JUNIO DE 2017
El lunes 5 de Junio nos encontramos en en la terminal T2 de Barajas un grupo de amigos para volar con Norwegian Air Line hacia Helsinki. Ya embarcados, el vuelo se desarrolló sin incidencias, -si exceptuamos la estrechez de los asientos y la incomodidad a la que nos quieren acostumbrar las compañías aéreas-, de modo que aterrizamos a la hora prevista en Helsinki. Allí nos esperaba una fina lluvia y un mini autocar que nos llevó a nuestro primer destino, el hotel Nuuksio, Narportintie 68 Kirkkonummi en Espoo. El hotel, de estructura sencilla e integrado en el paisaje, era de una planta, largos pasillos bien iluminados por grandes ventanales y habitaciones dignas que bien podrían ser de un albergue; pero lo mejor, fue contemplar una naturaleza que envolvía el hotel formando parte de su decoración. Como ya habíamos comido algo en el avión, dejamos las maletas y salimos, a pesar de la lluvia fina, a reconocer la zona, encontrando en el camino carteles con información sobre las diversas rutas , Siikaranta, Haukkalampi y Haltia; como no disponíamos de mucho tiempo, dimos un paseo por los alrededores del hotel hasta llegar a un precioso lago; éstos y las casitas de madera serían el denominador común de la marcha; todas almacenaban grandes cantidades de leña y tenían su propio embarcadero para acceder al lago; en la entrada de alguna de ellas se podía leer el cartel de prohibida la entrada, propiedad privada o cuidado con el perro; pensamos por un momento saltarnos esta última advertencia, pero al no saber cómo se comportarían los perros finlandeses, desistimos del empeño y volvimos sobre nuestros pasos en una tarde-noche en la que no se ponía el sol. Hablamos de la posibilidad de hacer una barbacoa para cenar, pero la lluvia que no cesaba y la distancia entre pueblos para comprar las provisiones, hizo que probásemos suerte en el restaurante del hotel. Las ensaladas y los ahumados del buffet libre, eran los platos estrella; en un principio, creímos que el precio de la cena sería alto, pero al final salió por 16€, cantidad bastante aceptable en relación a la calidad. Después de la cena, nos reunimos en uno de saloncitos totalmente acristalados, aprovechando las noches blancas nórdicas que tanto nos llamaron la atención para charlar y preparar la ruta del día siguiente y sobre todo para escuchar a una compañera de viaje, que disertó sobre los Romanov, especialmente sobre Pedro I el grande, primer monarca en adoptar el título de Zar y fundador de San Petesburgo. Su charla fue amenizada por un chupito de wodka finlandés, que degustamos al sabor de la Historia. A la mañana siguiente nos levantamos pertrechados para la gran marcha y el buen tiempo, ya anunciado, nos recibió y acompañó durante toda la jornada. Los caminos que seguimos durante 14 Km. nos fueron adentrando en bosques de píceas y abedules y de senderos que se dividían y ramificaban por la presencia del agua; agua por todas partes, vegetación exuberante rodeándonos, islas verdes con espacios para hacer fuego a las que se accedía por puentes de madera que reflejaban el entorno en sus aguas.
Encontramos también cabañas con leñera y aserradero totalmente equipado; estaban provistas de todos los utensilios necesarios para pernoctar, sierra, martillo y por supuesto hacha, que es la herramienta más importante para cortar leña.
Partimos de Siikaranta en dirección a Haukkalampi donde nos detuvimos a comer en un espacio con mesas de madera y una cabaña en la que se vendían bebidas, algún que otro dulce y todo tipo de souvenir. Nos sentamos en dos mesas de madera frente a un lago y allí nos comimos los bocadillos que llevábamos preparados. Continuamos la caminata por parajes de idéntica belleza, acompañados por el sol y por la verde naturaleza; en una parte del sendero vimos árboles caídos que mostraban extrañas formas con sus raíces embarradas, al aire, que formaba verdaderas esculturas naturales.
Por fin llegamos a Haltia, al centro de interpretación de la naturaleza, donde descansamos tomando una cervecita en la cafetería y viendo un documental sobre las estaciones del año y su reflejo en la naturaleza finlandesa.
Después de la caminata que hicimos, la cervecita y el agua nos vinieron bien a todos. Y muy satisfechos por haber logrado nuestro objetivo nos dirigimos a la parada del autobús para regresar pero no fue nada fácil encontrar el que nos debía llevar al hotel. Con ayuda de un conductor muy amable de otro autobús pudimos lograrlo. Tras la cena, algunos aprovecharon para ir a la sauna y después todos nos reunimos de nuevo para escuchar a otro amigo hablar sobre Catalina II de Rusia, llamada Catalina la Grande emperatriz de Rusia durante 34 años, desde el 28 de junio de 1762 hasta su muerte, a los 67 años. Destacó su importancia ya que supo recoger el legado de Pedro el Grande, «una ventana hacia Occidente en la costa del Báltico»; ella la engrandeció y la abrió en el Mar Negro. Pedro importó tecnología, instituciones de gobierno y organización militar y Catalina trajo de Europa la filosofía jurídica, política y moral además de medicina, arte, cultura y educación. Una interesante exposición en otra noche blanca en la que la luz se impuso y nos permitió pasear alrededor del hotel, con la luna de testigo, antes de retirarnos a descansar.
A la mañana siguiente, miércoles, nos subimos al mini bus previamente contratado, para encaminarnos a la Estación Central de tren de Helsinki desde donde partiríamos en el tren Allegro hacia San Petesburgo. Teníamos prevista la salida a las 11 y como llegamos con antelación, nos dio tiempo a comprar bocadillos para el viaje que duró unas cuatro horas. Lo más destacable es que al pasar de un país a otro tuvimos que presentar los pasaportes dos veces, una a la policía finlandesa y otra a la policía rusa; ésta última generaba a su paso un ambiente intimidatorio por su modo de pedir los visados a los viajeros, por su gesto serio, sus uniformes y gorros de película y por la actitud a la hora de supervisar algunos equipajes. A pesar de esa sensación, que seguramente fue subjetiva, el viaje fue agradable y nos permitió ver desde el tren el paisaje ruso, sus bosques y sus pequeños pueblos. Llegamos a San Petesburgo donde nos esperaba Ana, la guía de Premier Club Turismo Español con un letrero con nuestro nombre; hechas las presentaciones, nos llevó al hotel Soko Vasilievski muy cerca del Río Nevá. Esa misma tarde teníamos preparada una actividad, ir a la Ópera a ver Aída al célebre teatro Mariinsky. Fuimos caminando hasta las cercanías de la Ópera y buscamos dónde cenar; entramos en un restaurante de lo más típico, con los camareros vestidos con el traje ruso, grandes lámparas fucsias de cristal o plástico, -vaya usted a saber-, flores pintadas por el techo, cartas de menú con los mismos motivos florales…en fin, todo muy abigarrado; pedimos unas ensaladas muy buenas que apenas pudimos saborear porque a las 19:00, teníamos que estar en el teatro Mariinsky y la hora se echaba encima.
Mientras un parte del grupo disfrutaba de la música, otra, lo hizo del barrio de Dostoievski, recreando los lugares en los que ubica su novela, Crimen y Castigo.
Paseamos por calle Grazhdanskaya 19 donde vivía Rodion Raskolnicov , por Griboedov 104 donde vivían las hermanas Aliana y Lisateva Ivanovna, usureras asesinadas por Raskolnikov y por el número 73 de la misma calle donde vivía Sonia Marmeladova con su madre enferma y su padre alcohólico, y que se convertiría en la mujer de Rodión.
Fuera ya del paisaje literario visitamos San Nicolás de los Marinos, una preciosa iglesia azul y San Isaac iglesia de imponentes dimensiones a la que volveríamos con el grupo. Agotados de callejear volvimos al hotel, ya de noche, paseando por los márgenes del canal Griboyedova y atravesando el puente Troitsky sobre el río Neva, magnífica obra de ingeniería art nouveau, que se alza para permitir el paso a los cruceros y grande barcos que llegan a San Petesburgo. Antes de llegar al hotel hicimos una parada en un restaurante muy moderno y estiloso, con productos españoles, donde cenamos unas hamburguesas. El grupo que decidió ir a la ópera disfrutó de la música y del propio Teatro Mariinsky, anteriormente conocido como el Teatro de Ópera y Ballet Kírov (1935-1992) y como Academia Nacional de Ópera y Ballet (1920-1935). Es así llamado en recuerdo de la emperatriz María, esposa de Alejandro II; es un teatro histórico de ópera y ballet y es la sede del célebre Ballet Mariinsky (llamado Ballet Kírov durante la época soviética). Fue construido entre 1859 y 1860 por el arquitecto Alberto Cavos, inspirado en la Ópera de Dresde. La historia del teatro se remonta a la fundación en 1783, por orden de la zarina Catalina II de Rusia, del Teatro Bolshói Kámenny cuyo repertorio fue transferido en 1886 al Teatro Mariinsky. Su interior es según palabras de nuestros amigos deslumbrante, a pesar de tener sillas en lugar de butacas. La pintura del techo es obra del artista italiano Enrico Franchioli. El espléndido telón realizado por el famoso pintor teatral ruso Alexander Golovín, fue incorporado en 1914, durante la época dorada del ballet ruso. Destaca el brillante vestíbulo de pilastras, bajorrelieves de compositores rusos y puertas de espejo. El 2 de mayo de 2013 se inauguró, en un edificio anexo, un segundo teatro, conocido como Mariinsky II, con un amplio y moderno escenario (1000 metros cuadrados), y una sala con capacidad para 2000 espectadores, que pretende, junto con el antiguo de 1860, formar un complejo teatral de gran envergadura, que permita ampliar el tamaño de la compañía de ópera y ballet. Ya todos en el hotel quedamos en la cafetería para probar un buen ron, pero esta vez, ruso.
Aunque el mismo miércoles de llegada tomamos contacto con la ciudad, el jueves día 8, fue el día en que recorrimos en un bus, contratado a tal efecto, los monumentos más importantes; nuestra primera parada fue en la Fortaleza de San Pedro y San Pablo.
