico y nos detuvimos en la Plaza de San Juan, donde pudimos contemplar el Museo Municipal Marceliano Santa María y el sugerente edificio de la Biblioteca Pública, envuelto en vidrio serigrafiado, que engloba también la fachada gótica, integrada así, en la composición del edificio. Esta puerta gótica, es el único elemento conservado, del primitivo Hospital de San Juan, construido en 1479 por Simón de Colonia y destruido en el incendio de 1949. Lo más destacado de esta portada desde el punto iconográfico es el conjunto de escudos que llenan el espacio superior, formado por tres escudos de gran tamaño colocados en línea, más otros dos de menor tamaño dispuestos debajo.

Paseando, se nos echó encima la noche, por lo que nos encaminamos hacia el  Paseo del Espolón, saliendo por el  impresionante Arco de Santa María, una de las puertas de la ciudad, construido entre 1536 y 1553 y remodelado totalmente por Juan de Vallejo y Francisco de Colonia.

En 1943, el Arco, fue declarado Monumento Histórico Artístico y en  la actualidad alberga exposiciones temporales. ​La puerta fue concebida a manera de gran arco triunfal, con organización de retablo labrado en piedra y con un remate almenado a modo de castillete, lo que hace del conjunto un monumento arquitectónico singular. En las seis hornacinas principales, dispuestas en dos cuerpos y tres calles, se encuentran personajes importantes de la historia de Burgos: los Jueces de Castilla,  los condes Diego Rodríguez Porcelos, fundador de la ciudad, y Fernán González, primer conde independiente de Castilla; el Cid; y el emperador Carlos I, a quien dedicó la ciudad el Arco para congraciarse con él tras las revueltas comuneras. Con una temperatura envidiable volvimos al hotel para concluir un día denso, variado y enriquecedor.

Al día siguiente dejamos Burgos con pesar, por haberle dedicado tan sólo una tarde, pero con el convencimiento de que repetiríamos la visita y nos dirigimos  hacia  Pesquera de Duero, ya en Valladolid,  para visitar las Bodegas Pesquera, -donde teníamos concertada una visita y una cata-, contemplando un paisaje verde, lleno de vides, por unas carreteras salpicadas de pueblos pequeños, conocidos por sus vinos, como Sotillo de la Rivera donde se crían los conocidos caldos “Arroyo”,  La Horra, donde las Bodegas Roda  encontraron   las mejores tierras para el cultivo del Tempranillo fuera de La Rioja o  Roa, pueblo en el que merece la pena detenerse, para visitar  la sede del Consejo Regulador de la Denominación de Origen, Ribera del Duero, un innovador edificio, diseñado por los arquitectos de Estudio Barozzi Veiga, que integra la antigua sede del Consejo, el antiguo Hospital de San Juan Bautista del s. XVI, con un nuevo edificio de arquitectura vanguardista. El resultado del innovador proyecto, es una construcción que conjuga la tradición y la modernidad y que custodia y expande  una denominación,  Ribera del Duero, de prestigio internacional;  así llegamos  a  Pesquera de Duero, donde visitamos  la bodega del mismo nombre y realizamos una cata de vinos jóvenes; la bodega, prefirió promocionar el vino de la  Dehesa la Granja por lo que no nos dieron a probar  ni el Pesquera ni Vínculo, marca  que esta bodega tiene en   Castilla la Mancha, y  que conocíamos bien  por consumirlo en las comidas con amigos.

Terminada la visita nos dirigimos a Peñafiel, precioso pueblo cuyo origen se remonta a culturas prehistóricas aunque es durante la Reconquista cuando se asienta un núcleo urbano al pie del cerro que domina el castillo. A finales  del siglo X Penna Fidele, pasa a depender del condado de Castilla. La villa, que había sido incorporada a la corona de Castilla en 1367, fue otorgada el 21 de julio de 1448 a Pedro Girón. ​

Entre sus numerosas joyas arquitectónicas que pasaremos a detallar,  destacaremos  el Convento de San Pablo, templo levantado sobre los restos del Alcázar de Alfonso X, que data del s. XIII y que en el siglo XIV se convirtió en monasterio. Del álcazar queda el emplazamiento, una de las bases de un antiguo torreón que hoy sustenta la espadaña de piedra ejecutada en dos cuerpos y el patio de armas del mismo, que actualmente es el claustro del Convento. Cuando se contempla su exterior el visitante queda anonadado ante la la exuberancia y belleza de los arcos realizados en ladrillo, en estilo gótico mudéjar, que justifica claramente,haber sido declarado  Bien de Interés Cultural. Pero lo que me dio un verdadero placer debido a mi  profesión, fue encontrar en la iglesia del convento, al lado del Altar mayor, la capilla funeraria del gran escritor y  señor de la villa, el infante Don Juan Manuel (1282-1348), construida dos siglos más tarde, en estilo plateresco con reminiscencias góticas; una pieza sobresaliente del Renacimiento español construida en piedra caliza muy blanca, labrada minuciosamente y conservada en muy buen estado; de D. Juan Manuel, sobrino del rey Alfonso X el Sabio, destacaremos  su trabajo literario, especialmente su obra maestra, el Libro de Patronio o el Conde Lucanor;   es un libro que consta de una cincuentena de cuentos, en los que el conde plantea  un problema a su consejero Patronio solicitando de éste consejo para resolverlo. Patronio contesta al conde no poder solucionar  el problema pero sí, contarle una historia de la que podrá extraer una enseñanza que le ayudará a resolverlo. Los cuentos son exempla, género asentado en la tradición literaria medieval, escritos con un estilo muy cuidado y con propósito didáctico y moral. Don Juan Manuel elige Peñafiel como el lugar preferido de todos sus estados repartidos por varios lugares de la geografía española. Sin ninguna duda es uno de los grandes atractivos de Peñafiel .

