La novela Amsterdam, con la que inauguramos el 2021, año del que tanto esperamos, es una obra en la que el autor Iam McEwan, disecciona con su afilada pluma el comportamiento humano, incidiendo en el deber moral del individuo con la sociedad, especialmente el de aquellos que detentan el poder; y lo hace sin prejuzgar, exponiendo y describiendo sus flaquezas y cobardías ante los ojos de los lectores, para que sean éstos los que saquen sus propias conclusiones.
La obra, escrita en 1998, tiene un atractivo arranque, la muerte de una mujer de 46 años, Molly, mujer liberal, atractiva, seductora, cualificada profesionalmente, y el posterior crematorio que reúne al multimillonario marido, George Lane y a tres examantes de la difunta, Clive Linley, famoso compositor, Vernon Theobald Halliday, director del periódico “El juez” y Julian Garmony, ministro de Asuntos Exteriores. La causa de su muerte no es baladí, muere a consecuencia de una cruel enfermedad, el Alzheimer, tras haber permanecido en estado vegetal un largo tiempo. Y es de aquí, de esta urdimbre, de donde el autor sacará distintos hilos que se irán convirtiendo en temas, temas profundos y controvertidos, que canalizará a través de unos personajes ególatras y amorales; todos ellos tienen en común, su pertenencia a la alta burguesía y su probada competencia en los niveles más altos de la política, la música o el periodismo, colectivos de los que se servirá el autor para criticar y censurar sus eternos males endémicos.
El miedo a la muerte, a una larga enfermedad y a la soledad, son la consecuencia inmediata en Vernon y Clive, -consternados por la larga agonía de su amiga-, que desencadenará en ellos, una serie de reflexiones sobre el final de la vida y el mejor modo de sobrellevarlo, concluyendo en la eutanasia como posible solución , tema siempre cuestionado y de candente actualidad; pero el autor no va a hacer a priori, consideraciones ni a polemizar sobre dicho acto, sino que en un primer momento lo va a utilizar para que los dos amigos, Vernon y Clive, tomen conciencia de cómo no quieren morir y decidan hacer un pacto de amistad …Lo mejor, pues, era mantenerse lejos de los médicos. Seguir tu propio declive, y cuando ya no te fuera posible trabajar, o vivir con dignidad, acabar contigo mismo.
El autor estudia la conducta de los cuatro hombres protagonistas en momentos críticos de su vida, en los que aflora la intransigencia, la soberbia, el cinismo, la envidia, el egocentrismo, así como otros flecos de su deshilachada conducta social y ética, como la corrupción, tan extendida en todas las sociedades; cada uno de los comportamientos citados tiene nombre propio; George Lane, el marido millonario de Molly, representa la intransigencia, una actitud que le lleva a no aceptar las infidelidades de su mujer, las del pasado y las recientes y a maquinar una sibilina y cruel venganza que provocará el enfrentamiento y la destrucción de los amantes entre sí; moviendo los hilos con inteligencia, como si de marionetas se tratara, el millonario esposo, ofrece a Vernon, director del periódico “El Juez”, unas fotos encontradas en la habitación de su mujer, para que las publique, en las que aparece el flamante ministro de Asuntos Exteriores, futuro primer ministro, vestido con unas excitantes ropas de mujer mirando a una cámara amable, manejada por Molly. Su cinismo llega a cotas impensables cuando, aprovechándose de que es accionista del periódico, logra su vengativo propósito, convenciendo a todos de que Vernon, es el único responsable…En mi opinión no hubo nada de malo en comprar esas fotografías. Incluso puedo decirles que, según he podido oír, consiguió un precio excelente. No, el error de Halliday está en no haber retirado esa primera plana en el momento mismo en que vio por televisión la conferencia de prensa de Rose Garmony. Dispuso de tiempo suficiente para deshacer toda la operación. —Miren ustedes —dijo—.No iba a publicar las fotos hasta la última edición. Su gran equivocación fue seguir adelante con la idea. Nuestro periódico, el viernes, hizo el ridículo en todas partes. Halliday debería haber visto por dónde soplaba el aire y haberse echado atrás. Si quieren saber mi opinión, el suyo ha sido un grave fallo de criterio editorial.