La fortaleza es la ciudadela original de San Petesburgo; contiene diferentes edificios, entre ellos la Catedral de San Pedro y San Pablo, construída en 1703 y consagrada en abril de 1704, es donde están enterrados los zares desde Pedro I el Grande hasta Nicolás II y su familia. Pedro I el Grande, ordenó construir la ciudadela el 16 de mayo de 1703 (del calendario juliano, 27 de mayo según el gregoriano), sobre la pequeña isla de Záyachi en el río Nevá para defenderse contra un posible ataque naval sueco durante la Gran Guerra del Norte aunque nunca entró en batalla. Tiene forma hexagonal con 6 bastiones en cada uno de sus ángulos. En un primer momento se construyó en madera y tierra, pero se reconstruyó en piedra desde 1706 hasta 1740. El 25 de octubre de 1917, la fortaleza fue tomada por los bolcheviques. Ese día tuvo lugar la batalla contra el Palacio de Invierno, que fue bombardeado desde la fortaleza.
La catedral de San Pedro y San Pablo es uno de los monumentos más importantes de la isla y para entrar en ella, tuvimos que guardar una larga cola . Esta catedral es la segunda que ocupa el mismo lugar; se edificó entre 1712 y 1733 y consta de una torre campanar 3,2 m de altura con una aguja rematada con un angelote.
La catedral es un riquísimo panteón, decorado con oro y tonos verdes pastel muy suaves y anchas columnas de mármol. Tiene forma rectangular y su decoración dista mucho de los cánones de belleza de la arquitectura rusa ya que presenta una decoración atípica; en su interior además de las ya citadas columnas, destaca un dorado e impresionante iconoclasto barroco; en los laterales se sitúan los blancos sarcófagos con retratos de sus propietarios junto a ellos. La Catedral, con su dorada y brillante aguja y el ángel que la corona, es visible desde cualquier rincón de la ciudad y uno de los emblemas de San Petesburgo.
Al salir de la fortaleza nos dirigimos hacia las Columnas rostrales, monumento de la gloria marítima rusa, construidas en 1810 por el arquitecto Tomás de Tomón en el Cabo de la isla Vasilievsky; estas columnas, ya desde la antigua Grecia, se erigían para conmemorar una victoria militar naval y en ellas se insertaban proas o espolones de barcos capturados. Los pedestales están adornados con figuras de piedra que simbolizan los ríos rusos: el Volga, el Dniéper, el Nevá y el Vóljov y se completan con esculturas de rostros y de proas de buques.
Posteriormente fuimos a ver el Acorazado Aurora uno de los monumentos a la historia naval de Rusia en San Petersburgo también conocido como Museo de la revolución . Es un barco que está amarrado en el malecón de Ptrogradski. Es el emblema de la revolución de 1917 y para los rusos, el símbolo más famoso de la revolución socialista. Desde el Acorazado Aurora se efectuó un disparo el 25 de octubre de 1917, -según el calendario juliano vigente en la Rusia zarista -, que sirvió como señal para que los revolucionarios asaltaran el Palacio de Invierno. Y a partir de ahí comenzó la revolución de 1917. De hecho, desde este mismo lugar, Lenin hizo un llamamiento a la ciudadanía para que se integraran en la revolución a través de la emisora de radio del Acorazado Aurora.
Acabada la visita panorámica y ya por nuestra cuenta, caminamos hacia la iglesia de El Salvador sobre la Sangre Derramada o Iglesia de la Resurrección de Cristo.
Es una maravilla de iglesia por todo su conjunto que sirve a la intención con que fue creada, la gloria del Zar Alejandro II; está situada en la orilla del canal Griboyédova cerca del parque del Museo Ruso y de la Avenida Nevski y fue construida sobre el lugar donde el zar Alejandro II fue asesinado, víctima de un atentado el 13 de marzo de 1881. Su majestuosidad merece que le dediquemos una pequeña explicación tanto al exterior como al interior; su estructura externa de cinco cúpulas es muy compacta, se completa con tres ábsides semicirculares en la parte este y un enorme pilar como la torre de campana en el extremo oeste. El techo de carpa octogonal de la torre ocupa la posición central. La Iglesia es de ladrillo rojo y marrón y toda la superficie de sus paredes está cubierta de adornos elaborados y de mucho detalle. Presenta bandas y cruces de ladrillo de color, azulejos policromados en los huecos de la pared, azulejos en los tejados de las torres y coberturas piramidales, ábside, columnas en miniatura y arcos de ménsula de mármol blanco. Los mosaicos acentúan los elementos arquitectónicos principales. Las cinco cúpulas centrales de la Iglesia son únicas, chapadas en cobre y esmalte de diferentes colores, Las cúpulas más pequeñas en forma de cebolla sobre los ábsides y la cúpula del campanario son, como es habitual, doradas .
El nivel inferior de la torre del campanario está decorada con 134 mosaicos de escudos de armas de las provincias y pueblos rusos que hicieron donaciones para la construcción de la iglesia. Estos escudos de armas componen una colección heráldica única. Los pilares del pórtico están hechos de granito gris de Ust-Kamenogorsk. Los artesanos hábilmente explotaron la belleza natural y las peculiaridades de la piedra para crear el interior que parece un museo de arte de cantería.
La estructura arquitectónica, que marca el lugar del asesinato del emperador fue realizado con piedras preciosas de los Urales. Está formada por cuatro columnas gris-violetas de jaspe que soportan un entablamento con jarrones también de jaspe en las esquinas. El suelo de mármol está compuesto por 45 mosaicos que nunca se repite hechos en Italia. Las paredes con una altura de hasta 2.5 m, se alinean con serpentina verde italiana, que también fue utilizada para hacer la plataforma planteada ante el iconostasio (solea) y los bancos tallados en las paredes. La piedra para las paredes y los bancos fue realizada en Nápoles en 1905. Las bases de los cuatro pilares centrales se combinan con labradorita. La piedra de color en el iconostasio fue realizada por artesanos de la firma italiana Novy basadas en los modelos de Stepanov. La paleta del mármol es única: rojo y marrón en el fondo, cada vez más claro hacia arriba, y es una reminiscencia del tallado de madera. ¿Y qué decir de los mosaicos del interior de la iglesia? Que nos quedamos fascinados ante tanta belleza, no en vano, forman una de las mayores colecciones de mosaicos monumentales de Europa. Desde 1896 hasta 1907, maestros expertos en la técnica veneciana, ensamblaron más de 600 mosaicos de iconos e imágenes con un área total de 7.056 metros cuadrados. Los bocetos para los mosaicos fueron creados por 32 artistas, Están ordenados en línea con la concepción teológica de la iglesia. El techo de la cúpula se llena con la imagen de mosaico de Cristo Pantocrátor. En la parte central de la iglesia, en las paredes y bóvedas hay representaciones de escenas de la Sagrada Escritura, que van desde la Natividad a la Asunción de Cristo. Los pilares de la cúpula presentan más de 200 imágenes de iconos de los hombres venerables de la iglesia, mártires y apóstoles.
Ya en el exterior, la rotonda donde está ubicada la iglesia es muy pintoresca por la cantidad de artesanos que exponen y venden sus trabajos y de turistas que allí se congregan; está rodeada por un jardín cercado por una valla de delicada factura art deco que habla de la sensualidad y musicalidad de este arte del que hay bastantes muestras en San Petesburgo.
Como no sólo de belleza vive el hombre buscamos dónde comer y lo encontramos muy cerca de la iglesia, en un restaurante tipo buffet, donde probamos las maravillosas y primeras sopas rusas. Creo que a partir de ese día, las pedimos en todos los restaurantes. Ya con fuerza renovada, nos lanzamos a pasear por la Avenida Nevsky, corazón y calle mayor de San Petersburgo, donde con ayuda de una guía impresa fuimos reconociendo los edificios más significativos. Esta gran avenida de 4,5 kilometros se divide en dos tramos, uno va desde la Plaza del Palacio (Dvortsovaya Ploshad) hasta la Plaza de Insurrección (Ploshad Vosstania), es el más ancho y más antiguo y el otro tramo es más estrecho y va desde la Plaza de Insurrección hasta la calle Monasterio de Alejandro Nevsky.
El recorrido está salpicado de edificios interesantísimos de los que sólo destacaré los más significativos como La casa del Libro; es un edificio modernista construido en los años 1902-1904 para la conocida empresa alemana de máquinas de coser «Singer». Tiene seis plantas coronadas por una torre de bronce y cristal en cuya cima se encuentra una bola acristalada de 2,8 m de diámetro. Las impresionantes esculturas del edificio fueron creadas por el escultor estonio Amandus Adamson. Después de la revolución, en este edificio se abrió la «Casa del Libro», librería más famosa de San Petersburgo. Hace muy poco el edificio fue completamente restaurado y ahora la tienda tiene 3 plantas (1 subterránea) e incluso una cafetería en la 1 planta, de enormes ventanas con vistas a la Avenida Nevsky.
Otro precioso edificio es el de Los grandes almacenes de los hermanos Eliséev (Eliséevsky Magazín). Fue construido en los años 1903-1907, también en estilo modernista para la la famosa empresa «Hermanos Eliseev», que tenían un imperio familiar de tiendas de alimentos exóticos, vinos importados y «delicatessen». Si por fuera el edificio nos llamó la tención por las imponentes esculturas que ocupan sus esquinas y que representan El Comercio, La Industria, El Arte y La Ciencia, el interior de la tienda es una obra de arte de estilo «modernista» que no ha tenido grandes cambios durante 100 año y que te deja maravillado al entrar en ella, por la luz coloreada que aportan sus vidrieras.
Justo en la acera de enfrente vimos el Jardín de la emperatriz Catalina donde se alza el Monumento a Catalina II, que representa a la emperatriz rodeada de cortesanos y colaboradores; al fondo se puede ver el Teatro Alexandrinsky. Otro edificio muy interesante es el Palacio Stroganov, construido a partir de 1753 como casa de los Strogano y que actualmente es una de las sedes del Museo Ruso.
