El infinito en un junco, Irene Vallejo

Cuando entras en una librería sólo por el placer de hojear las novedades, sin buscar un libro concreto,  esperas que alguno te haga una seña y atrape tu atención. A veces es la portada la que nos seduce con su atractivo diseño y nos impulsa  a coger el libro; otras es el  título lo que resulta sugerente  y la mayoría de las veces son las críticas o  recomendaciones, lo que finalmente decide la elección; en este caso han sido los tres supuestos los que me han acercado a este libro que no sé cómo calificar. El título de la obra que voy a reseñar, El infinito en un junco, es cuanto menos,  cautivador  y da muchas pistas sobre su contenido; está formado por dos sustantivos sumamente   evocadores: el infinito, esa imprecisión temporal que perseguimos para poderla aprehender y  junco,  significado  del nombre genérico derivado del griego, Cyperus papyrus, planta originaria de la cuenca del mar Mediterráneo, que alcanzó una gran expansión en Egipto donde crece en las orillas del río Nilo;  de su tronco  se extrajeron  las  láminas donde se vertieron  miles de  sueños, convertidos más tarde en libros y en fieles  compañeros vitales. La planta de papiro  de la portada, nos recuerda el  periplo iniciado en la antigüedad,   un viaje infinito   en el  que las palabras han subsistido, venciendo las tempestades del odio y la ignorancia,  hasta llegar a  buen puerto, el nuestro, el de aquí y ahora.

Y este es el tema, la historia del arte de escribir, de los libros y los templos que los custodiaron,  narrada  con la intención de establecer lazos entre el mundo clásico y  el actual. …Hace seis mil años, aparecieron los primeros signos escritos en Mesopotamia, pero los orígenes de esta invención están envueltos en el silencio y el misterio. Tiempo después, y de forma independiente, la escritura nació también en Egipto, la India y ChinaEl cariz enciclopédico de esta obra y la copiosa documentación lleva a la autora a hablarnos de cómo y cuándo nació el primer libro nació cuando las palabras, apenas aire escrito , encontraron cobijo en la médula de una planta acuática flexible , ligera , preparada para el viaje y la aventura…, de  la historia de los distintos tipos de soportes, –rollo de papiro,   tablillas de barro o arcilla,   cuero , -material utilizado en Pérgamo para contrarrestar el boicot  comercial de Egipto que no  facilitaba papiro-,  códices,  papel  y  los actuales libros electrónicos; en su andadura narra   la historia de los libreros, describe los mercadillos en los que se vendían, informa sobre  los coleccionistas y el precio de los libros,  relata anécdotas muy interesantes sobre los plagiadores, sobre los libros asesinos de Catalina de Medici,  sobre los esclavos romanos copistas o sobre la corte de sabios traductores que volcaron a la lengua griega la Torá judía o los textos iranios atribuidos a Zoroastro  de más de dos millones de versos; también nos  recuerda su secreta presencia   en los campos de concentración o nos ameniza con los divertidos títulos de los libros << Lo que Tucídides no dijo >>, que nos recuerda a <<Lo que Varguitas no dijo>>, obra autobiográfica de Julia Urquidi, que desvela  detalles  de su matrimonio con Mario Vargas Llosa y que escribió en respuesta a La tía Julia y el escribidor;  ….en fin… respiremos… la obra de Irene Vallejo se presenta al lector  como  una enciclopedia  en la que narra, explica, expone, describe, argumenta y reflexiona sobre  las vicisitudes que la expresión oral y escrita, han sufrido a lo largo de los siglos.

Estructurado en dos partes I. Grecia imagina el futuroII. Los caminos de Roma y un Epílogo, su exposición abarca  todo un   mundo  que gira alrededor de las palabras,   del material en el que se posaron, de la piel que las abrigó, de la casa que las cobijo,  de la violencia que las hizo desaparecer, de los poderosos que las confiscaron, de los inventos que las reordenaron, de  los  lectores que las disfrutaron y sobre todo de la cadena humana que ha mantenido el aparentemente frágil hilo expresivo.

 Escucharemos historias de escritores  desterrados cuyas voces fueron ahogadas  y relatos inimaginables  de poetas  admirados, venerados y  endiosados por el éxito; también de   mujeres Atenas excluyó a las mujeres y no les dio voz; el discurso público y la literatura eran de hombres…, que en la oscuridad, buscaban la luz de las palabras,   perseguidas por ser mujeres y por el hecho de amar el conocimiento y quererlo transmitir, como Safo, Aspasia  o Hipatia, mujer libre y admirada por su inteligencia, que nos recuerdan la discriminación sufrida, aún palpable en pleno s.XX ; dicha marginación la ejemplifica con la autora,  María Moliner, intelectual    a la que rebajaron dieciocho puestos en el escalafón administrativo, excluyéndola para toda su carrera de cargos de mando o confianza.