Para Vernon, publicar esas fotos con la ayuda del joven y opaco Frank Dibben, –subjefe de Internacional-, para hundir al político de extrema derecha, se convierte en un ariete con el que salvar a la patria y de paso desenmascarar al ministro que, -ubicado en las antípodas ideológicas suyas y de Molly-, logró gozar con ella de total confianza e intimidad …Su firme mano se disponía a extirpar un cáncer de los órganos del grupo gobernante (tal era el tenor que pensaba emplear en el editorial que seguiría a la dimisión de Garmony). La hipocresía saldría a la luz, el país seguiría en Europa, la pena capital y el servicio militar obligatorio seguirían siendo estantiguas del pasado, la seguridad social sobreviviría de una forma u otra, la ecología planetaria recibiría un empujón decoroso. Vernon, ante esta perspectiva, se sentía con ganas de cantar a voz en cuello. Vernon se siente grande, todopoderoso, llegando a confundir su interés personal con los intereses del periódico… A veces les sucede a quienes rumian en exceso alguna injusticia: que el gusto por la venganza se alía muy oportunamente con el sentimiento del deber. Considerado en el periódico un hombre esencialmente gris, que alcanzó el puesto de director casualmente cuando nadie pensaba en él para el cargo, resulta ser una persona sin escrúpulos tanto en lo profesional, como en su relación de amistad con Clive, hacia el que siente una secreta envidia porque éste ha llevado una vida fácil y él ha tenido que luchar para llegar al puesto que ocupa…, En 1970, cuando la mayoría de sus contemporáneos seguían habitando cuartos alquilados y varios años antes de que pudieran comprarse los primeros apartamentos en húmedos semisótanos, Clive heredó de un tío rico y sin hijos una enorme casa en South Kensington… y porque se mueve en ambientes exclusivos, en los que se codea con artistas inaccesibles…Por la casa pasaron algunas celebridades. John Lennon y Yoko Ono se alojaron en ella una semana. Jimi Hendrix se quedó una noche, y fue probablemente quien dio origen al fuego que destruyó los pasamanos.36 A principios de los años ochenta era el hogar de un joven y acomodado compositor.
Clive es músico, famoso compositor, escritor de libros y conferenciante solicitado, que tuvo en Molly tras su relación, una de sus mejores amigas…; Si se hubiera casado con ella, tal vez habría sido peor que George; tal vez ni habría tolerado siquiera aquella reunión en su nombre. Ni su indefensión. Se habría echado sobre la palma treinta pastillas para dormir de la botellita oblonga y parda de plástico. Luego la mano y el mortero, y un vaso largo de whisky. Tres cucharadas de una sustancia blanca amarillenta. Ella le habría mirado al tomarlo, como si lo supiera. Le habría puesto la mano izquierda bajo la barbilla para recoger lo que se le fuera deslizando de la boca. Y la habría tenido abrazada mientras dormía, y luego la noche entera.; es inestable emocionalmente, histriónico y depresivo y en el momento creativo su estado de ánimo fluctúa entre el arrebato que le hace sentirse un genio y la impotencia ante la falta de inspiración. Su vida amorosa…en unos pocos años pasó apresuradamente por dos matrimonios sin descendencia, de los que pareció salir relativamente indemne… no tuvo demasiado éxito y sólo conserva a Vernon de entre los amigos de juventud con el que compartió la revolución sexual de los 60. Sólo piensa en él mismo y en su trabajo como compositor, apartando de sí todo contratiempo que pueda alterar su trabajo compositivo; así, durante un paseo por la montaña, por el Distrito de los Lagos, donde buscaba la paz y la inspiración para concluir la Sinfonía del Milenio, -que se le niega desde hace tiempo-, desoye los gritos de auxilio de una mujer, agredida por un hombre, desentendiéndose de la escena que contempla y alejándose del lugar, para no perder las notas que bailan en su cabeza, sin considerar las consecuencias de su acto; él, que había criticado duramente a Vernon su falta de ética por publicar las fotos del ministro, realizadas por Molly en la más estricta intimidad.