Continuando nuestro largo paseo llegamos a la Catedral de Nuestra Señora de Kazán, impresionante por sus proporciones y por su columnata semicircular compuesta por 96 columnas que recuerda, en pequeño, a la de la Basílica de San Pedro en Roma. Fue construida entre 1801 y 1811, en el lugar de la antigua iglesia de piedra para guardar el icono antiguo de Nuestra Seńora de Kazán, considerado milagroso y símbolo de la fe rusa. Y este fervor lo pudimos constatar en el interior de la iglesia pues delante del icono de Nuestra Señora se alineaba una fila larguísima de personas que mostraban un gran recogimiento. En el lado opuesto de la iglesia y en una capilla, oímos parte de una misa y comprobamos las peculiaridades de los distintos credos.
Y en fin, otros muchos edificios de los que fuimos disfrutando hasta que encontramos una parada de metro que nos llevaría a un embarcadero para dar un paseo en barco por los tres canales Moika, Canal Griboédov y Fontanka.
Conocer El metro de San Petesburgo era otro de nuestros objetivos así que escogimos una boca de la avenida Nevsky y nos enfrentamos a las máquinas de billetes para poder sacar un bono para todos. No fue fácil, necesitamos algo de ayuda externa pero al final nos adentramos en el suburbano y bien digo adentramos, porque bajamos no sé cuántos metros en una escalera mecánica con un gran desnivel. No en vano es el metro más profundo del mundo, por lo que quizá haya sido la vez que más cerca hayamos estado del centro de La Tierra. La profundidad media es de 60 metros, pero hay líneas que llegan a estar a 110 metros de profundidad. Esto se debe a que está construido sobre una zona pantanosa, de hecho las cuatro líneas pasan por debajo del río Nevá que es uno de los más caudalosos de Europa. Su decoración recuerda a la de los salones palaciegos, con grandes lámparas y mármol en las paredes. Son un museo bajo tierra. La decoración de las estaciones construidas en la época de Stalin es mucho más recargada, mientras que las actuales son más funcionales.
Una vez fuera del metro, llegamos a uno de los embarcaderos para realizar el paseo. Tuvimos que esperar a que nuestra barcaza viniera y amarrara en doble fila, para, atravesando otra barcaza, llegar a nuestros asientos. Al principio no hacía frío, pero después la humedad y el vientecillo se nos metió en los huesos y eso que cogimos bastantes mantas para arroparnos. La vista de la ciudad desde los canales ofrece una interesante perspectiva ya que nos permitió contemplar la ciudad desde la distancia y descubrir su perfil.
Después de nuestro paseo marítimo buscamos un restaurante para cenar y encontramos una especie de taberna en la Avda. Nevsky, muy pintoresca con mesas y bancos de madera en la que servían la cerveza en la propia mesa, en un barrilito verde con grifo del que nos íbamos sirviendo todos. Y allí, como no, volvimos a degustar las maravillosas sopas rusas, amén de unas ensaladas riquísimas y muy abundantes.
Tras esta larga jornada volvimos al hotel dando un paseo hasta llegar a Admiraltejskij Prospekt desde donde disfrutamos del amplio paisaje que conforma la anchura del río Nevá y de sus puentes iluminados; cruzamos el Blagoveshchensky Most y contemplamos los edificios de la otra orilla, tan armónicos, tan lineales con sus tres alturas, sólo rotas por las cúpulas de las iglesias que le confieren el aspecto de una maqueta.
Una vez en el hotel y alrededor de unos vasos de vodka ruso, decidimos que aún nos quedaba algo por hacer, volver hasta el río Nevá y ver cómo los puentes levadizos se abrían para dejar pasar a barcos y cruceros.
Pero había un pequeño problema y era que los puentes comenzaban a alzarse a la 1 de la mañana y aún quedaban dos horas. Algunos decidieron subirse a las habitaciones a descansar y otros nos citamos en el hall del hotel para ir a ver el espectáculo. Porque realmente lo fue. Ver como el asfalto se levantaba poco a poco hasta erguirse con toda su estructura fue realmente una exhibición.
El viernes nos levantados emocionados pues íbamos a visitar el Hermitage. Quedamos a las 10 con nuestra guía Ana, y fuimos caminando por la orilla del río hasta llegar a Universitetskaya Náberezhnaya, donde se agrupan la Academia de Bellas Artes, La Universidad estatal, el Museo de Antropología, el de Zoología, y los restaurantes de moda que permiten ver una imagen más cotidiana de la vida de la ciudad. Atravesamos el Dvorkovyj Most y desembocamos en la armónica fachada azul del Hermitage formada por el teatro Hermitage, el arco sobre el canal de Invierno, el Gran Hermitage, el Pequeño Hermitage y el Palacio de Invierno.
La cola para entrar era considerable y además empezó a caer una suave lluvia que hacía mas incómoda la espera. Pero, la guía, muy curtida en su oficio, logró adelantarnos y meternos en el museo gracias a sus contactos y a su pericia. El museo es impresionante. De hecho es una de las mayores pinacotecas y museo de antigüedades del mundo. La colección del museo ocupa un complejo formado por seis edificios situados a la orilla del río Neva, siendo el más importante de estos el Palacio de Invierno, residencia oficial de los antiguos zares. El resto del complejo arquitectónico lo forman cinco edificios, entre los que se encuentran el Palacio Menshikov, el Edificio del Estado Mayor y un recinto para almacenamiento abierto. El museo se formó con las colecciones privadas adquiridas por los distintos zares durante varios siglos. Está formada por más de tres millones de piezas, abarca desde antigüedades romanas y griegas, a cuadros y esculturas de la Europea Occidental, arte oriental, piezas arqueológicas, arte ruso, joyas o armas. Su pinacoteca está considerada una de las más completas del mundo. Fue la emperatriz Catalina la Grande la que estableció su residencia en el recién construido Palacio de invierno al llegar al poder mediante un golpe de estado y comenzó a decorarlo con obras de arte que sus embajadores compraban por todo el mundo. Hasta 1917 no fue declarado Museo Estatal. De su interior destacar lo abigarrado de la decoración, la profusión de elementos decorativos; dorado y colores pastel llenan las paredes donde se exiben las obras de arte. Los suelos de marquetería son de una belleza excepcional, así como las lámparas, grandes espejos, dorados candelabros y artesonados; todo ello crea una sensación de majestuosidad. Vimos un Leonardo, un Velázquez, un Zurbarán, un Goya, en fin, una representación de la mejor pintura y de los mejores pintores del mundo.
Llenos de arte, salimos del Hermitage y dando la vuelta al edificio, llegamos a la amplísima – en San Petesburgo todo es amplio- Plaza del Palacio( Dvortsóvaya Plóshchad); une Nevsky Prospekt con el Puente del Palacio que lleva a la Isla Vasílievski, y es la plaza central de San Petersburgo. El lugar fue escenario de muchos acontecimientos de importancia mundial, entre los que se incluyen el Domingo Sangriento (1905) y la Revolución de Octubre (1917).
El edificio más antiguo y célebre de la plaza es el Palacio de Invierno de los zares rusos (1754-62), de estilo barroco blanco y azul, que da nombre a la plaza. Pese a que los edificios adyacentes poseen una construcción neoclásica, combinan perfectamente con el palacio en cuanto a escala, ritmo y monumentalidad.
El lado opuesto de la plaza, el lado sur, fue diseñado en forma de arco por el arquitecto George von Velten en el siglo XVIII. Sin embargo, los planos de von Velten se llevaron a la práctica medio siglo después, cuando Alejandro I de Rusia imaginó a la plaza como un enorme monumento a la victoria rusa contra Napoleón Bonaparte y encargó a Carlo Rossi que diseñara el Edificio del Estado Mayor (1819-29). Esta construcción en forma de arco y estilo Imperio cuenta en el centro con un Arco de triunfo doble coronado con una cuadriga romana. El medio de la plaza está señalado por la Columna de Alejandro (1830-34), diseñada por Auguste de Montferrand. Esta columna de granito rojo tiene 47,5 metros de altura y pesa alrededor de 600 toneladas. La misma se encuentra tan bien asentada que no necesita estar unida a su base. La parte oriental de la plaza está ocupado por el Cuartel del Cuerpo de Guardias (1837-43). Sin embargo, el lado occidental se abre hacia la Plaza del Almirantazgo, lo que convierte a la Plaza del Palacio en parte vital del gran conjunto de plazas de San Petersburgo.
Después de una parada para comer nos encaminamos hacia La catedral de San Isaac, oficialmente catedral de San Isaac de Dalmacia; es una catedral ortodoxa rusa erigida en el siglo XIX, la más suntuosa y grandiosa de las iglesias de la ciudad y uno de los monumentos neoclásicos más interesantes de la arquitectura rusa del XIX.
Fue diseñada por el arquitecto francés Auguste Montferrand y fue construida desde 1818 hasta 1858. Los andamiajes para la catedral de San Isaac fueron realizados por el ingeniero español Agustín de Betancourt; la catedral se encuentra en la plaza del mismo nombre y la de los Decembristas, y tiene una de las cúpulas más grandes del mundo.
La decoración de la catedral de San Isaac es impactante; se emplearon 43 tipos de minerales. El zócalo fue revestido de granito, el interior de la catedral, paredes y suelos de mármoles rusos, italianos y franceses, las columnas del retablo fueron de malaquita y lapislázuli Para sobredorar la cúpula de 21,8 m de diámetro, se emplearon cerca de 100 kilos de oro. Adornan la catedral casi 400 obras entre esculturas, pinturas y mosaicos.Desde 1931 la catedral es un museo. Se puede subir hasta el tambor de la cúpula, pero llegamos tarde y no pudimos contemplar San Petersburgo desde lo alto.
Siguiendo nuestra jornada de turistas nos dirigimos al metro para ir a visitar la casa de Dostoievski, bastante alejada del centro. Una vez en el suburbano, nos entretuvimos en fotografiar la estación Vladimirskaya, que era más lujosa que la del día anterior.
Así, llegamos a la casa del escritor pero lo hicimos tarde, habían pasado cinco minutos de la hora de cierre; por más que llamamos y nos lamentamos en la puerta, no hubo nada que hacer pues se había pasado el horario de visita.