Como era la hora de comer seguimos la sugerencia que nos dieron en las bodegas y nos dirigimos al  Hotel AF Pesquera, un magnífico y moderno edificio reconstruído, en el que el cristal se mezcla con el ladrillo antiguo y el acero corten. Una preciosidad.

Y despúes de comer, paseamos por la villa hasta llegar al Coso, la magnífica plaza que bordea un espacio de 3500 m²,  rodeada de balcones de madera, a modo de palcos, formada por 48 edificios,  conocida como «Corro» o «Corro de los toros«, cuya existencia se encuentra documentada desde la Edad Media;  los balcones de la plaza, adintelados, se realizaron en los siglos XVIII y XIX, en madera, y se encuentran decorados con motivos arabescos. La función de estos balcones desde su origen hasta hoy es la de servir de lugar para presenciar los espectáculos. Actualmente se atribuye a esta plaza el ser «una de las primeras plazas mayores de España», por su singularidad aunque no esté presidida por un ayuntamiento, concejo o una iglesia parroquial. Su construcción se realizó desde antiguo para fines lúdicos, entre los que destacaban las justas y torneos medievales y posteriormente las sueltas y corridas de toros.

Desde El Coso se contempla al fondo y en lo alto, la silueta del castillo, declarado Monumento Nacional el 1 de junio de 1917, y que se extiende sobre una loma estrecha y larga, – unos 35 m de anchura frente a 210 m de longitud-, que le da apariencia de buque. Decidimos subir a visitarlo y por el camino encontramos una preciosa torre de mampostería y piedra que se alza  sobre el barrio más antiguo; es la  Torre del Reloj que formó parte de la Iglesia de San Esteban, edificio románico levantado en el año 1086, y  que se hundió en 1613.

Buscando información sobre el reloj he encontrado que ha sido objeto de numerosas investigaciones, las cuales han revelado, que, ya en 1532 había una maquinaria de reloj mecánico instalado en la torre, para cuyo mantenimiento se asignaron tres escudos; en el Catastro de Ensenada, de 1752, se asignaban 100 reales por regir el reloj. La maquinaria actual data de 1884, construida por la empresa Francesa Prost Frères y montada por el relojero de Valladolid José Martínez de Velasco, que vino a sustituir a una maquinaria mucho más antigua. El reloj estuvo en funcionamiento, casi ininterrumpido, hasta 1998, en que se inició su larga parada prolongada hasta 2012. En este año, fue restaurado y puesto en funcionamiento por Daniel Sanz Platero. Su remontaje es manual, teniendo una duración de ocho días, que es el tiempo que dura la cuerda del reloj.

La Campana del Concejo, o la campana del Reloj, ha sido el instrumento que ha ido marcando la vida de los habitantes de Peñafiel durante muchos años, ya que también era utilizada por el Concejo de Peñafiel y por la propia Parroquia. La Campana data de 1664, así como consta en sus inscripciones. En el lugar donde se ubica la Torre, se yerguen numerosas chimeneas llamadas luceras, pensadas para  ventilar de modo  natural las bodegas subterráneas, que se extienden por las entrañas del pueblo.

Posteriormente nos encaminamos hacia el Castillo, y, aunque los lugareños lo hacen andando, nosotros cogimos los coches; al final de la empinada carretera, descubrimos  el imponente conjunto, defendido por una primera muralla exterior de lienzos lisos que puede datar del siglo XI y ser, por tanto, la parte más antigua de la construcción. En su lado oriental se abre una única puerta de acceso flanqueada por sendos torreones circulares y coronada por un matacán del que sólo quedan los modillones. Una segunda formación de murallas delimita el recinto interior. Está constituida por 28 cubos almenados que se intercalan equidistantemente en el prolongado cerramiento definiendo una sucesión de cortinas también almenadas y transitables en su cumbre a través de un adarve. En el centro aproximado de este espacio se levanta la torre del homenaje, prisma rectangular de unos 34 m de altura que alberga tres plantas abovedadas. En el ala sur, se encuentra ahora el Museo Provincial del Vino.

En Peñafiel también se  pueden visitar las Bodegas Protos y catar sus vinos; ofrecen  la posibilidad de visitar sus dos bodegas, la antigua que recorre el interior de la montaña y la nueva diseñada por el arquitecto Richard Rogers and  Partners. Todas las visitas, incluyen el recorrido por ambas bodegas y una degustación o cata de sus vinos al terminar el trayecto.

Este tipo de escapadas en tiempos de Covid, son una auténtica bocanada de aire fresco, que nos permiten gozar de la naturaleza, del arte y la gastronomía, y aprovechar el tiempo al máximo, de una forma lúdica y variada; si consideramos que desde Madrid se llega en aproximadamente dos horas, es la escapada perfecta; y desde luego te deja con ganas de más.

2 comentarios sobre “Escapada de golf a Burgos: degustación de arte y cata de vinos

  1. Hola, amiga:
    La escapada fue demasiado corta por lo que leo. Os dejasteis sin ver en Burgos, entre otras cosa, la Cartuja de Miraflores, una maravilla. Veo (ja, ja…) que os tira más el vino que el alma. Yo de Peñafiel donde estuve no hace mucho recuerdo las bodegas de Pago de Carraovejas, ¡espectaculares la bodega, el restaurante y los vinos!
    Besos

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  2. Querido amigo, en una tarde no da tiempo más que a una pequeña degustación. Ya conocíamos Burgos, incluída la Cartuja pero la escapada es eso, aquí lo pienso y aquí lo hago y los amigos no podían alargarlo
    . A ver cuando vienes a Segovia a Jose María para compartir su excelente vino, Pago de Carraovejas, e incluso comer en su restaurante. Anímate

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