El colibrí, Sandro Veronesi

Según una creencia azteca la mayor recompensa que recibían quienes morían en combate era convertirse en colibrí.

«Tu eres  un colibrí porque como el colibrí pones toda tu  energía en permanecer quieto».

Perseverar, permanecer, resistir, son sinónimos del verbo griego emmèno  que significa mantenerse firme, términos que definen el modo de afrontar la vida de Marco Carrera, el protagonista de El colibrí, novela de Sandro Veronesi, galardonada con el prestigioso premio Strega 2020

Marco nace en Florencia, en una familia de clase media, -arquitecta la madre e ingeniero el padre-, en la que vive una infancia feliz, ajeno a las discusiones constantes del matrimonio… Marco Carrera pasó la niñez sin enterarse de nada, ni de que sus padres se llevaban mal, ni de que la madre no quería al padre, ni de que ésta le engañaba…,; es su madre la que le pone el sobrenombre de “colibrí ” por su ligereza, su belleza,  su velocidad y su baja estatura;  pasa los veranos en la casa de la playa en Bolgheri donde  se enamorará platónicamente y para siempre de Luisa, su amor imposible… Él, con treinta y nueve años, y ella, con treinta y dos, fueron capaces de dormir en la misma cama sin entregarse a lo que ambos llevaban años deseando, sin besarse, sin acariciarse, sin tocarse siquiera, sin hacer nada. Dos necios.; buen estudiante,  en la universidad se decantará por la  oftalmología;  conocerá a Marina, con quien se casará y de cuya  unión  nacerá Adele,  a quien educará en soledad tras divorciarse,  una vez conocida la farsa  continuada     de  su matrimonio… Luisa no se enamoró de Marco Carrera: sólo se dejó llevar por las consecuencias de sus invenciones; no se alegró de quedarse embarazada: sólo quiso darle una nietecita a su amada madre; no fue feliz con Marco, nunca, en todos aquellos años, sino al contrario: abrigó un sordo y silencioso rencor por él; no le fue fiel, ni siquiera antes de la relación amorosa fatal, y así todo.

Estas adversidades no se podrán comparar con el vacío que le provocará  la pérdida de su  hermana Irene, desatendida por sus padres,  arrastrada por su soledad  y abandonada a su suerteIrene, por su parte, ha llegado al límite. Se ve. Se ve perfectamente. Se ve en los ojos hundidos en las órbitas, en la mirada destrozada, en la vena azul que se le hincha en la sien, en la costra de sal del pelo, que no lleva ni recogido en una cola, en los andares de fantasma con los que va y viene por la casa con los cascos puestos, y, sobre todo, en la música que escucha, si alguien se tomara la molestia de oírla: está escuchando «Gloomy Sunday», la canción húngara de los suicidios que, según la leyenda, provocó decenas de actos irreparables en Budapest en los años treinta…; el hecho de  no haber detectado su oscuridad y confusión interior, afectará a toda la familia y provocará la marcha de Giacomo, el hermano menor, a EEUU, tras ser acusado por Marcos de no vigilar a su hermana el día de la desgracia. Pero el mayor infortunio será la muerte de su propia hija,  Adele, a la que hubo que dedicar mucha atención, para superar la extraña patología que manifestó a los tres años… Adele Carrera le comunicó a su padre que tenía un hilo atado a la espalda. Pese a su edad, se explicó muy claramente: era un hilo que le salía de la espalda e iba siempre a la pared que le quedaba más cerca. Por alguna razón, nadie veía el hilo y eso la obligaba a arrimarse siempre a la pared para evitar que la gente tropezase o se enredase con él…; esta serie de desdichas   irán arrojando a Marco de una vida a otra, a las que se someterá estoicamente, adaptándose calladamente, sin estridencias, con el único deseo de no dejarse caer y mantenerse  firme, indefinidamente, con un objetivo , sacar adelante a su  nieta,  Miraijin,  hija de Adele, que será, independientemente de su sexo,   “el hombre del futuro”... En aquel momento Marco Carrera debía responder a las expectativas de su hija y no podía dar una respuesta incierta. Hizo lo que le decía el corazón y lo aceptó todo, llegando a creer también en lo del hombre del futuro. Marcos será el eje estable   de una familia que fracasará como institución tradicional y que adoptará nuevas  formas, para   superar las carencias de la educación por él  recibida.