 También hará hablar a los clásicos, a Homero, a Platón, a Aristóletes,   a Sófocles, Eurípides, Tucídides, Dionisio de Tracia, Arquímedes, Euclides,al primer bibliotecario  Demetrio de Falero  y muy extensamente a Ptolomeo, el amigo macedonio de Alejandro Magno, primer rey  de una  dinastía que duraría casi trescientos años;  Ptolomeo I convertiría la ciudad de  Alejandría en el centro neurálgico de la cultura y el poder, ciudad que nació de un   sueño literario, de un susurro homérico; el Faro, el Museo, y su maravillosa  Biblioteca materializarían los sueños de Alejandro, tan antiguos y tan actuales: la universalidad, el afán de conocimiento y un desconocido hasta entonces deseo de fusión. Tal vez allá, en el siglo III a. C., fue la única y última vez que se pudo hacer realidad el sueño de juntar todos los libros del mundo sin excepción en una biblioteca universal.

La autora confiesa que, si le preguntan  cuál es su historia favorita para contar junto al fuego, elegiría la extraordinaria aventura de la Biblioteca de Alejandría, la aventura libresca más querida por ella. Pero no sólo habla de la Biblioteca de Alejandría,  sino de tantas otras que han custodiado el saber durante siglos, como las bilbliotecas ubicadas en los  Baños romanos, como los de  Caracalla en el s. II d.d.C., o las 29 bibliotecas de Roma en el 350 d.d.C. o la  primera biblioteca pública de Florencia, ubicada en el Monasterio de San Marcos, biblioteca renacentista construida por Michelozzo por voluntad de Cosme de Médici, que reemplazó las habitaciones oscuras y los libros encadenados del mundo medieval por espacios luminosos y cómodos o la Biblioteca Bodleiana de Oxford, fundada en 1320, de la que  refiere  curiosidades,  como  el número de ejemplares diarios que recibe o los kilómetros de estanterías subterráneas que posee, o una experiencia propia,  la incredulidad y el asombro que sintió ante  el juramento que debe hacerse al entrar en la biblioteca; en ella  la autora consultó importantes códices con una emoción que narra en  primera persona Tal vez el impulso de escribir este ensayo nació entonces, al calor de aquel libro de Petrarca que susurraba como una suave hoguera…  

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Biblioteca de Alejandría                                                    Biblioteca Bodleiana

Y aquí reside uno de los aciertos de la obra; en su narración  no sólo hace hablar a hombres y mujeres de la antigüedad sino que  habla ella misma, de sí misma;  en primera persona cuenta su infancia en una familia llena de amor y de cuentos, su angustioso paso por el colegio en el que sufrió acoso y marginación …una violencia que  se desarrolla protegida por una barrera de silencio turbio…,  y su admiración adolescente por Pilar Iranzo,  profesora de griego de su instituto,  que encendió su pasión por el mundo clásico,  – el griego empezó con voz de mujer — la voz de mi profesora—, su reconfortante experiencia como  filóloga y su pasión como  profesora…. Años después , cuando yo misma me he tenido que enfrentar al vértigo de una clase , he comprendido que hace falta querer a tus alumnos para desnudar ante ellos lo que amas ; para arriesgarte a ofrecer a un grupo de adolescentes tus entusiasmos auténticos , tus pensamientos propios , esos versos que te emocionan , sabiendo que podrían burlarse o responder con cara de piedra e indiferencia ostentosa. Su obra ya  no es sólo  la exposición documentada de un saber enciclopédico sino una obra personal, en la  que la autora se desnuda  para mostrarnos su intimidad, narrada con una dolorosa contención. Calificada por ella misma como Ensayo, contiene  todas las técnicas ensayísticas que los definen, como argumentaciones, citas de autoridad, definiciones, anécdotas personales, ejemplificaciones y llamativas comparaciones que fusionan la actualidad con el mundo clásico.

El flamante Faro , una de las maravillas del mundo , desempeñaba la misma función simbólica que las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York .

La lengua griega se estaba convirtiendo en la nueva lengua franca; era una versión asequible que llamaban koiné , algo parecido a ese inglés renqueante con el que nos entendemos en los hoteles y aeropuertos en vacaciones .