La decepción fue enorme pero lo superamos en un restaurante que estaba enfrente, donde, en honor al autor, hicimos una pequeña tertulia literaria antes de empezar a saborear las viandas. Una compañera del grupo leyó fragmentos del cuento de Dostoievsky, Noches blancas, y nos habló de la trama, el estilo y los personajes. Como ya sabéis, el título tiene su origen en un fenómeno natural durante el solsticio de verano en las áreas de latitud alta (como es el caso de San Petersburgo), en el cual las puestas de sol son tardías y los amaneceres más tempranos. Como consecuencia de esto, la oscuridad nunca es completa. Este fenómeno natural es conocido popularmente con el nombre de Noches blancas, y da título a su libro ya que su acción ocurre durante esa época del año.
El autor muestra un instante fugaz, en el cual el protagonista a lo largo de estas noches cree haber encontrado por fin el alivio tan esperado a su soledad, lo cual después de la última noche se convierte en un triste amanecer con la culminación de su ilusión. El narrador es equisciente o narrador personaje que narra bajo su perspectiva y pensamientos en primera persona, sin nombre. Los pensamientos y emociones que expresa son sólo suyos, excepto cuando ella comienza a contar su historia.. El narrador le da la voz a ella y a que diga sus sentimientos y pensamientos. El protagonista es el arquetipo del joven soñador y solitario e imagina constantemente su vejez solitaria. Durante uno de sus largos y cotidianos paseos por las calles de San Petersburgo se encuentra con una joven, Nástenka. Hasta entonces, éste nunca había hablado con mujeres y mucho menos se había enamorado, pero hay algo de ella que le hechiza. A lo largo de cuatro noches y una mañana, la pareja conversa, se cuentan su vida, hablan de la soledad y acaban enamorándose, y al final…….hay que leerlo, amigos míos porque como decía Lope de Vega, hay que mantener el suspense de modo que éste se revele sólo al final.
Después yo hablé de Crimen y Castigo, novela considerada como una de las más importantes del siglo XIX y el XX pues inaugura con su aparición el género de la novela psicológica, en la que los lectores se encuentran en presencia de un viaje interno a través de las emociones, complejos y dramas de los personajes.
Además de ser considerada como la obra maestra de Dostoievski es la de mayor transcendencia pues plasma magistralmente el proceso que cumple una idea para posesionarse de la psique humana, hasta conseguir su realización, más allá de producir el éxito o destrucción del individuo.
Raskolnikov decide asesinar a la anciana usurera por considerarla un ser humano inútil para la sociedad; él ha asumido que ésta se halla dividida en dos tipos de seres humanos: los superiores que tienen derecho a cometer crímenes por el bienestar general de la sociedad y los inferiores que deben estar sometidos a las leyes y cuya única función es la reproducción de la raza humana. La única justificación moral de Raskolnikov es que él sea un hombre superior en cuyo caso no ha de sentir ningún tipo de arrepentimiento por su acción; está en la línea de la idea del superhombre de Nietzche, hombre individualista, utópico y seguro de sí mismo; la culminación psicológica del libro ocurre cuando el protagonista, en un estado de gran confusión, presa de la ansiedad, la agitación nerviosa y los remordimientos, asume que no puede convertirse en un hombre superior y que por lo tanto pertenece al tipo de hombre que tanto desprecia. Se entrega a la policía, cumple su condena en Siberia y decide vivir su amor con Sonia, resucitando de este modo su humanidad. Después del espacio literario que nos hizo disfrutar a todos, cenamos otra vez sopa, amén de otros productos y salimos todos muy contentos hacia el metro para volver al hotel.
El día siguiente, sábado, teníamos prevista la salida a la 9 de la mañana desde el hotel hacia el Palacio Peterhof y allí estaba el mini bus, con Ana, que repartió auriculares para que siguiéramos mejor sus explicaciones. El palacio de Peterhof fue residencia de los zares hasta la Revolución de Octubre de 1917. Es un conjunto de palacio y jardines que se encuentra en la orilla meridional del Golfo de Finlandia, a unos 29 km de San Petersburgo. El centro del conjunto lo constituye el Palacio Grande, que es de estilo barroco. Lo cierto es que una vez visto el Hermitage, es difícil que otros palacios puedan sorprender.
El palacio tiene un aire de recién pintado, de hecho, todo está reconstruído ya que durante la Segunda Guerra Mundial estuvo ocupado por las tropas alemanas que destruyeron casi todo. Antes de su llegada se pudieron evacuar más de 8.000 objetos de decoración de los palacios y cerca de 50 estatuas. Después de la Segunda Guerra Mundial se empezó a restaurar el Palacio, y aún hoy continúan las obras. Desde 1946 las fuentes se están reconstruyendo de memoria, como la fuente «Sansón», que fue robada por las tropas alemanas. En el año 1952 se empezó a reconstruir el Palacio Grande y en 1964 quedaron abiertas al público las salas del museo. En cuanto a los jardines son muy llamativos, no sólo por su asentamiento en terrazas sino por el dorado de fuentes y esculturas. El jardín Superior» tiene cinco fuentes y en el «Jardín Inferior», es donde está el complejo de fuentes más grande del mundo; tiene 102,5 hectáreas. Las fuentes utilizan agua que proviene de manantiales naturales, y la obtienen mediante un «recibidor» que tiene una longitud de 22km, construido en 1721-1724 por el ingeniero V.Tuvolkov. Estuvimos paseando por los jardines llenos de color; los tulipanes daban su amarillo, rojo y azul al verde de la hierba y a los cuidados parterres. Y el mar a lo lejos y más allá Finlandia. Y todo el tiempo, disfrutando de una temperatura ideal y de un paisaje natural.
Una vez acabada la visita, nos dirigimos al aparcamiento, donde había un pequeño mercadillo en el que se vendía de todo; en realidad estaba pensado para los turistas. Allí esperamos al bus y ya todos dentro nos dirigimos hacia el palacio de Catalina, pero como era la hora de comer, nos detuvimos en un precioso restaurante de madera, con una estructura muy particular, de lo más exótico; su interior estaba lleno de gente que bebía grandes cervezas y cantaba al son del acordeón. Los camareros vestían con trajes rusos y daban un color especial al ambiente. Nosotros tuvimos que comer en una especie de porche, también de madera, donde se estaba muy bien pero…..con un poquito de frío. Nos dieron mantas para abrigarnos, pero lo que nos hizo entrar en calor fue….lo de siempre….!!!LA SOPA!!! Bueno, hubo de todo; también pidieron otros platos como perdiz y cordero que gustaron mucho y nos calentaron por dentro.
De nuevo en el bus, nos dirigimos al Palacio de Catalina, residencia de verano de los zares de Rusia, ubicado en la ciudad de Pushkin, a 25 km al sureste de San Petersburgo. A nuestra llegada nos sorprendió el buen estado de conservación de la fachada, con su color azul pastel y el dorado reluciente de sus cúpulas. Llegamos sobre las 3 de la tarde y nos tocó hacer cola y esperar media hora bajo un sol riguroso pues sólo dejaban entrar a grupos de 15 personas. Pero la espera dio para mucho pues Ana, la guía, nos dijo que había estudiado literatura y nos habló de la enseñanza secundaria en Rusia; yo le pregunté por un autor Mijail Bulgákov, prohibido durante mucho tiempo; nos dijo que desde 1987 estaba permitido y que ahora era un autor de lectura obligada en el bachillerato. Yo le hablé de El maestro y Margarita y ella nos recomendó Corazón de perro, novela escrita en 1925, que satiriza al nuevo hombre soviético en el periodo en que el comunismo parecía relajarse en la Unión Soviética.
Una vez dentro del palacio comprobamos el circo que tienen montado para no introducir nada en el interior del palacio; amén de mochilas y abrigos, nos hicieron poner una especie de patucos marrones para no rayar el suelo; todo esto sería comprensible si no fuera porque la organización era caótica; nos mandaban de un lugar a otro envueltos por el gentío y casi en volandas, mientras una cohorte de señoras vocingleras decían sabe Dios qué, en ruso; los que dejaban sus pertenencias se chocaban con los que las íbamos a recoger, en fin un caos y un agobio innecesario.
El palacio, del que haremos una mínima reseña histórica, es Patrimonio de la Humanidad junto con el conjunto de palacios y parques de la ciudad de Pushkin, y Peterhof. La residencia se comenzó en el año 1717, cuando Catalina de Rusia contrató al arquitecto alemán Johann-Friedrich Braunstein para construirle un palacio de verano para su distracción. Este palacio fue ampliándose en los reinados de las sucesivas emperatrices. La emperatriz Isabel, sin embargo, consideró que la residencia de su madre estaba pasada de moda y era incómoda y en mayo del año 1752 pidió a su arquitecto de corte, Bartolomeo Rastrelli que demoliera la antigua estructura y la reemplazara con un edificio mucho más grande en un llamativo estilo rococó.
El 30 de julio de 1756, el arquitecto le presentó el flamante nuevo palacio de 325 metros de largo a la emperatriz y a sus aturdidos cortesanos y estupefactos embajadores extranjeros. En vida de Isabel, el palacio ganó fama por su exterior obscenamente lujoso. Se usaron más de 100 kilos de oro para dorar la sofisticada fachada de estuco y numerosas estatuas erigidas sobre el tejado. Incluso se rumoreó que el tejado del palacio estaba construido enteramente de oro. Los extranjeros se quedaban sorprendidos con el lujo de los bailes suntuosos y de máscaras. La zarina se enorgullecía de sus habilidades como bailarina y usaba los vestidos más elegantes. Emitió decretos que regulaban los estilos de ropa y adornos usados por los cortesanos; nadie estaba autorizado a llevar el mismo peinado que la soberana; poseía quince mil vestidos de baile, cinco mil pares de zapatos así como un número ilimitado de medias de seda. A Isabel, le pusieron el sobrenombre de “Clemente” pero según nuestra guía Ana, el pueblo la apodaba “Isabel la gastosa”; el pueblo siempre tan sabio. Este palacio, totalmente nuevo y vacío, muestra salas reconstruídas con mayor o menor lujo. Vimos el Comedor Verde, que reemplazó a los «Jardines Colgantes» de Rastrelli en 1773 y que fue la primera de las habitaciones del ala septentrional del Palacio de Catalina, diseñada para el futuro emperador Pablo y su esposa. Las paredes color pistacho de las habitaciones, están revestidas con figuras de estuco. Durante el gran incendio de 1820 la habitación quedó seriamente dañada, compartiendo de este modo la suerte de otros interiores de Cameron. Fue posteriormente restaurada bajo la dirección de Stásov. Visitamos otras muchas habitaciones entre las que destacaremos, la Habitación de los Camareros, con un suelo incrustado de palo de rosa, amaranto y caoba y estilosas mesas de cartas Chippendale; el Comedor Azul, con papel pintado de seda azul y blanco y chimeneas de mármol de Carrara; la Sala de dibujo azul chino; la Antecámara del Coro, con paredes revestidas de seda color albaricoque y el magnífico tocador con columnas de Alejandro I, ejecutado en estilo pompeyano. Pero donde todas las guías de San Petesburgo, ponen un especial énfasis es en la Cámara Ámbar.