El tercer examante y objetivo de George Lane es Julian Garmony, de 52 años, ministro de Asuntos Exteriores, cínico y soberbio personaje que lleva una doble vida, de la que parece estar al tanto su mujer, Rose Garmony, por la actitud serena y comprensiva que muestra ante su marido, asustado por el ejército de periodistas.
—Oh, Dios —dijo él sin abrir los ojos—. La primera reunión es a las ocho y media. Tendré que pasar por delante de esas víboras.
Y ella le habló con la voz que empleaba para tranquilizar a los padres desesperados: lenta, suave, etéreamente, en lugar de en tono grave.
—Todo va a ir bien, no te preocupes.
Julian le sonrió con absoluto escepticismo. Y ella se inclinó sobre él y le dijo al oído:
—Confía en mí.
Al ser preguntada, por la portada del periódico donde sale su marido vestido de mujer, presenciamos un «lugar común”, una escena al más puro estilo americano; la familia al completo en el jardín de la casa, los hijos abrazados al padre en señal de sintonía familiar y la esposa con un gatito en brazos, defendiendo el derecho a la intimidad y pidiendo respeto a esa pequeña “singularidad” de su marido, de la que se muestra conocedora. El autor utiliza esta conocida imagen, -que nos trae a la memoria casos reales de la política y el periodismo-, en la que la esposa se erige en defensora de los valores tradicionales, apoyando incondicionalmente la carrera política del marido. Rose, que es médico, utiliza un tono cálido y afectuoso, esgrimiendo las herramientas que en su profesión utiliza con sus pacientes. La manipulación informativa de la noticia en televisión, alentada por el partido al que pertenece el ministro, es otra crítica velada a una realidad que contemplamos cada día; la pantalla, muestra a una Rose, cariñosa y empática, que abraza a sus jóvenes pacientes y consuela a los familiares en su entorno hospitalario; con esto incide en la bondad de la esposa y desvía la atención de otras cuestiones. El autor, de la mano de un narrador cercano que conoce perfectamente a personajes y situaciones, descubre cuestiones archisabidas, como la manipulación de la prensa y la televisión. Esta perversión está presente tanto en la sociedad como en el ámbito privado y el autor lo demuestra al señalar, a través del crítico y poeta Hart Pullman, que la Sinfonía del Milenio, de Clive, es un plagio de la Oda a la Alegría, de Beethoven.
—He oído hablar de su última obra. ¿Se titula realmente Sinfonía del Milenio ?
—No. La prensa la ha llamado así —dijo Clive en tono seco.
—He oído millones de cosas sobre ella. Dicen que ha «fusilado» usted a Beethoven de mala manera.
Hart Pullman, poeta beat, es un personaje secundario, creado por el autor, quizá con la intención de hacer un homenaje a los poetas de la generación beat, definiéndolo como el último superviviente de la generación de Kerouac, que como sus componentes, rechazaba los valores estadounidenses clásicos, defendiendo el uso de las drogas y la libertad sexual. Debido a ello, no nos extraña la insinuación que en el crematorio hace a Clive, sobre su amistad con Molly, cuando ésta contaba sólo 16 años y él le doblaba la edad.
Trató de sonsacar al viejo en tono neutro:
—Fue a pasar el verano, supongo.
—No, no. Vino a mi fiesta de Noche de Reyes. Qué chica, ¿eh, George?
Sexo con una menor, entonces. Tres años antes de que él entrara en escena. Molly jamás le había hablado de Hart Pullman.
Creo que uno de los aciertos del autor es la dosificación que el autor hace a la hora de descubrir la personalidad de Molly; es un personaje que vive en los demás personajes y sabemos de ella por la información que van aportando, imprecisa en muchos momentos, sesgada y con amplios vacíos que logran hacerla aún más interesante a nuestros ojos; sólo conoceremos que es una chica liberada, independiente, amiga de sus amigos, inteligente, a la que nunca poseyó nadie del todo, salvo la terrible enfermedad que la abocó a los cuidados de un marido celoso convertido en carcelero.
Sus gustos eran sorprendentemente austeros para alguien tan amante de las fiestas. Bach, Stravinski, muy de cuando en cuando Mozart.