Y todo ello,  sin ayuda, él, que vivía rodeado de mujeres necesitadas de  terapias psicoanalíticas y sentía una insuperable aversión al psicoanálisis … Debía a su madre la insuperable aversión al psicoanálisis, el cual, andando el tiempo, había de revelarse fundamental en su relación con las mujeres, pues quiso el destino que todas las de su vida, empezando por su madre y su hermana Irene y siguiendo por sus amigas, novias, colegas, esposas, hijas, todas, pero todas, se rigieran por diversos tipos de terapia psicoanalítica. Y será precisamente  un  psicoanalista, el Doctor Daniele Carradori,  la persona que va a pertubar la apacible vida de Marco Carrera descubriéndole las infidelidades de su mujer, hecho que le hará replantearse el sentido de su profesión. Es un personaje que antepone su integridad y el  deber ético, por encima del profesional, hasta el extremo de abandonar una  profesión que le crea conflictos internos —¿Es usted el psicoanalista de mi mujer?    —El mismo. (…)   —Porque lo que voy a hacer está prohibido y en mi profesión se castiga muy severamente. No lo he hecho en mi vida ni imaginé que tuviera que hacerlo, pero tengo razones para creer que se halla usted en grave peligro y soy la única persona en el mundo que lo sabe. Por eso he decidido informarle, aunque al hacerlo infrinjo una de la una de las reglas fundamentales de mi profesión

No le hacen falta al escritor largas descripciones para caracterizar a LOS PERSONAJES; con dos pinceladas  conoceremos la personalidad de los padres, Probo y Letizia, su egolatría, ensimismamiento y ceguera ante la enfermedad de su hija Irene;  y con un trazo, tan imperceptible como el hilo fijado en la espalda de  Adele, comprenderemos la singularidad de esta  niña conceptuada por el narrador como  un bicho raro, rodeada en su adolescencia de gente rara del mundo de la escalada y el surf…  son comunidades mentales que agrupan a bichos raros de todo el mundo, y Adele lo era…; un alma libre que huye  de la vida  burguesa,  para integrarse en la naturaleza. Pero no a todos les dedica la misma atención; de Giacomo el hermano pequeño que marchó a EEUU, sólo sabemos lo que nos cuenta Marcos en las cartas que le escribe y de las que nunca recibe respuesta; desconoce todo de la vida que allí lleva, e incluso donde vive…tan sólo  conoce la casa por google earth…;   pero no ceja en su empeño,  busca su perdón por responsabilizarle de la muerte de Irene… Vale, Giacomo, te eché la culpa y fue horrible. ¡Pero han pasado treinta años, coño! Te eché la culpa y te pido perdón, te pido perdón porque contribuí a hacer la vida en familia imposible muchos días, días que pasaban y pasaban pero siempre estaban muy cerca de aquel maldito día. Sin embargo, han pasado treinta años. No podemos convertirnos en dos extraños, aunque lo queramos. Los hermanos suelen pelearse por la herencia cuando mueren los padres: no estaría mal que nosotros nos reconciliáramos. Más que nada, porque sería típico de nuestra familia: funcionar al revés…; sí sabemos, que también estaba enamorado de Luisa y que no se quedó con su hermana Irene el día de la tragedia; o Duccio Chilleri, apodado «el innombrable» único amigo de Marco en la infancia y compañero de juego por los casinos, en su juventud.

Y en este devenir vital, no podríamos  decir si Marco es un buenazo sentimental, que perdona a su exmujer las terribles acusaciones que lanzó contra él, que tras ganar 800.000 euros, no los cobra pero exige  al jugador que le devuelva el album de fotos de su madre, o   un héroe que logra superar los avatares de la vida… después de haber resistido los golpes y dardos de una suerte horrenda, como dice Hamlet.

Los datos para decantarnos por una u otra opción,  los aportarán DOS VOCES NARRATIVAS; una en primera persona, que dará voz a Marco Carrera, a Luisa o al doctor  Daniele Carradori y otra, en 3ª persona, de un  narrador externo y omnisciente, que será testigo, confidente, casi un alter ego del autor, presto a dar su opinión sobre cualquier asunto… Marco no se había enterado del motivo de la disputa, (su altura)y esto bastó para determinar (esto podemos decirlo echando la vista atrás, pero podemos decirlo) el futuro de, por lo menos, tres miembros de la familia…, manejando el relato de su vida.