Os daré algunos datos de interés. La Cámara fue elaborada entre 1701 y 1707 por dos equipos de artesanos alemanes y daneses, con los adornos hechos de ámbar y decorados con hojas de oro, valiosas gemas y espejos hasta que fue completada y colocada en el Palacio Real de Berlín. Tras sucesivas ampliaciones, la Cámara alcanzó una extensión de 55 metros cuadrados y hasta 6 toneladas de ámbar se usaron en su construcción. Durante una viaje a Berlín el zar Pedro I el Grande de Rusia visitó la Cámara y mostró su admiración ante tamaña obra de arte por lo que Federico Guillermo I de Prusia se la regaló al propio zar en 1716 para estrechar las relaciones diplomáticas entre ambas naciones y desde entonces fue considerada el orgullo de la corte del Imperio Ruso.
La Cámara fue instalada por la emperatriz Isabel I de Rusia en el Palacio de Catalina de Tsárskoye Seló, la residencia de verano de los zares de Rusia; la custodia de la Cámara durante la Revolución de 1917 y la guerra civil que le siguió fue una verdadera odisea. En la segunda guerra mundial los alemanes antes de invadir el palacio, dieron órdenes precisas de saquear todos los tesoros allí acumulados durante siglos. Uno de los casos más emblemáticos, cuyo paradero al día de hoy es un misterio, es el de la Cámara de Ámbar, el deslumbrante salón imperial valorado en unos 500 millones de dólares, considerado la octava maravilla del mundo. Además del saqueo, el Palacio fue totalmente destruido por los alemanes por lo que la apariencia actual se debe, en su mayor parte, a la reconstrucción que se hizo con motivo del Tricentenario de San Petersburgo en 2003; fue en este año cuando la Cámara de ámbar, convertida en reclamo turístico, fue reemplazada por una copia idéntica y realizada con recursos de empresas alemanas y con artesanos y artistas rusos y alemanes. El presidente ruso, Vladímir Putin, y el canciller alemán, Gerhard Schröder, la inauguraron como colofón del final de los festejos del 300 aniversario de la ciudad. Aún falta mucho para devolver al palacio su anterior gloria y como el coste es altísimo, la administración del palacio últimamente alquila el Gran Salón para acontecimientos de alto nivel y así recaudar fondos. ¿Queréis saber qué eventos? ¡Cotilleeeo!; pues un concierto de Elton John para una audiencia de élite en 2001 y la exclusiva fiesta del año 2005 con gente del estilo de Bill Clinton, Tina Turner, Whitney Houston, Naomi Campbell y Sting.
Después de contemplar los preciosos jardines y pasear tranquilamente por ellos, -el clima nos acompañaba-, volvimos al bus para regresar a San Petesburgo. Una vez allí, decidimos ir a cenar a la cafetería donde cenamos la primera noche en la ciudad, por la calidad, por el diseño,- no hay más que ver a Lionel Messi de cuerpo entero-, y porque estaba cerca del hotel. Lo más llamativo de la cena fueron las hamburguesas negras que comimos acompañadas de ….¿patatas? Nooooo….de unos guantes negros de plástico. ¡Lo más en sibaritismo!
Después de cenar nos dirigimos al hotel Soko Vasilivski, para, como en días anteriores, acabar la velada en la cafetería, con otro vodka ruso delante y escuchar la interesante charla de otro compañero, esta vez sobre La revolución de 1917: Bolcheviques, Mencheviques y soviets. Nos explicó que los Bolcheviques (o rojos) junto a los Mencheviques (blancos) fueron los grupos que se insubordinaron al Zar Nicolás y derrocaron la monarquía instaurando la URSS, que se integraban en Soviet (asamblea o consejo de obreros o campesino) donde se ejercía el poder en base al estatuto del partido. Los bolcheviques eran un grupo político radicalizado que optó por un socialismo más radical o comunismo dentro del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia (POSDR), dirigido por Vladímir Ilich Uliánov, también conocido como Vladímir Lenin, contrapuesto a los mencheviques, dirigidos por Yuli Mártov que querían un socialismo de corte demócrata o parlamentario. Tras el triunfo de la Revolución de febrero de 1917, los bolcheviques se opusieron al Gobierno provisional ruso de Alexander Kerensky y formaron el Sóviet de Petrogrado paralelo, basado en los sóviets obreros y campesinos de las grandes ciudades; estos serían la organización base de la nueva sociedad socialista, dándose el caso de dos gobiernos simultáneos, el liderado por Kerensky apoyado por las fuerzas políticas (mencheviques, liberales y social-revolucionarios) y el bolchevique apoyado por los sóviets obreros y campesinos. Los bolcheviques fueron partícipes de la fallida revuelta en julio de 1917 y en octubre del mismo año llevaron a cabo la llamada Revolución de Octubre que los llevó al poder de manera oficial. El 25 de noviembre se llevaron a cabo las elecciones para definir a los miembros de la Asamblea Constituyente Rusa con el fin de dotar al régimen de una constitución que consagrase los principios socialistas. En estas elecciones, los bolcheviques obtuvieron el 24% de los votos y 170 de los 707 escaños. La Asamblea, compuesta en su gran mayoría por opositores al gobierno bolchevique, no reconoció al gobierno como autoridad suprema y se negó a someterse a las decisiones de los sóviets. En la noche de ese día, Lenin invalidó los resultados de la elección y disolvió la asamblea, quedando de esta manera, todo el poder en manos de los bolcheviques. Ya en el gobierno, concretamente en marzo de 1918, la facción bolchevique tomó el nombre de Partido Comunista de Rusia (bolchevique) y luego el de Partido Comunista de la Unión Soviética (bolchevique). No fue hasta 1952 en que eliminaron la referencia «bolchevique» del nombre oficial del partido, que pasó a denominarse Partido Comunista de la Unión Soviética.
Como diría una amiga, un poquito más sabios, nos fuimos a dormir pues al día siguiente tomábamos de nuevo el tren Allegro para volver a Helsinki, Finlandia.
A la mañana siguiente, domingo, aún nos dio tiempo a visitar Morskoy Korpus Petra Velikogo, iglesia de rito ortodoxo muy cercana al hotel y casi a la orilla del río Neva; su interior nos sorprendió por el color de sus paredes y bóvedas, todas pintadas con motivos geométricos dorados y con figuras pero lo que nos mantuvo allí fue la ceremonia que se estaba oficiando, las genuflexiones constantes que hombres y mujeres repetían así como las salmodias que todos coreaban. Las mujeres iban con la cabeza cubierta y mostraban un recogimiento realmente sobrecogedor.
Volvimos al hotel a recoger las maletas y ya en el bus, nos dirigimos a la estación pues a las 15:30, salía el tren Allegro de San Petersburgo a Helsinki. Llegamos a las 19:00 a la estación Central de Helsinki y desde allí fuimos andando al Hotel Arthur que tenéis que borrar de vuestra lista. Si bien estaba muy céntrico, cuando subimos a las habitacione, vimos que además de pequeñas eran bastantes cutres; los visillos de las ventanas tenían agujeros por los que entraban los dedos, la ropa de cama estaba desgastadísima, el baño era tan estrecho que sin moverte podías tocar todos los sanitarios, en fin, más parecía un mal albergue de estudiantes que un hotel. Pero el paseo que dimos por las calles de Helsinki nos hizo olvidar su mal estado. Helsinki es la capital y la ciudad más grande de Finlandia. Está situada en la costa sur del país, a la orilla del golfo de Finlandia. Las influencias del Este y el Oeste se encuentran presentes en la vida diaria de Helsinki, arquitectura, gastronomía, diseño, costumbres y hasta el argot local de las calles atestiguan un pasado bajo dominio ruso y sueco.
Situada junto al mar Báltico, la línea de costa de Helsinki se extiende unos 100 kilómetros, y acoge 300 islas frente al continente. 620 982 personas viven en la propia ciudad de Helsinki (2014) y el área metropolitana (municipios de Helsinki, Espoo, Vantaa y Kauniainen) tiene una población un millón de habitantes en total. Incluyendo otros municipios cercanos la población es de alrededor de 1,4 millones de personas. Uno de cada cuatro finlandeses vive en Helsinki. Es el mayor centro político, educativo, financiero, cultural y de investigación, así como una de las ciudades más importantes del norte de Europa. Aproximadamente el 70 % de las empresas extranjeras que operan en Finlandia se han establecido en la región de Helsinki.
Fuimos caminando por el centro viendo la Plaza del Senado, la Catedral blanca , la Catedral roja, las tiendas de importantes marcas, hasta llegar al puerto donde están los rompehielos. Desde allí nos dirigimos al restaurante Allas en Katajanoka; el lugar es precioso y la puesta de sol que tuvimos la suerte de contemplar lo convirtió en idílico.
El moderno edificio Allas Sea Pool, además del restaurante, muy recomendable, tiene piscinas de agua salada y un gran espacio para tomar el sol en hamacas o charlar con los amigos. La cena fue estupenda y como siempre disfrutamos no sólo de la comida sino de la buena compañía. La elección no pudo ser mejor. Después de cenar volvimos al hotel caminando por Market y Esplanadi y de nuevo, ya en la habitación, nos encontramos con la cruel realidad. Cerramos los ojos y decidimos dormir y olvidar el lugar en el que estábamos. A la mañana siguiente nos levantamos muy temprano y cogimos un bus que nos dejó a las 7:30, en West Harbour terminal, para embarcar en el ferry que nos llevaría de Helsinki a Tallin. En las dos horas de travesía nos dio tiempo a redesayunar, a leer, a dormir y a visitar el supermercado, muy bien surtido, sobre todo de bebidas alcohólicas. Llegamos sobre las 9:30 a Tallín donde una guía muy joven nos esperaba para enseñarnos y explicarnos la ciudad durante dos horas. La lluvia nos recibió y acompañó durante toda la jornada.
