Los chicos de la Nickel, Corson Whitenhead

«Tenemos que creer con toda nuestra alma que somos alguien, que somos importantes, que valemos, y tenemos que caminar a diario por las calles de la vida con este sentido de dignidad y este sentido de ser alguien.» Martin Luther King

A veces creemos que las palabras pronunciadas ante un auditorio  caen en terreno baldío y es posible que así sea la mayoría de las veces  pero siempre hay alguien preparado para recibirlas,  y son  éstas  las que se depositan en terrenos abonados  desde siempre, no sabemos ni  cuándo,  ni cómo, moldeando y articulando  unos sentimientos y un código dormido por generaciones. Este es el caso de Elwood Curtis, nuestro protagonista,  un niño abandonado por sus padres, hijo de un soldado del ejército condecorado por defender los derechos de sus compañeros, que no encontró asiento en la sociedad La vida de Percy podría haber tomado otro rumbo si el gobierno de Estados Unidos hubiera abierto las puertas a la gente de color en todos los ámbitos de la sociedad, no solo en las fuerzas armadas. Pero, claro, una cosa era dejar que alguien matara en tu nombre y otra permitir que fuera tu vecino … una madre anodina  …Evelyn nunca había sido especialmente fuerte; cuando Percy estaba cerca, se encogía hasta convertirse en un pequeño apéndice de él, un brazo o una pierna de más;  un abuelo, que defendía dar  un paso al frente ante las  injusticias y  una abuela valiente y comprometida, con la que vive en Tallahassee, Florida,  que lo recoge y  le sirve de referencia,  como el día que  …lanzó un grito como si alguien le hubiera derramado sopa caliente en el regazo… al escuchar por la radio el fallo del Tribunal Supremo, sobre el  caso Brown vs. la Junta Nacional de Educación, que  estableció que los centros educativos estaban obligados a no segregar; una mujer que deposita su fe en el proyecto de ley del presidente Kennedy sobre derechos civiles y que no pierde la esperanza tras su asesinato, confiando en que  Lyndon Johnson, su sucesor,  la llevará al Congreso para sacarla adelante; un niño, Elwood, de  seis años que espiaba el restaurante  del hotel Richmond,  desde las cocinas donde trabajaba su abuela, para ver si entraba alguna persona de color, y un joven de 16 años que se atrevió a escribir un informe sobre la corrupción, las vejaciones, los castigos brutales y asesinatos que se consumaban en el Instituto Nickel de Florida, en el que él estaba recluido, para denunciarlo ante  los responsables de esta institución; desde pequeño sin ser consciente de ello,  se regía por un código que fue encontrando su forma y significado en las palabras del doctor Martin Luther King Jr., tantas veces escuchadas en el álbum que le regaló su abuela y que le marcaría definitivamenteLuther King at Zion Hill era el único álbum que poseía, y siempre estaba puesto en el tocadiscos.

El TEMA de la novela es el Racismo, un tema de siempre y de ahora, de esta tara endémica en la sociedad norteamericana, que es incapaz de ver personas donde sólo ve colores, sin percibir que,  como escribe James Baldwin, en Notes of a Native Son «Los negros son estadounidenses y su destino es el destino del país.» Pero quizá la intención del autor no sea únicamente hablar de este asunto tan brutal y doloroso, mil veces tratado en películas, series, artículos periodísticos,  novelas y en las noticias de cada día; son  muy recientes  las muertes de George Floyd, ocurrida en  Mayo de este año, en Minneapolis,  un hombre negro de 46 años que murió intentando tomar aire mientras un agente blanco le apretaba el cuello con la rodilla, suplicando  ayuda entre gemidos, o la de Walter Wallace más reciente, en octubre, en Filadelfia, un joven negro de 27 años al que dos agentes blancos dispararon; injusticias y desigualdades raciales tan antiguas y tan actuales que me llevan a pensar que la intención del autor es poner de manifiesto la dificultad de elegir el camino de la dignidad y mantenerse en él, para sentirse persona,  independientemente del color de la piel.