Esta aleatoriedad va conformando un  ESTILO NARRATIVO  que no sigue un patrón fijo, como tampoco lo hace el TIEMPO NARRATIVO, que se bandea sin criterio temporal preestablecido, jugando anárquicamente con los recuerdos. Lo mismo ocurre con los  diversos modos discursivos, muchos de ellos de moda en la novela actual, como utilización de  “e-mails” con los más variados contenidos, desde poemas  a inventarios de muebles o libros, y conversaciones teléfonicas, en las que brillan los diálogos; lo combina con   géneros clásicos, como el epistolar, donde encontramos los textos más bellos y poéticos que desahogan   el yo más intimo de los personajes; en su modo de narrar descubrimos aciertos muy interesantes, como el relato de un mismo hecho, -el dolorosísimo momento en el que conoce la muerte de su hija-, desde dos perspectivas, la de Marcos en 1ª persona,  confesional y desgarradora…  Pero mi hija está muerta, ¿entiendes? Mi Adele está muerta y no puedo irme con ella porque tengo a la pequeña.(…) Acabo de drogarme. Voy tirando a base de drogas. Ahí está, ya viene.   Me pregunto: y el mal, sí, el mal, ¿tiene preferencias o golpea al azar?   Ahí viene.    La niebla del olvido…,147  y la del narrador en 3ª persona, que sufre y empatiza con los sentimientos de Marcos como si fueran suyos , porque son universales…en fin, que a nuestro querido Marco le llegó la llamada que destrozó su vida, una tarde, un domingo, en otoño, y su vida ya varias veces destrozada quedó destrozada otra vez, salvo que una vida nunca se destroza del todo, y por eso Miraijin, que dormía con la cabeza apoyada en sus rodillas, mientras él trataba de respirar, pues ni eso podía ya, desde hacía unos segundos (no se lo dijeron así, fueron delicados, pero él lo entendió perfectamente),  y los pulmones no le respondían, y le faltaba el aire, y sentía un vacío infinito en las entrañas, y la cabeza le zumbaba, y más destrozada que la suya no podía estar una vida, Miraijin, decimos, se despertó dulcemente y le sonrió, y había cumplido dos años el mes anterior, y al hacer aquello, ya solo despertarse y sonreírle, le dijo abuelo, ni se te ocurra, ni en broma, le dijo, abuelo, me tienes a mí y has de aguantar… sentimientos con una fuerte tensión dramática producida no sólo por el contenido sino por una SINTAXIS EFECTISTA, apoyada en la sucesión de oraciones coordinadas. La voz narrativa  se esfuerza en mantener el hilo comunicativo ofreciendo momentos de gran comicidad, – viaje a París en el que lo confunden  con un terrorista  y lo encarcelan-, apoyados en el tono coloquial de la calle, tan cercano que nos parece estar escuchando situaciones reales tras la pared, –discusión de los padres de Marco-; la profusa subordinación, está en la base de ciertos capítulos, en los que el narrador/autor, condensa y acumula subordinadas para favorecer las continuas digresiones.

EL NARRADOR en 3ª persona, es el verdadero maestro de ceremonias; opina, juzga, reflexiona, acompaña a los personajes, los defiende, de modo tan  variado y personal que trasluce la cercanía del autor; avanza información…   Sólo que lo que va a suceder es decisivo y, podemos decir, potencialmente fatal para la vida del protagonista de esta historia; selecciona y comunica, lo que va o no a describir…, como decimos, no vamos a describir, en el que ya han pasado miles de cosas más…, y lo que hay o no que ocultar… Su unión fue un error…..ninguno de los dos era inocente. Eso hay que decirlo…, defiende la verdad de los hechosFalso todo, repetimos (encima la evasora fiscal era ella, Marina: él solo intentó protegerla,… o muestra su incredulidad ante lo que acaba de narrarLetizia, sentada enfrente de Probo, sigue sintiendo ternura por este, una ternura cada vez más intensa, tan intensa que se parece a la atracción. ¿Cómo, cómo? ¿Letizia sintiéndose atraída físicamente por su marido? ¿Cuánto tiempo hace que no practican sexo? Años.