Tallin es la capital de la República de Estonia y del condado de Harju. Ocupa una superficie de 159,2 km² en los que habitan 446.055 habitantes, lo que la convierte en la ciudad más poblada de Estonia y su principal puerto. Está situada en la costa norte del país, a orillas del golfo de Finlandia, a 80 km al sur de Helsinki; es el centro político y económico del Estado. La ciudad alberga la sede del Parlamento de Estonia, el palacio presidencial y los ministerios. Además de la bolsa y las principales empresas del país.
Si revisamos su historia, -perdonad que sea prolija pero es sumamente interesante-, comprobaremos que la ciudad surgió como un puerto comercial estratégicamente situado en la ruta marítima que unía Europa Occidental con Rusia y que conoció su máximo apogeo como ciudad hanseática en plena Edad Media; ello convirtió a la ciudad en objetivo de las órdenes religioso-militares germánicas y del Reino de Dinamarca durante el periodo de las Cruzadas Bálticas, a principios del siglo XIII y de numerosos pueblos como el Danés que ocupó Tallin y el norte de Estonia en el año 1219. En 1343 los campesinos estonios se levantaron contra la dominación extranjera en las revueltas conocidas como el Levantamiento de la noche de San Jorge, en las que Tallin fue asediada por los estonios. Estas revueltas, finalmente sofocadas por los Caballeros Teutónicos, -periodo alemán-, supusieron el declive final del poder danés.
Como consecuencia del desmoronamiento de la Orden Teutónica tras la ofensiva de Rusia, Tallin se puso bajo vasallaje de Suecia, que actuó en calidad de protector del norte de la actual Estonia contra el zar Iván el Terrible, que asedió la ciudad durante 29 semanas entre los años 1570 y 1571. La ciudad permanecería en poder sueco hasta la Gran Guerra del Norte de 1710.
En 1710 comienza el periodo ruso y la primera independencia cuando las tropas suecas diezmadas por la peste, capitularon ante el Imperio ruso. Sin embargo las instituciones locales mantuvieron su independencia económica y cultural dentro de Rusia por medio del Ducado de Estonia, llegando incluso a mantenerse el alemán como el idioma oficial para el comercio. Durante el reinado de Pedro el Grande, fue construido el Palacio Kadriorg, más allá de las murallas de la ciudad. El Zar Pedro I tenía mucho interés en este puerto llegando a visitarlo en 11 ocasiones, y hasta celebró una Navidad en él. En 1870 se inauguró la línea de ferrocarril que une Tallin con San Petersburgo, convirtiendo la ciudad en un importante puerto del Imperio ruso.
Durante la Primera Guerra Mundial, el Gobierno Provisional Ruso cedió más poder a los estonios, y Tallin fue nombrada capital de la recién creada Gobernatura Autónoma de Estonia, en abril de 1917. El 25 de febrero de 1918, un día después de que Estonia proclamara su independencia, el Ejército Imperial Alemán ocupó la ciudad. Los alemanes la abandonaron en noviembre, al finalizar la guerra. Desde entonces, los estonios lucharon en una guerra contra los bolcheviques, que se acercaron a varios kilómetros de Tallin, aunque no llegaron a entrar en ella. Como consecuencia de la firma del Pacto Molotov-Ribbentrop, los soviéticos entraron en Estonia en agosto de 1940. Tallin se convirtió en la capital de la RSS de Estonia y en la principal base naval de la Unión Soviética. Durante la invasión de la Unión Soviética, 20.000 soldados soviéticos fueron apostados para la defensa de Tallin, pero el 26 de agosto de 1941, la Armada Soviética tuvo que evacuar los barcos de guerra, al hacerse insostenible la defensa de la base. La caída de esta ciudad despejó el camino hacia Leningrado a los alemanes, que la sitiaron. Durante la invasión alemana la persecución fue sufrida por supuestos comunistas y judíos cuya población fue prácticamente exterminada. La mayor parte de los monumentos soviéticos datan del periodo Stalinista, es decir, de los años 40 y comienzo de los 50 aunque también son de los 80 cuando Tallín acogió la Regata de los juegos Olímpicos de Moscú
El 9 de marzo de 1944 el 11% de la ciudad fue destruida por los bombardeos soviéticos que provocaron 600 muertos. El 18 de septiembre de este año el gobierno independiente de Estonia fue restituido y tras la salida de los soldados alemanes, ondeó la bandera nacional estonia, antes de la entrada del Ejército Rojo. Este hecho, aunque breve en el tiempo, es determinante como prueba de la ilegalidad de la ocupación soviética de Estonia ya que este gobierno marchó al exilio y dio continuidad a la República de Estonia hasta su nueva independencia en 1991.
A finales de la década de 1980 se inició en Tallin el movimiento de independencia estonio, el acto catalizador del independentismo fue el festival de la canción estonio, evento tradicional que se celebra en el país como símbolo de la identidad nacional. En él se interpretan canciones típicas en idioma estonio. Estos festivales adquirieron durante estos años un gran significado político. En el de 1988 llegaron a concentrar a 300.000 personas y en de 1990 en torno a 500.000. Estos actos dieron lugar a la llamada revolución cantada que concluyó con la independencia de las repúblicas bálticas. Cuando cayó el Muro de Berlín, Estonia se independizó de la Unión Soviética; fue su segunda independencia. El 20 de agosto de 1991 Tallin se convirtió de nuevo, después de 51 años, en la capital de la proclamada República de Estonia. La ciudad antigua de Tallin fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997.
Ya situados históricamente recordaré lo vivido en Tallín. Como ya he dicho anteriormente, la ciudad nos recibió con una lluvia fina que pudimos evitar en parte subiendo al autobús que nos esperaba para realizar una serie de visitas en la parte oriental a 4 km del centro de Tallín, como el El Palacio Kadriorg, rodeado del parque más grande de la ciudad; el palacio fue hecho construir por el zar Pedro el Grande de Rusia, fundador de San Petersburgo, para su mujer Catalina tras la conquista rusa de Estonia. De hecho, el nombre del parque es una derivación al idioma estonio del nombre de la zarina. Tras la muerte del zar Pedro en 1725 los trabajos de construcción del palacio avanzaron muy lentamente e incluso hubo que esperar a las primeras décadas del siglo XX para terminar algunas salas del edificio.
El palacio es de estilo barroco petrino, muy sencillo y armónico, decorado con una fachada de color rojizo y blanco. Actualmente el edificio alberga el Museo de Arte Extranjero. Tras él y rodeándolo, están los amplios jardines del palacio que conjugan diversos estilos, como el francés, el estilo inglés, canales holandeses y el Jardín japonés (desde 2011). Las escalinatas y las blancas balaustradas dan un aspecto elegante al conjunto. Su superficie es de 90 hectáreas más o menos. El estanque y los canales hacen que el agua sea uno de sus protagonistas; aprovechamos los rincones que el agua creaba para hacernos fotos, a pesar de que el tiempo no invitaba a ello.
Tanto el parque, como el palacio, de estilo barroco, son obra del arquitecto italiano Niccolo Michetti . En el otro extremo se encuentra la residencia del Presidente de la República
Muy cerca del palacio Kadriorg, en la zona arbolada, se encuentra la antigua casa de campo en la que el zar Pedro se alojaba cuando venía a Tallin a principios del siglo XVIII y aún no se había construido el palacio Kadriorg. La casa es un museo, se trata de una casa sencilla de dos plantas y aún conserva el mobiliario y objetos de la época.
En el trayecto hacia el palacio pudimos ver de pasada el Museo de arte KUMU Kumu Kunstimuu-seum. Se inauguró en 2006 y es el primer edificio construido para el Museo de Arte Estonio. Fue diseñado para proporcionar una sede adecuada a la colección central del museo. La estructura está levantada sobre un montículo de caliza y es una obra de arte..
Nuestra siguiente visita fue el Escenario del Lauluväljak, situado al nordeste del parque Kadriorg. Es un enorme anfiteatro al aire libre construído en 1960 que tiene un aforo de hasta casi 300.000 personas y en donde cada cinco años entre Junio y Julio se celebra el evento más importante de Tallin: el Festival de la Canción y la Danza, en donde actúan miles de bailarines y músicos procedentes no sólo de Estonia sino de todos los países. Con ocasión del festival de 1989 en este lugar se reunieron 250.000 personas que protagonizarían una de las mayores exhibiciones antisoviéticas que más tarde conducirían a la independencia del país, evento que se le vino a llamar la «Revolución Cantada”. Concluida la visita en autobús, la guía nos acompañó al centro histórico de la ciudad, donde tomamos un café calentito en una cafetería con encanto.
Ya sin la guía iniciamos nuestro paseo en Puerta Viru, dos torreones que forman parte de la muralla de la fortaleza que rodeaba la Tallinn medieval. Ellos sirvieron como entrada principal a la ciudad en el lado este. Esta es una de las dos puertas de la muralla de la fortaleza, existentes. Estas dos torres circulares, construidas en el siglo XIV, defendieron los accesos al puente levadizo que cruzaba el foso frente a las murallas. Actualmente Puerta Viru es uno de los símbolos de la ciudad vieja de Tallinn y uno de los lugares más bellos de la ciudad y sobre todo el lugar de encuentro para la gente del pueblo. A través de ellos se accede a Viru Street, con sus numerosas tiendas, restaurantes y cafés.
Paseando, llegamos a la Plaza del Ayuntamiento. Raekoja plats, nombre estonio del corazón de Tallinn. El edificio del Ayuntamiento (Tallinna Rackoda), fue erigido nada menos que entre 1402 – 1404.Tiene aspecto de iglesia, quizás por esa larguísima torre octogonal que se alza sobre los tejados de la ciudad de Tallinn y es de estilo gótico. Arriba tiene una veleta, Viejo Tomás (Vana Toomas) que es la figura de un soldado medieval convertida en el símbolo de la ciudad. Llaman especialmente la atención los dragones verdes que escupen agua de lluvia cuando son incapaces de retenerla.