Corson Whitehead se inspira en una historia  real, ocurrida en  la Escuela Dozier para Chicos de Marianna, Florida, de la que oyó hablar por primera vez durante el verano de 2014, al descubrirse  los restos de más de 80 jóvenes enterrados en el terreno de la institución.

 Los hechos son recreados por el autor en una institución ficticia, la Institución  Nickel, en Florida, en 1962, donde el horror convivía con los chicos allí recluidos,  a merced de supervisores depredadores y con la complicidad de médicos, psicólogos y enfermeras que con su silencio y anuencia, abonaban la perversidad y corrupción; y en medio del aquella  atrocidad el autor  pergeña un personaje inteligente, tierno, idealista, imbuido de las doctrinas de Martin Luther King, cuyas ideas le sostendrán  y ayudarán a mantener su integridad y una fortaleza inalienable.

La Estructura de la obra,  tanto la externa como la interna, vertebra significativamente la obra por soportar la carga  vehicular y distribuir los espacios y los tiempos;  en cuanto a la estructura  externa, está dividida en un prólogo, tres partes y un epílogo;  en el   Prólogo, un narrador testigo, nos informa del  hallazgo en los terrenos de la Nickel, de un  cementerio secreto, distante  y distinto del cementerio oficial, –Boot Hil-,   conocido por los  chicos de la Nickel, tras realizarse un  estudio del terreno llevado a cabo por una empresa inmobiliaria; a la vista del osario descubierto, los  estudiantes de arqueología peinaron el terreno y levantaron   la media hectárea del lado norte del  campus,  encontrando todas aquellas fracturas, los cráneos hundidos, los costillares acribillados a perdigonazos. Si los restos hallados en el cementerio oficial eran ya sospechosos, ¿qué no les habría ocurrido a los de la fosa clandestina? Dos días después, perros adiestrados para encontrar cadáveres e imágenes de radar confirmaron las sospechas. y lograron que La prensa nacional se hiciera  eco del reportaje y la gente empezara a ver el reformatorio con nuevos ojos. También en el prólogo nos informa  sobre las investigaciones y la escalofriante información encontrada en los archivos de la escuela Los archivos de la escuela, si bien incompletos y un tanto caóticos, facilitaron la identificación de un tal WILLIE 1954. Los restos carbonizados correspondían a las víctimas del incendio ocurrido en el dormitorio colectivo en 1921. No fue posible identificar a siete de los cuarenta y tres cadáveres…; y dando un salto en el tiempo, el narrador nos habla del  presente de los chicos supervivientes de la Nicke, de las reuniones que se organizan cada año para superar el trauma entre todos La reunión anual, que iba por su quinta convocatoria, era tan extraña como necesaria.

Una  Primera  Parte, de tres capítulos, en la que se nos relata la infancia de Elwood, desde los 6 años, momento en que es abandonado por sus padres y pasa a convivir  con su abuela hasta su último año en el instituto; el autor repasa la infancia del niño, sus tardes en la cocina del hotel Richmond leyendo  cómics y  libros de Hardy Boys;  la inocencia y credulidad de sus 12 años, que le hace comprar una enciclopedia con las hojas en blanco, su inteligencia despierta, su afán de superación, sus  13  años en los que compagina los estudios en el instituto Lincoln, con  el  trabajo en el estanco del señor Marconi, donde pudo Hojear revistas -Jet y Ebony- en los momentos de poca actividad…y concretar el modelo de hombre en que deseaba convertirse En la primavera del 63 corrió el rumor de que unos jóvenes universitarios iban a formar piquetes delante del cine Florida para que se permitiera la entrada a los negros.  Relata también su  primera manifestación en defensa de la igualdad de todos, no en defensa del negro, sino en su condición de ser humano y su último año en el instituto …Aquel último verano en Tallahassee pasó volando. El último día de curso el señor Hill le pasó un libro de James Baldwin, Notes of a Native Son , y a Elwood se le revolucionó el cerebro. «Los negros son estadounidenses y su destino es el destino del país.», justo hasta el momento en que el destino le juega una mala pasada;  hace auto stop, se sube en un coche robado, conducido por un chico negro y es detenido por la policía;  un golpe de mala  suerte  cambia su vida,  por  ser negro  y estar en el lugar equivocado cuando se dirigía a seguir un curso preuniversitario en  la ciudad vecina que le abriría las puertas de la universidad. Estaba en 1962.