Imagino la experiencia de entrar en la Biblioteca de Alejandría en términos parecidos a lo que yo sentí cuando navegué por primera vez en internet; Internet es una emanación — multiplicada, vasta y etérea — de las bibliotecas.

 Convendremos que para ser un Ensayo la Tesis no se muestra explícitamente, -quizá  de modo consciente-,  aunque implícitamente la defensa de los libros y  la necesidad que el ser humano tiene de contar historias,  es palpable de principio a fin.  La obra da pie a la subjetividad y los lectores serán los que extraigan la o las tesis y los que califiquen esta obra dentro de un género u otro.

Materias tales como, historia, filosofía, pintura, literatura, poesía,  arquitectura   Pensemos en la admirada Staatsbibliothek de Berlín , diseñada por Hans Scharoun y Edgar Wisniewski . Allí filmó Wim Wenders una escena de El cielo sobre Berlín…  , cine,  …Ingmar Bergman rodó su película Como en un espejo en una pequeña isla del Mar Báltico llamada  Fårö , o música, https://youtu.be/1oTEQf1d9Iw, Alexander the  great Iron Maiden,  se mezclan y complementan, integrándose  con un claro objetivo, el divulgativo y el pedagógico; no sólo pretende acercar el mundo clásico a los lectores sino que lo hace de una manera amena y personal con la que  busca empatizar con el lector y aportar cercanía y actualidad. Así aparecerán por sus líneas, Ovidio, Dante, Cervantes y El Quijote, Frodo y Sam , los dos hobbits de El Señor de los anillos, de J . R . R . Tolkien, tan querido por los jóvenes de hoy en día, junto a la visión de Alejandría de su admirado  Cavafis o El  cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell donde conoceremos la misma ciudad en  los años 30 y 40 del pasado siglo; y una larguísima lista de autores entre los que destacaré al escritor nigeriano Chinua Achebe,  quien  reflexiona sobre ese conflictivo amor a las letras invasoras, Oscar Wilde  o Borges y  La biblioteca de Babel, o Giorgio Bassani y El jardín de los Finzi-Contini, uno de sus libros favoritos.

Pero no sólo habla de ella, también apela al lector, creando un ambiente de intimidad, para compartir con él sus reflexiones sobre el  acto de leer Hablemos por un momento de ti, que lees estas líneas . Ahora mismo, con el libro abierto entre las manos, te dedicas a una actividad misteriosa e inquietante (….) Piénsalo bien. Estás en silencio, recorriendo con la vista hileras de letras que tienen sentido para ti y te comunican ideas independientes del mundo que te rodea ahora mismo. Te has retirado, por decirlo así, a una habitación interior donde te hablan personas ausentes…, y utilizando el  género epistolar, regresa  al siglo I d.d. C para escribir una poética carta a Marco Valerio Marcial, poeta hispano-romano, notable escritor de epigramas satíricos, con el que establece un entrañable diálogo en segunda persona, recordándole su pasado y  prediciendo su vida futura Este será tu último gran viaje. Con casi sesenta años, mientras dejas atrás Roma, te agita el entusiasmo de la aventura.La navegación de Ostia a Tarraco es tranquila; balanceado por las olas y los vientos favorables, el barco te mece en el mar de la memoria. (…) Bajo el cielo tranquilo de Celtiberia, amigo Marcial, dormirás a pierna suelta. Aún no lo sabes pero vas a conocer a una viuda madura y rica, llamada Marcela, que admira  tus versos…

En esta larga reseña dejo muchas cosas en el tintero pues la obra se mueve por el tiempo sin límites temáticos. La documentación que ha utilizado la autora es profusa pero sumamente interesante  por lo conviene acercarse a este libro, escrito con la pasión de quien ama y domina el arte de escribir.

Comparto con Irene Vallejo mi amor a las letras pues como ella soy filóloga y profesora, y en los cinco últimos años de mi vida profesional, tuve la fortuna de impulsar la olvidada biblioteca de mi IES;  pude comprobar que la magia del lugar y de sus hileras de libros, fueron  el refugio de muchos  adolescentes  que, huyendo de sus inseguridades juveniles, buscaban un lugar tranquilo donde ser ellos mismos; en los libros  descubrieron otros mundos similares a los suyo en los que encontraron remedios para las enfermedades del alma. Como dijo un joven a una de las bibliotecarias del proyecto Work Progress Administration, en 1934, para Kentucky: Esos libros que nos trajiste nos han salvado la vida.

2 comentarios sobre “El infinito en un junco, Irene Vallejo

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