También en la misma plaza visitamos la Farmacia de la Plaza Mayor la más antigua farmacia de toda Europa todavía funcionando; su primera mención histórica data de 1422. Como se hacía tarde para comer y seguía lloviendo, buscamos los restaurantes que la guía, muy amablemente, nos había aconsejado pero estaban llenos así que nos aventuramos en un restaurante en la misma calle que los recomendados, muy típico, muy grande, con rincones muy acogedores.
La comida fue buenísima y la sopa presentada dentro de grandes bollos de pan, la mejor que comí en el viaje.Después de comer caminamos por la ciudad vieja, por sus callejuelas adoquinadas y sus edificios con tejados cónicos y anaranjados; es una ciudad amurallada con gran cantidad de edificios medievales, góticos y un claro ejemplo de arquitectura hanseática; la Ciudad Vieja, la «ciudad de los ciudadanos». no estuvo administrativamente unida a Toompea, la parte alta de la ciudad, hasta finales del siglo XIX. Fue centro del comercio medieval de la sal, gracias al cual prosperó y creció económicamente; caminando nos dirigimos hacia el barrio alto de Tallin, la colina de Toompea, la cual se eleva sobre la ciudad medieval y aglutina la mayor parte del barrio alto donde se situaba la autoridad central, primero de los obispos, luego de la Orden, y de la nobleza Báltica; hoy es sede del gobierno estonio y de varias embajadas y residencias. Uno de los monumentos más destacados de esta zona es la Catedral ortodoxa de Alexander Nevski, consagrada el 30 de abril de 1900, durante la época de la ocupación rusa; quizá por ser de esa época los estonios no la han mirado nunca con buenos ojos y como consecuencia, en 1924 se aprobó su demolición; por suerte nunca se llevo a cabo y ahora podemos disfrutar de uno de los templos religiosos más atractivos de la ciudad.
Cerca del Castillo, según se avanza por la calle Toomkooli se encuentra la Catedral de la santísima Virgen María, de la época medieval. Originariamente estaba dedicada a la Virgen María y, desde la Reforma protestante se convirtió en la sede de la Iglesia luterana estonia. Fue construida a partir de 1229 en el mismo lugar en el que en 1219 hubo un edificio de madera. El aspecto actual del edificio es el resultado de las numerosas reformas de las que ha sido objeto el edificio. A la primitiva iglesia de estilo gótico, se le añadió la decoración barroca de su interior en 1684 tras el incendio de Toompea en ese mismo año. La torre del frente occidental, coronada por una aguja barroca, se levantó en 1779. En el interior del templo se encuentra una gran cantidad de lápidas y sepulturas de personajes ilustres como los sarcófagos que se encuentran en el ala izquierda del edificio. Otras obras de arte notables tambien en el interior son el púlpito (de 1686), el altar (de 1696), un órgano barroco y algunas pinturas. Quizá por esto, está considerada como un museo. Nosotros lógicamente entramos al interior y un señor en un castellano impecable, nos llamó la atención, porque la entrada no era libre sino de pago. Rafa le explicó que no lo sabíamos y pagó por los que estábamos dentro. Cosas del turismo.
Siguiendo nuestro tour llegamos al Castillo de Toompea (en latín: Castrum Danorum; en estonio: Toompea loss, que significa «Castillo de los Daneses«) es un castillo sobre la colina de piedra caliza de Toompea, El nombre de dicha colina fue uno de los nombres de Tallin durante los tiempos de la Estonia danesa, en los siglos XIII y XIV.
El primer castillo de madera se estima que fue construido en la colina sobre los siglos X y XI por los residentes de la antigua provincia estonia de Rävala (Revala). Probablemente fue una de las primeras zonas habitadas de lo que más tarde se convirtió en Tallin.
El tantas veces reconstruido castillo de Toompea, coronado por la torre Pikk Hermann alberga el Parlamento de Estonia. La torre que se contempla en una de las esquinas de la muralla del castillo se conoce como «Pikk Herman«.
Tiene 50 metros de altura y su nombre viene del alemán «Lange Hermann»(Germán el largo) que viene a significar algo así como jefe y hace referencia a un héroe medieval. Data de finales del siglo XIV y en 1991 fue testigo del enfrentamiento entre los estonios que habían colocado la bandera en lo alto de la torre y los rusos que trataron de evitarlo. Después de disfrutar desde los miradores, de las maravillosas vistas de Tallín, bajamos a la ciudad vieja, para contemplar la magnífica muralla. Se conserva en la actualidad, un tramo de casi dos kilómetros de las murallas originales, reforzadas por las características torres de vigilancia de planta circular que protegían antiguamente la capital estonia. La muralla fue construida en distintas fases entre los siglos XIII y XVI y estaba originariamente fortificada con 35 torres. De ellas, las 25 que se han conservado, visibles desde el mar y desde cualquier parte de la ciudad, marcan con sus inconfundibles cubiertas, el perfil de Tallín.
Dos de los torreones más emblemáticos de la muralla que rodea la ciudad aún se conservan como parte de dicha muralla y fueron levantados en el siglo XIV. Después de divertirnos recorriendo la muralla y de saludar desde lo alto a los que no subieron, nos dirigimos atravesando la ciudad vieja hasta el puerto para embarcar en el ferry y volver a Helsinki, después de un estupendo día al que sólo le faltó el sol, para ser maravilloso. A las 19:30, estábamos ya en la terminal para subir al ferry y regresar a Helsinki. Como la llegada estaba prevista a las 21:30, comimos algo durante la travesía que hizo las veces de cena, por lo que al llegar a Helsinki, cogimos un bus que nos dejó al lado del hotel y cada uno se dirigió a su habitación a descansar de tan largo día.
Amaneció el martes, 13 de junio y nos preparamos para conocer Helsinki ya que partíamos al día siguiente. Preparamos un plan inmejorable: ir caminando hasta la plaza del Mercado, desde allí coger un barco para hacer un crucero panorámico por las islas de archipiélago de Helsinki y llegar a la isla Suomelina y de regreso comer en cualquiera de los puestos del mercadillo que se colocan habitualmente en el muelle. Suomenlinna (en finés), o Sveaborg (en sueco), es una fortaleza construida sobre seis islas. Fue construida sobre seis islas por el Reino de Suecia en 1748 para tratar de evitar el avance marítimo de la Rusia imperial. Sin embargo, durante la Guerra de Finlandia en 1808 la fortaleza se rindió al ejército ruso, quienes la ocuparon durante más de 100 años, hasta que Finlandia se declaró independiente a finales de 1917. Nada más tomar el control de la fortaleza, los fineses rebautizaron la antigua Sveaborg (castillo sueco) como Suomenlinna (castillo finlandés), aunque hoy en día se sigue conociendo por ambos nombres. En 1973 el ejército abandonó la isla y en 1991 el conjunto histórico fue declarado Patrimonio Mundial. Hoy en día, Suomenlinna es también un barrio de Helsinki con un carácter especial; cuenta con unos 850 habitantes que ocupan 350 puestos de trabajo los cuales aumentan en verano, por su atracción turística.
El paseo por Suomenlinna fue precioso; la mañana era clara y luminosa, el sol nos acompañó e iluminó los variados ambientes que la isla posee, sus playas, los antiguos bastiones, las murallas y los edificios históricos repartidos por la isla; vimos a grupos de amigos pasear tranquilamente, a jóvenes haciendo footing por las múltiples rutas de la isla, a actores representando una comedia y a familias con niños, que disfrutaban del teatro al aire libre. Para los finlandeses es habitual ir a la isla a pasar un animado fin de semana y durante el verano, cuando las noches son cálidas, es posible quedarse en Suomenlinna hasta bastante tarde ya anochecido ya que el último ferry parte a las dos de la madrugada. Hay muchas rutas pero nosotros segumos la Ruta Azul, que es el camino sugerido para no perderse ninguno de los sitios de interés. Lo primero que vimos fue la Iglesia de Suomenlinna que sin ser bonita tiene una cualidad interesante y es que sirve de de faro marítimo y aéreo. Antiguamente fue un templo ortodoxo y hoy en día es luterana, así que por dentro es sumamente austera y sólo se ven sus paredes blancas. Continuamos andando hacia el centro de la isla y encontramos el Museo de Suomenlinna, en el que no entramos pero que es ideal para conocer la historia de la fortaleza y, en cierto modo, de Finlandia. Siguiendo el paseo llegamos al lugar donde está el pequeño submarino Vesikko. Este submarino, con capacidad para 20 personas, fue lanzado al mar en 1933 y llegó a participar en la II Guerra Mundial. Se puede visitar pero preferimos aprovechar el buen tiempo y seguir con nuestro paseo.
Pasado el puente que cruza el centro de la isla (o, mejor dicho, que une dos de las islas), se atraviesa una zona de túneles de la antigua fortaleza y se llega a la Plaza de Armas. Una de las cosas más interesantes es el dique seco, uno de los más antiguos del mundo (1760) que aún sigue en funcionamiento y repara algún barco antiguo con casco de madera. Después de dejar atrás la zona central llegamos en poco tiempo al final de la isla, que es la parte más espectacular y la más popular entre los finlandeses, ya que es ideal para darse un baño o hacer un pic-nic en familia. En esta zona se encuentran un buen número de vestigios de las antiguas líneas defensivas, como las murallas en forma de estrella, los bastiones o los cañones de época rusa.
También allí se halla uno de los grandes símbolos de la fortaleza: la Puerta del Rey, llamada así por ser el lugar en el que desembarcó el rey Adolfo Federico de Suecia en su primera visita a Suomenlinna. Terminado el paseo tuvimos que deshacer el camino para volver al muelle donde tomamos el ferry de regreso. De regreso se contempla una preciosa vista, con la Catedral Blanca, la gran noria y el edificio de las Oficinas centrales de Stora-Enso. Este bloque de oficinas situado junto al mercado viejo y delante de la Catedral ortodoxa, está totalmente revestido con mármol blanco y fue diseñado por el arquitecto finlandés Alvar Aalto del que más adelante hablaremos.