Una Segunda Parte de siete capítulos, donde el espacio cambia sustancialmente; Elwood es acusado de robo y sentenciado injustamente a entrar en la Nickel, un reformatorio con tres residencias y grandes instalaciones donde se separaba a blancos y negros La Nickel era el colmo del racismo —la mitad de los que trabajaban allí seguramente se ponían el disfraz del Klan los fines de semana—, y se programaba el uso de los espacios comunes en diferentes horarios para que no coincidieran; fue inaugurado por el estado en 1899 con el nombre de Escuela Industrial de Florida para Chicos «Un reformatorio donde el delincuente juvenil, separado de malas compañías, puede recibir instrucción física, intelectual y moral a fin de reintegrarse a la comunidad con el propósito y el carácter propios de un ciudadano de pro, un hombre decente y honrado con un oficio o unos conocimientos técnicos que le permitan mantenerse y salir adelante.» A los chicos se les llamaba alumnos, no reclusos, con el fin de distinguirlos de los delincuentes violentos que poblaban las cárceles. Todos los delincuentes violentos, añadió Elwood para sí, estaban en plantilla. La NICKEL se sustentaba a sí misma;  entre sus instalaciones contaba con una imprenta que generaban pingües ganancias y editaba, el periódico del instituto The Gate,  y una máquina de construir ladrillos  que producía 20.000 ladrillos al día; una vez al año, realizaba una exposición   de luces navideñas, diseñadas  y ejecutada por alumnos de la escuela que  atraía a visitantes de muchos kilómetros a la redonda. Era el orgullo de la dirección del centro, un acto para captar fondos que demostraba que la idea de reformar no era simple idealismo sino una propuesta factible. Un gran montaje, con todos sus pertrechos. Ocho kilómetros de luces de colores colgaban de los cedros y delineaban los tejados de la zona sur del campus. Desde fuera parecía una institución ejemplar, que daba oportunidades a los chicos descarriados, pero en su interior, los castigos físicos, las palizas, las constantes humillaciones, el ruido de los coches en la noche presagiando lo peor, produjeron un  miedo incrustado en el alma de los chicos para siempre Los visitantes nocturnos eran Spencer y un monitor de nombre Earl, que era grandote y expeditivo, cosa útil cuando un chaval se derrumbaba y había que enderezarlo otra vez para proseguir con la faena;  las  visitas a la Casa Blanca, infierno  donde los supervisores liberaban  sus más bajos instintos …Desmond le susurró a Elwood que cuando empezara la cosa lo mejor era no moverse. La correa tenía una muesca que se te clavaba y te rajaba la piel si no te estabas quieto.., las argollas en los árboles, desde donde se iba directamente al cementerio secreto, después de de haber sido allí colgado, golpeado brutalmente y expuesto a la intemperie…La mayoría de los que conocen la historia de las argollas en los árboles han muerto ya. Los hierros siguen allí. Oxidados. Hincados en el duramen. Dando testimonio de lo ocurrido a quien quiera escuchar…,  la corrupción endémica, materializada en  el robo sistemático de los recursos del estado, especialmente los dirigidos a la población negra, Harper  que trabaja en el instituto, comercia con la comida del centro y se la lleva a muchos  restaurantes (…) Pero el estado tomó medidas enérgicas y ahora la parte sur del campus no la tocamos. —Queriendo decir que solamente vendían provisiones de los alumnos negrosla explotación de los jóvenes chavales  haciendo trabajillos fuera de la institución …Todos nos encargan cosas, quiero decir los del consejo escolar. Antes era peor, tenían que pagar la deuda al salir con la condicional —Cuando te graduabas, no volvías con tu familia sino que te daban la condicional. Eso quería decir deslomarse trabajando para la gente del pueblo. Tratado a patadas, como un esclavo, viviendo en un sótano o así, comiendo la mierda que te daban….y lo peor de todo, los abusos sexuales del director antiguo y del psicólogo Campbell …Trevor Nickel ya no estaba, pero todo el mundo sabía que el doctor Campbell, el psicólogo del centro, merodeaba por las duchas de los blancos en busca de víctimas—. Todos esos viejos verdes tienen un club donde se reúnen...suponían un cúmulo  de vejaciones, humillaciones que hablan de una maldad difícil de erradicar; ...Tal como lo veía Turner, la maldad era algo más profundo que el color de la piel. Era Spencer. Era Spencer y era Griff, y eran todos los padres que dejaban que sus hijos acabaran allí. La maldad eran las personas.Puedes cambiar una ley, pero no puedes cambiar a la gente ni la manera en que se tratan unos a otros. Esta segunda parte, acaba con la salida del protagonista de  la Nickel, de la que no hablaré para dejar algo por descubrir y porque   es la parte más novelesca y creativa de la obra, a la que el autor, añadirá más adelante  dos confesiones  sorprendentes  que nos dejarán un gusto agridulce.