Para ello se servirá de 46 capítulos breves con una fecha al lado que será el vehículo que nos mueva por el tiempo disperso. Sus recuerdos  abarcarán  desde los años sesenta, al 2018, con una incursión en el futuro que ocupa tres capítulos: el antepenúltimo, (El hombre nuevo 2016 – 2029) donde el narrador/autor hace una divagación y una crítica sobre el uso de la libertad y  las manipulaciones que sufrirá el concepto, hasta convertirlo en hostil,  chirriante y ofensivo, llegando a anular las libertades individuales en nombre de esa nueva libertad. Creo que en la base de su paranoia discursiva, en la que encadena ideas sin nexos , en un delirio sintáctico, hay una visión mesiánica de un  futuro que liderará su nieta, un ser dotado de toda perfección, “el hombre nuevo” que logrará cambiar la sociedad y devolverle la justicia y libertad verdaderas. Los otros dos capítulos (Dispuesta 2030) y (Las invasiones bárbaras 2030), son un “remake” de la película del cineasta canadiense Denys Arcand, “Las invasiones bárbaras  que recrea  la escena de la despedida de Marco, rodeado de  toda la familia y amigos y en la que apuesta decididamente  por la eutanasia, como en la película citada.

El autor se aprovecha de los personajes y del narrador, para criticar  algunos  modos y modas sociales, como la dependencia de los  psicoanalistas:

Pues le cuento: a los pocos meses de…, en fin, de ir a verlo a usted, hace diez años, dejé la profesión. Se acabó. Punto final. En lenguaje técnico se llama burn-out. Digamos, por simplificar, que no pude volver a entrar en el sistema de reglas del que me salí al ir a verlo a usted.

   —Lo dejó usted por mi culpa, pues.

   —No, gracias a usted. ¿Sabe que ya ni concibo ejercer de psicoanalista? No era libre. El psicoanálisis es una trampa.

   —A mí me lo va a decir.

 Y por supuesto, para defender otros, considerados negativamente por la sociedad:  quiere dejar claro que hay mucho más  coraje en permanecer  quieto en un sitio que en cambiarse y moverse constantemente. Si Marco ha podido educar y sacar a su hija adelante  es porque se quedó, si pudo acompañar a sus padres hasta el final de  su enfermedad es porque se quedó, si pudo hacerse cargo de la educación y cuidado de su hija Adele, al separarse de Marina, es porque se quedó, si pudo criar a su nietecita es porque se quedó y  si no pudo entregarse a su único amor, el verdadero,  es, entre otras cosas,  porque se quedó. Los vaivenes de la vida le obligaron a quedarse y a resistir llegando a creer que era su cometido y para ello tuvo que aletear en el aire con todo su coraje y energía, para no caerse, como el colibrí, que flota en el aire sin moverse con unos  70 aleteos por segundo, más rápido que cualquier otro pájaro.

Las vivencias y el pensamiento del autor se traslucen en otros muchos de los temas tratados en la novela,  condensando  su visión del mundo; sus lecturas, Hamlet, unos versos de San Juan de la Cruz  de Monte de perfección, Para venir del todo al todo,has de dejarte del todo en todo…;  la poesía de  Giacomo Pampolini….Molte stagioni; tres poemas de  Manganelli, los cuentos de  David Leavitt,   el Canto XIII del «Purgatorio» de Dante, o  la biografía  de Osamu Tezuka el dios del Manga;  su música,  Joni Mitchel, Eagles, Crosby, Stills, Nash & Young, y tantas otras;   deja patente su interés por las distintas religiones, especialmente las orientales, y su preocupación por la actualidad, desde los desastres medioambientales… Aquí en Italia no se sabe nada, pero hace cuatro meses se produjo en Brasil uno de los desastres medioambientales más graves de la historia. ¿Le dice algo Bento Rodrigues?    —No.   —Es un pueblo del estado de Minas Gerais. O quizá sería mejor decir que era un pueblo.    —¿Y qué pasó?    —Que lo inundaron unos lodos tóxicos producidos por la extracción de óxidos de hierro. Cedió un estanque de sedimentación y se lo llevó por delante. Hace ya cuatro meses…,  a las protestas parisinas de  los chalecos amarillos o al accidente aéreo, un DC-10 de American Airlines,  que  se precipitó cuando despegaba en el aeropuerto de Chicago; y por descontado su conciencia lingüística y la defensa del rigor sintácticoPor cierto Doctor Carradori ¿ No se ofendería ayer por que le dijera que no se dice “espero de que”…, y semántico, como la utilización de eufemismos, –llamar “fatalities” a los muertos-… Como el avión había despegado del aeropuerto de Pisa, la mayoría de esas fatalities eran de nacionalidad italiana, o el uso de la polisemia y el doble sentido en el periodismo…, con lo que, lógicamente, periódicos y telediarios de este país se volcaron en el siniestro: pero otras fatalidades, en el otro sentido de la palabra (casualidad, coincidencia), concurrieron de inmediato y le quitaron a aquella el protagonismo que merecía…; así como su amor a las lenguas en general y a las orientales en particular, de las que ofrece una buena muestra.