Desembarcamos en la misma plaza del mercado que bullía con sus puestos y chiringuitos. Buscamos uno para comer y nos sentamos todos muy juntos pues caía una fina lluvia y los toldos estaban muy solicitados, Casi todos pedimos pescado con patatas fritas. Como había que llevárselo a la mesa y había pocas, compartimos una con unos colombianos que estaban haciendo un periplo por Europa; llevaban un mes viajando y les quedaba otro por delante. Acabada la comida recorrimos el mercadillo y comprobamos la variedad de sus productos, desde alimenticiosss hasta artesanales y sobre todo los souvenirs pensados para el turismo.
Dejamos la plaza del Mercado y pasando frente el Ayuntamiento sobre el que se alza la imponente Catedral Blanca, nos dirigimos hacia la Plaza del Senado, siguiendo la principal avenida de Helsinki, Esplanadi, cuya zona central ajardinada la convierte en la calle más concurrida y cosmopolita de la ciudad. Una vez a los pies de la catedral, en Senate, subimos en el bus turístico hop-on/hop-of para conocer los lugares más significativos de la ciudad. Este autobús permite subir y bajar al viajero en los puntos deseados por lo que nosotros elegimos bajarnos en la Iglesia de la roca, Iglesia Temppeliaukio o Templo-plaza en finés. Es un templo impactante y muy original. Los arquitectos han aprovechado la naturaleza de la roca y han adaptado la construcción para lograr un equilibrio entre arquitectura y paisaje.
La primitiva idea de construir en este lugar una iglesia data de 1906 y el diseño primitivo fue concebido en los años 30; su construcción se vio truncada por el estallido de la segunda guerra mundial. El edificio actual fue diseñado por los hermanos Timo y Tuomo Suomalainen en 1960 y culminada en 1969. Dado que la fe luterana no favorece la decoración de sus templos con iconos o imágenes de santos, como ya vimos en la iglesia de Suomelinna, los arquitectos optaron por utilizar la propia naturaleza para conseguir una decoración natural basada en la luz cenital y en la roca granítica en la que fue excavada y con la que al mismo tiempo, fue construida.
Tomamos de nuevo el autobús para dirigirnos al Parque Sibellius, dedicado al compositor finlandés Jean Sibellius (1865-1957). El monumento es una escultura de la artista finlandesa Eila Hiltunen titulada «Passio Musicae» y se dio a conocer el 7 de septiembre de 1967. La escultura ganó un concurso organizado por la Sociedad Sibellius tras la muerte del compositor en 1957. Originalmente provocó un encendido debate acerca de los méritos y los defectos de arte abstracto y aunque el diseño se parecía a tubos de órgano estilizados, es sabido que el compositor apenas compuso música para órgano. Hiltunen solventó las críticas añadiendo la efigie de Sibellius situada al lado de la escultura principal. Está compuesta por más de 600 tubos de acero huecos, soldados juntos en una forma que imita a una ola. El propósito de la artista era captar la esencia de la música de Sibelius. El monumento pesa 24 toneladas y mide 8.5 × 10.5 × 6,5 metros. Yo creo que a todos nos fascinó.
Una versión más pequeña de este monumento se encuentra en la sede de la UNESCO en París. Una obra con un concepto similar, también diseñado por Hiltunen, se encuentra en los jardines de la sede de las Naciones Unidas en Nueva York.
Cogimos de nuevo el bus y nos bajamos en la plaza del Senado, para visitar La Catedral Blanca. Data del año 1852, Su construcción fue un tributo al Zar Nicolás I de Rusia, por entonces dueño y señor de Finlandia, al ser ésta, parte de Rusia; el encargado de diseñar tan magna pieza fue Carl Ludvig Engel, que tomó como modelo la catedral de San Isaac de San Petesburgo, edificio monumental que visitamos en nuestra estancia , ya que fue un tributo al Zar; el arquitecto que sucedió a Engel, llamado Lohrmann, le puso cuatro pequeñas cúpulas que le hacen parecerse aún más a la Catedral de San Petesburgo; antes de la independencia de Rusia, la catedral de Helsinki se llamó “Catedral de San Nicolás”.
El estilo de la catedral blanca es neoclásico y tiene como plano una cruz griega (los cuatro brazos de la cruz son de idéntica longitud). A día de hoy se siguen celebrando misas y bodas en ella, y frente a ella en la plaza del Senado se suelen dar muchos eventos y manifestaciones. Lo más interesante de la catedral blanca de Helsinki es que no tiene apenas decoración, siguiendo el principio luterano de no venerar imágenes y rechazar la mediación de santos y vírgenes. Esto diferencia a las catedrales luteranas de las catedrales de otras confesiones.
Seguimos nuestro recorrido a pie y llegamos al muelle para visitar la Catedral Ortodoxa de Uspenski, ubicada sobre una colina en el barrio de Katajanokka; en 1868 se completó su construcción y de ello queda constancia en su parte posterior donde hay una placa conmemorativa de Alejandro II, Zar de Rusia que, como ya hemos mencionado, era el Gran Duque de Finlandia en la época de la construcción del edificio. Igual que a la catedral anteriormente citada se la conoce como Catedral blanca, a ésta se la conoce como la Catedral roja; recibe este nombre por estar construida en ladrillo rojo, proveniente de la fortaleza rusa de Bomarsund en Alan; contrastan con el rojo de su fachada sus trece cúpulas verdes y doradas inspirada en motivos típicos del arte moscovita del siglo XVI, que representan a Cristo y los doce Apóstoles. Es, por todo esto, un icono de la influencia de los rusos.
Llegamos al muelle con un molesto viento y la lluvia que no cesaba. Una amiga había preparado de despedida una magnífica y novedosa cena-tour en barco por el archipiélago; fue una suculenta cena-buffet en la que cada uno se sirvió carne o pescado, según su gusto, aunque creo que todos probamos de todo pues el salmón estaba estupendo, la carne y las ensaladas buenísimas y las salsas muy sabrosas. Acabado el tour y la cena volvimos andando al hotel; al día siguiente volábamos hacia España y teníamos que preparar las maletas.
Y amaneció el último día de nuestra estancia en Helsinki; después de desayunar en el hotel, bastante dignamente,-era lo único bueno que tenía-, paseamos por la amplia plaza de la estación de tren, un monumental edificio de piedra de estilo Art Decó con una gran torre y cuatro gigantes con esferas luminarias flanqueando la puerta de entrada. El edificio de la estación fue diseñada por Eliel Saarinen y se reinauguró en 1919, pues el edificio original fue abierto al público en 1862. Fue elegida como una de las estaciones de tren más bellas del mundo por la BBC en 2013.
Desde la plaza vimos en un edificio, carteles de una exposición dedicada a la obra del arquitecto finlandés Alvar Aalto, icono del diseño y arquitectura finlandeses. Este arquitecto formó parte del Movimiento Moderno y participó en los CIAM (Congresos Internacionales de Arquitectura Moderna). Ha sido el único arquitecto de la Segunda generación del Movimiento Moderno reconocido como «maestro», equiparándose así a los grandes maestros del Periodo Heroico del Movimiento Moderno, Le Corbusier, Mies van der Rohe y Gropius. Durante su carrera, diseñó más de 500 edificios, de los que se completaron 300. La mayoría de estos edificios están en Finlandia, pero también hay algunos en Alemania, Italia, Francia y los EE.UU. Ha recibido innumerables premios y honores, entre ellos la Medalla Real de Oro de Arquitectura (del Reino Unido), ser Miembro Honorario Extranjero de la Academia Americana de las Artes y las Ciencias, ser miembro de la Academia de Finlandia (que presidió durante 5 años) y miembro del Congreso Internacional de Arquitectura Moderna durante varios lustros. Entre los edificios de Helsinki, diseñados por Alvar Altoo, destacaremos, el Finlandia Hall, la librería Académica, La casa de la cultura y su propia casa en la calle Riihitie 20. En su honor se concede cada cinco años el premio Medalla Alvar Aalto. Su prestigio nos animó a visitar la exposición y además, nos pareció la mejor forma y la más artística de finalizar nuestra estancia en la capital. La exposición, muy completa y muy interesante, hacía un recorrido por las etapas de la carrera de Alvar Aalto, mostrando fotos y maquetas de los distintos procesos de creación y de construcción, así como de los edificios más significativos. También se exponía una muestra de su faceta de diseñador de muebles por lo que sus famosas sillas ocupaban un lugar preeminente; con ellas, investiga las formas curvas, logrando un diseño de carácter escultórico.
Terminada la visita nos dirigimos al hotel donde nos esperaba un taxi colectivo, pero no quisimos perdernos un edificio diferente que estaba de camino, por el que pasábamos todos los días y que nos llamaba muchísimo la atención por su arquitectura singular. Una vez dentro nos encontramos un espacio diáfano con un ascensor blanco, aparentemente sin interés; ya nos salíamos cuando una señora nos llamó e insistió en que subieramos; así lo hicimos y al abrirse las puertas del ascensor en el primer piso, nuestra sorpresa fue mayúscula cuando descubrimos una maravillosa y amplísima librería-biblioteca, con un diseño moderno, práctico, polivalente y minimalista que animaba a la lectura y a la búsqueda de información.
Es la Librería Principal de la Universidad de Helsinki del arquitecto Vesa Oiva ; tiene 31700.0 m2 y se construyó en el año 2012. ¡Qué lástima no haber tenido tiempo para disfrutar de todas sus secciones y ambientes!. Salimos muy felices por este descubrimiento y muy deprisa pues nos esperaba el resto de amigos; recogimos las maletas, subimos al taxi colectivo y nos dirigimos al aeropuerto ya que salíamos de la T2 a las 13:55 con Norwegian Air Line hacia Madrid.
Querido J. Carlos, no había vuelto a revisar el texto del viaje a Tallin y ahora que lo he hecho, no encuentro las palabras que me adjudicas. Textualmente escribí: En 1710 comienza el periodo ruso; en ningún momento he empleado el término ocupación. No se me ha colado ningún relato nacionalista ni lo contrario, porque no había ninguna intención de hacerlo y hay que ser un gran experto en la historia de Estonia para defender cualquiera posición. Un fuerte abrazo
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