En la  Tercera Parte  de seis 6 capítulos, cambia de ESPACIO y nos habla de la llegada a  New York,  de la experiencia como lavaplatos, de  los logros académicos,  del ascenso social, de los amores. Pero en esta tercera parte el narrador va dando saltos en el tiempo y con la técnica del flash back, en el capítulo doce, vuelve a la Nickel para ser portavoz de   la serie de  atrocidades  que durante tantos años se perpetraron El incendio de 1921 causó veintitrés víctimas mortales. La mitad de las salidas de la residencia estaban cerradas a cal y canto y los dos chicos que estaban en las celdas oscuras de la segunda planta no pudieron escapar del fuego… como la existencia de  celdas oscuras y cajas de sudor que más  tarde fueron declaradas ilegales por el estado, tras la Segunda Guerra Mundial, En el verano de 1945, uno de los pequeños murió de un fallo cardíaco mientras estaba encerrado en lo que llamaban la «caja de sudor», a la sazón un correctivo muy popular en la Nickel, y el forense dictaminó que había sido por causas naturales. Imaginaos asarse dentro de una de aquellas jaulas de hierro hasta que el cuerpo decía basta. La gripe, la tuberculosis y la neumonía también se cobraban su peaje, al igual que los accidentes, los ahogamientos y las caídas…y que llevaron a muchos chicos a fugarse para huir de aquel infierno Eso es lo que la Nickel hacía a los chicos, doblegarlos de mil y una maneras mediante  palizas, miedo y vejaciones continuas; salían de allí pero las malas experiencias no salían de ellos,   acababan vencidos, inermes,  con la mirada vacía y llevaban grabada una  marca que les impedía llevar una vida normal, Eran  como uno de aquellos negros de los que hablaba el doctor King en su carta desde la cárcel, tan serviles y adormecidos tras años de opresión que se habían adaptado a ello y a dormir en ello como si fuera la única cama disponible. Y qué decir de  las muertes que nunca fueron investigadas …Solo había que mirar los archivos de la escuela, por incompletos que fuesen. Traumatismos por objeto contundente, ráfagas de escopeta. En la primera mitad del siglo XX, algunos chicos que habían sido puestos bajo la tutela de familias locales acabaron muriendo. A algún alumno lo mataron estando de «permiso no autorizado». Dos chicos fueron atropellados por camiones…; los arqueólogos de la Universidad del Sur de Florida observaron que la tasa de muertes era mayor entre aquellos que habían intentado fugarse…En el capítulo trece,  el narrador vuelve a Broocklyn, al  presente del protagonista para pasearnos por New York.