En 1978 un grupo de amigos alquilaron un caserón en Escocia para pasar las Navidades. Molly y el hombre con quien salía entonces —un Queen’s Counsel llamado Brady— escenificaron un «número» de Adán y Eva…
Vernon había vivido con Molly un año en París, en el 74, cuando él trabajaba para Reuters (su primer empleo) y Molly hacía algunas cosas para Vogue.
Molly era como una hermana, y juzgaba a sus mujeres con mucha más generosidad de la que él mostraría jamás respecto a sus hombres.
En la suma de aciertos, destacaremos uno de los momentos de mayor tensión emocional de la novela, momento de clímax, en el que asistimos a la dura confrontación entre Clive y Vernon sobre el “deber moral” del individuo con la sociedad y cómo buscar el bien común separándolo de los intereses individuales.
–Ve a la policía, Clive. Es un deber moral.
Se oyó una inspiración profunda, y Clive calló durante un instante, como reconsiderando el asunto. Y al final dijo:
—¿Me estás diciendo cuál es mi deber moral? ¿Tú? ¿Precisamente tú?
—¿A qué te refieres?
—A esas fotografías. A que te estás cagando sobre la tumba de Molly…
—… a que estás acosando a un hombre para que le despidan de su trabajo. A que eso es periodismo amarillo. ¿Cómo puedes vivir contigo mismo después de eso?
Vinculado con el tema anterior el autor nos hace reflexionar sobre las veleidades en el posicionamiento ético del individuo, mudanzas que nos convierten en seres acomodaticios, complacientes, y transigentes con lo que en un principio reprobábamos. Una información demoledora sobre la vida privada de un cargo público, criticada inicialmente por los redactores, se convierte en toda una lección de buen periodismo, aplaudida a pesar de las reticencias iniciales, cuando las ventas del periódico se disparan;…Como un joven periodista comentaría a otro luego en la cantina, era como ver a alguien que conoces desnudado y azotado en público. Desenmascarado y castigado. A pesar de ello, el sentir general de los redactores ya dispersos y de vuelta en sus mesas de trabajo, era que se trataba de un trabajo de un inmejorable nivel profesional. Como primera plana se convertiría probablemente en un clásico utilizado en las facultades de Periodismo. El impacto visual —su simplicidad, su crudeza y su fuerza— resultaba difícil de olvidar; el instinto de Vernon había sido certero. Y había sido su intención de «buscar la yugular» lo que le había dictado relegar las demás fotografías. Pero cuando el resto de los periódicos londinenses, – The Guardian, El Mirror , Sun, Telegraph e Independent, condenan el amarillismo de la portada, todos vuelven a sus primitivas reservas.
La adecuación de la sintaxis al tema en las citas anteriores, es perfecta y la volveremos a disfrutar en otras situaciones, en las que lo onírico y lo alucinatorio invaden a Vernon y Clive, a través de estructuras lingüísticas desarticuladas en el aspecto sintáctico y semántico; estas construcciones estarán formadas por largos periodos oracionales que olvidan los signos de puntuación para sumarse caóticamente en un fluir de la conciencia ...Vernon Halliday se despertaba y volvía a sumirse en sueños en los que corría, o en recuerdos de estar corriendo vivificados por el halo onírico, sueños-recuerdos de ir corriendo por pasillos de polvorientas moquetas rojas en dirección a la sala de juntas, tarde , otra vez tarde, tarde hasta el punto de parecer despectivo, corriendo desde la última reunión a la presente, con otras siete por delante hasta la hora del almuerzo, apenas apretando el paso a ojos de los demás pero corriendo a toda velocidad anímicamente…
El vehículo que soporta este entramado, discurre por los diferentes tipos de lenguaje, que recrean con un léxico específico, rico en matices, tanto el proceso de la composición musical utilizado por Clive…, Ahora volvía a oírse el trombón, y un enmarañado y contenido crescendo que acabó por desarrollar la reafirmación final de la melodía: un atronador y carnavalesco tutti… como el torrente del lenguaje periodístico , empleado por Vernon , reflejado en una sintaxis de frases breves y fugaces que producen un gran dinamismo…
—Esa foto de Middlesbrough… Me gustaría evitar los problemas que tuvimos cuando los Juegos Paralímpicos. Pensé que íbamos a decidirnos por algo sencillo…
—Quiero una foto con gancho, Jeremy. No puedo verles la misma semana, Jean. No estaría bien visto. Dile que el jueves.