Pero quiza el verdadero objetivo del autor es hablar de uno de los valores más olvidados y menospreciados por la sociedad, la bondad natural, de la que hace un verdadero alegato ponderando la renuncia personal, la capacidad  de  servicio  a los demás y la concesión del perdón a aquellas personas que nos han herido. Hace  de la entrega a su hija y a su nieta, su religión y en una sociedad en la que impera la desconfianza y la  incredulidad, decide permanecer con ellas y creer en ellas, con una fe ciega …Después de todo, se dijo, ¿por qué no? Este hombre nuevo tendrá que venir al mundo en algún sitio, tarde o temprano. Recordó que le citó Luisa en una remota carta de despedida: «Para venir a lo que no sabes / has de ir por donde no sabes». Marco Carrera no sabía a lo que vendría ni tenía la menor idea de por dónde iría, pero por amor a su hija decidió ir y venir a lo que fuera.

Tengo que confesar que esta reseña responde a la maestría innegable de Sandro Veronesi, a su brillante prosa y al dominio de su   oficio de escritor; pero, yendo por delante que me ha gustado, siento la novela como un artefacto en el sentido estricto de la palabra, –hecho con arte-, un producto, una mezcla demasiado explícita; me explico, es  una suma de obras de otros autores, copiadas o adaptadas, reescrituras de fragmentos de otros libros suyos, de vivencias propias, de películas que le impresionaron en su momento, de viajes realizados, de artículos, de discursos, de recomendaciones de libros de filosofía, música, pinturas, poemas, es decir, del bagaje que ha ido reuniendo a lo largo de su vida; es una novela, -él mismo lo confiesa en un apéndice final al que denomina,»DEUDAS«-, en la que cita todas sus fuentes detalladamente, explicando el “modus operandi” utilizado en su creación, confeccionada con retales de su propia experiencia; y por ello, a pesar de estar bien escrita, con arte y técnica, no me ha dejado  huella; he echado  en falta  verosimilitud, realismo, cercanía, calor humano, aquello que infunde el alma a una novela; y creo que ésta, carece de  ella.

2 comentarios sobre “El colibrí, Sandro Veronesi

  1. Hola, Cecilia:
    Para no haberte dejado huella, como dices al final, haces una exposición total y completa del relato. O sea que pienso que te habrá dejado más huella de la que confiesas.
    Como se dijo en la tertulia literaria la novela es un artefacto construido con acierto, un puzzle desordenado aunque la pista de la datación anual en cada uno de los 46 capítulos es un salvavidas para el lector.
    A mi me gustó la frescura de su estilo, aunque el asunto / los asuntos me parecieron en su mayoría un rendirse a las modas del momento. Todo lo toca o lo quiere tocar Veronesi y en su afán se queda corto por no profundizar en algunos y superficial en muchos otros.
    Bueno, querida amiga, has hecho una reseña que completa la lectura y que muchos lectores te agradecerán
    Besos

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  2. Querido amigo, tengo la sensación de que lo que siento ante la novela es muy parecido a ….y cito tus palabras: ..».aunque el asunto/los asunto me parecieron en su mayoría un rendirse a las modas del momento…». Tú también utilizas la palabra «superficial» que es lo que yo he percibido, superficialidad, en esta novela que por otra parte he leído con placer. Sabes que nuestra perspectiva tiene muuuuchos puntos en común. Gracias por leerme. Un abrazo

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