 Brooklyn,  Queens, el Bronx y Manhattan, Central Park West,  la plaza  Columbus Circle, la avenida Park Avenue  o las calles 66 o la  82,  una ciudad palpitante  que acoge a todos los que allí acuden a  a cumplir sus sueños. Y es en este momento,  tras un encuentro fortuito con un un chico de la Nickel, cuando descubriremos lo largo de su conversación, otro gran secreto con el que el autor va dosificando el desenlace de la obra; en los tres últimos capítulos, la alternancia de ESPACIOS es constante;  en el  catorce la Nickel , en el quince en N. York y en el capítulo dieciséis  de vuelta  a la Nickel para recordar  la segunda paliza que Elwood recibe …No era el Spencer jovial de siempre. Le dio al chico veinte golpes y luego, con cara de aburrido, La segunda paliza que le dieron a Elwood en la Casa Blanca no fue tan brutal como la primera. Spencer ignoraba qué perjuicios había causado la carta del muchacho, quién más la había leído, qué clase de repercusiones podía desencadenar en el Congreso. «Un negro listo —dijo—. No sé de dónde sacan a estos negros listos.» le pasó la Azabache a Hennepin por primera vez.

En el Epílogo  «el alter ego« del protagonista, -hay que leer el libro para comprender y disfrutar de este momento creativo del autor-, hace una turbadora confesión a su mujer, Millie,  y a los lectores, una vuelta de tuerca que cierra  la trágica historia de un modo sorprendente; toma la decisión de contar su experiencia en  la institución Nickel y acudir  como testigo presencial al juicio contra los dirigentes y mandos,  para redimir a todos los compañeros vilipendiados, muertos y desaparecidos …Dirá a los chicos de la Casa Blanca que fue uno de ellos y que, al igual que ellos, sobrevivió. Dirá a quien quiera escucharle que él vivió allí un tiempo.

Aunque a lo largo del análisis hemos conocido  a algunos de los Personajes más significativos, destacaremos  al grupo de compañeros de Elwood en la Nickel, así como a los principales supervisores que con su maldad marcaron para siempre la vida de los chicos;  de los muchachos citaremos a Desmond, para quien la justicia en la Nickel …era cosa de cara o cruz, Jaimie, quien nunca contó la causa de su odio hacia el supervisor Earl  …los otros no tenían manera de saber qué había ocurrido allá abajo. Podía haber sido cualquier cosa: un paseo por el Callejón del Amor, una respuesta impertinente, una jugarreta de algún chico blanco… Griff, elegido como púgil para enfrentarse a un blanco al que superaba en fuerza y rabia El contingente de color echaba humo haciendo conjeturas, con la mente puesta en el triunfo de un púgil negro: por una vez, uno de ellos saldría victorioso y quienes los pisoteaban morderían el polvo y verían las estrellas. …«Los del Ku Klux Klan se van a pasar toda la semana llorando con la capucha puesta.» con el que  asistimos a uno  de los momentos más dramáticos de la novela, al ser obligado a dejarse  ganar por el púgil blanco muy inferior a él; cuando Griff, embriagado por el combate, no se da cuenta de que han pasado dos asaltos y en el tercero, gana a su contrincante, chilla con pavor. «¡Pensaba que era el segundo asalto! ¡Pensaba que era el segundo!». Seguía gritando cuando sus compañeros se llevaron al campeón de regreso a Roosevelt entre vítores y gritos. Nunca habían visto llorar a Griff y pensaron que sus lágrimas eran de triunfo. Aquella noche en el ring Griff había sido todos ellos en un solo cuerpo negro, y también fue todos ellos cuando los hombres blancos lo llevaron allí detrás, donde estaban las dos argollas. Fueron a por él aquella noche y ya nunca más volvió. Y Turner, el alter ego de Elwood (otro de los trucos del autor que se desvelará  al final del libro), un chico listo y pragmático que ha aprendido a sobrevivir y a pasar desapercibido, después de haber probado la correa del  señor Spencer; sabe escaquearse  del trabajo aunque sea por  medios drásticos, como tomar detergente para ser llevado a la enfermería; da muchos consejos a Elwood, al que considera su amigo, basándose en su experiencia ya que Turner nunca había conocido a un chaval como Elwood. La palabra que le venía todo el tiempo a la cabeza era «resistente», a pesar de que el chico de Tallahassee parecía blando, se portaba como un santito y tenía la irritante tendencia a hablar como si predicara. Todos ellos son víctimas, víctimas de la sociedad, de sus padres,  de ellos mismos y sobre todo de los dirigentes de la  institución, desde el director, cómplice de la ignominia  y violencia perpetrada contra los chicos, hasta el último de los  supervisores, de los que destacaremos por su fiereza y brutalidad a  Spencer quien dio la primera  paliza  a Elwood dejándole impresa la marca del miedo de por vida; Earl, supervisor alcohólico que participaba en sesiones etílicas nocturnas en el aparcamiento,  para  acabar buscando presas en las habitaciones de los chicos. Blakeley que atemorizaba a los internos con sus palizas y sus amenazas «Si metéis la pata, chicos, estáis jodidos», Terrance  Crowe, del edificio  Lincoln quien Llevaba trabajando en la Nickel más de veinte años, y por tanto había visto todo tipo de iniquidades. Eso le convertía, a ojos de Elwood, en uno de los mayores cómplices. Harper, esbirro del director y otros mandos, con los que reparte los beneficios, encargado  del comercio fraudulento y de reclutar muchachos como mano de obra gratuita y Freddie Rich, responsable   del edificio  Roosevelt a quienhabían despedido anteriormente de otros trabajos y le gustaba este último por lo fácil que era conseguir presas. y a que a quien le encantaba  amedrentar a los chicos Cada día llevaba la misma hebilla de cinturón con forma de bisonte, justo entre el paquete y la panza, como un animal yendo de una colina a la otra.