—Tenía pensado algo Victoriano y normalito. Un retrato digno.
—Se va de viaje a Angola. Su idea era salir directamente para Heathrow en cuanto hubiera hablado con usted.
—¿Señor Halliday?
—No quiero retratos dignos, ni siquiera en las necrológicas. Consigue que nos cuenten cómo se hicieron esas marcas de mordiscos. Está bien, le veré antes de que se vaya. Tony, ¿quiere hablarme de lo del aparcamiento?
Además del estilo periodístico, no podemos olvidar la descripción, que aparece en numerosas ocasiones fusionando el lugar descrito con sentimientos y recuerdos, creando ambientes de gran intimismo; el narrador recrea espacios interiores – la casa de Clive-, así como exteriores, los maravillosos paisajes de la montaña más alta de Inglaterra, El Scafell Pike, del Parque Nacional del Distrito de los Lagos y las calles de Amsterdam, ciudad que da nombre a la historia.
Es el narrador, el conductor que maneja con pericia el avance de la historia, una figura omnisciente, conocedor de los más íntimos pensamientos de los personajes que en algunos momentos del relato, da su opinión dejando ver la impronta del autor;
…A veces les sucede a quienes rumian en exceso alguna injusticia: que el gusto por la venganza se alía muy oportunamente con el sentimiento del deber.
[…] Se abrieron paso con sus bebidas a través de la atestada sala —casi todo el mundo era VIP hoy día— y descubrieron un rincón relativamente tranquilo junto a la puerta de los lavabos.
A pesar de realizar un relato lineal, juega con algunas figuras literarias como la catáfora, recurso que le posibilita hacer referencias anticipadas y veladas, de un hecho que explicará en capítulos posteriores para mantener el suspense; esta técnica deja al lector expectante, ante el desconocimiento de unos hechos anunciados en capítulos precedentes, que más adelante aclarará…Lo que había sucedido era lo siguiente: Vernon telefoneó a última hora de la mañana, y utilizó palabras tan similares a las que había pronunciado Clive la semana anterior que parecían una auténtica y deliberada cita de su amigo…; a veces inicia una escena dejándola inconclusa, –conversación telefónica centre Clive y Vernon-, para retomarla más adelante en el mismo momento en que comenzó.
No olvida tampoco su preocupación por la creación literaria y por el respeto a las normas gramaticales, explicando la lengua para reflexionar sobre la propia lengua, lo que en otras reseñas hemos llamado función metalingüística —En este periódico los gerundios hacen oficio de gerundios, y nunca de otra cosa, y en especial en un editorial, por el amor de Dios… Y «mayoría»… —Dejó la frase en suspenso, para crear un efecto teatral, mientras simulaba buscar en el texto que tenía delante—. «Mayoría» exige un verbo en singular o en plural, depende. ¿Vamos a tener bien claras de una vez por todas estas normas?
Para terminar el análisis de la novela, añadiremos otro acierto del autor, una jugada que hace cambiar el inicial rumbo de la novela; lo que en un primer momento podría parecernos una novela intimista, con tintes de novela rosa, con personajes de revista del corazón, va tomando cuerpo, profundizando en temas éticos y morales, para acabar transformándose en un “thriller” inesperado, cargado de incertidumbres que deja perplejo al lector ante el trágico desenlace; las variadas interpretaciones de los hechos se agolpan ante un lector que no acaba de comprender las causas de tan aciago final; podríamos decir que Iam McEwan quiere “tocar” demasiados temas instalados en la sociedad, – violencia de género, eutanasia, travestismo, adulterio, corrupción, delincuencia–, algunos de ellos introducidos con pinceladas a veces inconexas y poco trabadas, que creo-, pretenden ligar la historia a la realidad; lo cierto es que logra una impecable estructura circular; la novela comienza y finaliza con muerte, y nos deja un regusto de moralina, de aviso para navegantes…— Procedió a dar cuenta de un artículo de investigación que había encargado sobre un escándalo médico en Holanda. Al parecer hay médicos que están sacando partido de las recientes leyes sobre la eutanasia… ¿Final punitivo? Será el lector el que deba dirimirlo.