En cuanto al Estilo,  el autor, a través de un narrador que actúa como observador y  testigo de los hechos relatados, nos informa,  del descubrimiento del cementerio secreto, del desarrollo de las indagaciones, de las especificaciones de los informes, con un estilo ágil y taxativo y con una prosa explícita y precisa que nos recuerda al lenguaje periodístico; el relato del combate de boxeo entre Griff y el blanco Big Chet, es uno de los mejores  ejemplos en los que  brilla la prosa periodística, donde el narrador, se convierte en  locutor, como si de una retransmisión deportiva se tratara,  logrando plasmar la tensión que allí se vive, las ansias de los negros de vencer a los blancos y  la unión sin fisuras de todos los negros  en el cuerpo negro de Griff… Big Chet avanzó sobre Griff con una serie de golpes rápidos que lo mandaron a su rincón. Griff estaba acorralado y Turner pensó: «Ahora». Pero no, el chico negro se abrazó a su adversario y consiguió mantenerse en pie. Varios puñetazos al cuerpo hicieron tambalearse al blanco. Quedaban poco segundos para concluir el asalto y Griff no paraba. Big Chet le aplastó la nariz de un golpe seco y Griff se lo quitó de encima. Además del estilo expositivo de la narración,  el autor /narrador, se sirve de la descripción para plasmar  las atrocidades cometidas en la Nickel  y lo hace sin caer en el morbo pero sin huir de la crudeza de las imágenes; esta descripción convierte la obra en visual, en cinematográfica, ya que el narrador mueve su cámara desgranando sus  planos, seleccionando los encuadres y las tomas,  y dejando fuera de campo aquello que pueda herir, más si cabe,  la sensibilidad del lector.

Entre los diferentes Recursos Estilísticos seleccionados por el autor, destacaremos la analepsis,  figura literaria, utilizada por el narrador para alterar la secuencia cronológica de la historia, del presente al pasado y viceversa; este vaivén temporal está ligado  íntimamente a la estructura  y al tiempo externo de la acción, centrado en los deplorables sucesos ocurridos en la Nickel en 1962 y en la vida del protagonista en New York, ya en plena madurez, unos 25 años después. En cuanto al tiempo interno abarca la infancia de Elwood, desde sus 6 años , a los 16, edad con la entró en la Nichel hasta su madurez… Llevo aquí desde el 68. Veinte años ya en Nueva York…, momento en el que «el alter ego» se decide a dar la cara por él y por todos los que han sufrido tan amarga experiencia.

Dentro del estilo narrativo vamos a destacar  la gran cohesión textual, organizada alrededor de un eje, las  palabras de Martin Luther King,  que tantas veces escuchó Elwood en casa de su abuela Harrie, en el  elepé “Martin Luther King at Zion Hill”…” Haced de la humanidad vuestra profesión. Que sea una parte fundamental de vuestra vida”;    el fragmento ”Fun Town” que se escucha en el mismo disco, es otro  elemento de cohesión repetido en diferentes momentos de la novela así como  la melodía que acompaña al   anuncio de este parque  de atracciones; las palabras de Martin Luther King y la música de Fun Town, establecen  un nexo de unión entre los dos  niños de 6 años,  entre la realidad de Yolanda King,  la hija del dirigente y Elwood, el protagonista de la realidad novelada;  … El día en que lo arrestaron, momentos antes de que apareciera el ayudante del sheriff, sonó por la radio un anuncio del parque de atracciones Fun Town, y Elwood se puso a tararear la musiquita. Recordó que Yolanda King tenía seis años cuando su padre le contó la verdad sobre el parque de atracciones y la orden de los blancos que le prohibía entrar en aquel mundo. Obligada a mirar siempre desde el otro lado de la cerca. Elwood tenía seis años cuando sus padres se largaron, y él pensó que esa era otra cosa que lo vinculaba a Yolanda, porque fue cuando despertó al mundo..; ambos niños, con 6 años,  son conscientes de una dura realidad  que determinará   sus vidas,  Elwood descubrirá que sus padres le han abandonado y Yolanda King que existen lugares que le están vedados por el color de su piel; la musiquilla del anuncio del parque que escucharán en tantos momentos de su vida,  recordará a los dos niños que están marcados, que la vida es injusta y que en palabras del líder negro,  hay que luchar para  “transformar esa humillación en acción y resistirse al señuelo del odio y de la acritud”.

El autor,  Colson Whitehead,  (Nueva York, 6 de noviembre de 1969) escritor estadounidense que ha recibido este año  2020, dos prestigiosos premios por la obra «The Nickle Boys», su segundo premio Pulitzer de Obras de Ficción y el National Book Award, rinde un homenaje con esta novela a la figura de Martin Luther King,  cuyos discursos aparecen en la mente de Elwood para recordarle el camino que debe seguir, entre otros «Discurso antes de la Marcha de la Juventud por las Escuelas Integradas» (1959); el ya citado Martin Luther King at Zion Hill , ,su «Carta desde la cárcel de Birmingham», o el discurso en el Cornell College de 1962…, palabras que contienen el espíritu de la no violencia, y que fue desarrollando en la serie de campañas antisegregacionistas que le convirtieron en el líder más prestigioso del movimiento americano para los derechos civiles, impulsando  la concesión en 1964 del premio Nobel de la Paz y motivando, años más tarde,  en 1968, su asesinato a manos de un racista fanático;  el mismo año del Nobel, el presidente Lyndon Johnson, sucesor de Kennedy, promulgó la Ley de derechos civiles, que consagraba la igualdad de todos los ciudadanos, la Ley del Voto,  la Ley de Ingresos y la Ley de Oportunidad Económica, con el fin de eliminar la pobreza en la población afroamericana.

Colson Whitehead  que acumula un gran palmarés en cuanto a obras premiadas  se refiere, y que recibió su primer Pulitzer en 2017 por la novela El ferrocarril subterráneo​,  quiere con esta novela mantener viva la llama de la justicia social  sin renunciar al recuerdo  de las vejaciones y crueldades llevadas a cabo contra la población negra, en un reformatorio juvenil ficticio, tan igual a los reales;   gracias a una  prosa contenida y sincera, que huye de la complacencia en el horror,  logra  un relato  intenso y devastador que perturba al lector sin llegar a ahogarlo;    no se deleita  en el sufrimiento de los chicos pero no  ahorra en la crueldad de los que los torturan,   poniendo de  manifiesto  las dos caras de la moneda del racismo,  la falta de límites de la maldad humana y el  imparable poder del  ser humano para defender su dignidad como persona.Los chicos de la Nickel es una lectura obligada para no olvidar,  y para  mantenerse alerta ante los que someten violentamente a sus semejantes para enmascarar su propia  cobardía y sus fragilidades.

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